Autopista al infierno | ¡PACIFISTA!
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Colaborador ¡Pacifista! - octubre 29, 2018

OPINIÓN | Hay que romper la cadena del abuso porque se están destruyendo vidas, personas de carne y hueso que luego de ser usadas se quedan solas en su laberinto.

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Por: Adolfo Zableh Durán

Habló una diputada por Santander llamada Ángela Hernández y dijo que el porno intoxicaba mentes, dividía familias y destruía la sociedad. De lo último no sé, de lo segundo tengo mis reservas, pero de lo primero no me queda duda, y hablo como consumidor. Entre más mira usted esa vaina, más se le desfigura la idea de lo que es tener sexo, porque el sexo que vemos en internet no es el mismo que tiene la gente del común. Y si se le va la mano con el porno y tiene familia, es posible que termine afectándola. Lo de destruir la sociedad, no creo, porque de eso ya se encargan los políticos.

Así pensemos diferente, coincido con la diputada en ese aspecto, lo que me llevaría a preguntarle por qué si es tan radical con ciertas cosas, es tan laxa con otras. Suena a que la gente de ese perfil no defiende la vida, sino su forma de vida, de ahí que desapruebe todo lo que no se amolde a su manera de pensar, al tiempo que defiende a toda costa las cosas en que cree.

Tomen a la Iglesia. Hace unos días fue noticia la historia de un exalumno de un colegio en Bogotá que se suicidó, decisión que pudo ser influenciada por un abuso sexual que sufrió por parte de un sacerdote de la institución. El asunto es tan escabroso que hay que tomarlo con pinzas y nada se puede afirmar ni desmentir. Lo cierto es que, por un lado, no es la única denuncia que existe contra curas de ese colegio, y por otro, estudiantes y padres de familia armaron una manifestación para defender al colegio. No hablo de crucificar sin pruebas, pero tampoco de absolver porque si Dios está conmigo, ¿quién contra mí? El caso exige, como mínimo, prudencia y llegar al origen del problema. Suele ocurrir que el abusado queda con dos velocidades: una arrechera infinita que no se sacia con nada, y luego una profunda tristeza que le quita las ganas de todo, hasta de vivir. Hay que romper la cadena del abuso porque se están destruyendo vidas, personas de carne y hueso que luego de ser usadas se quedan solas en su laberinto.

Posamos de ser muy de los niños. Condenamos el aborto y exigimos cadena perpetua y pena de muerte para sus violadores, siempre y cuando no sea un cura, en cuyo caso salimos a defenderlo. ¿Qué sentido tiene prohibir el aborto si años después le entregamos ese niño a un clérigo para que haga con él lo que quiera? Alertas por abuso de niños por parte de religiosos abundan, es un fenómeno global, como si tuvieran licencia divina para hacerlo, y en eso tiene mucho que ver la casa matriz. Recientemente han salido noticias de orgías gays en el Vaticano con droga incluida, así como de porno descargado desde allí. Orgías gays en el Vaticano, suena a categoría de porno, como quien dice squirting o gangbang. Quizá sea eso: el porno y la religión están ligados y son de esas cosas que no están bien así se consuman masivamente. De golpe si condenáramos ambas con igual severidad el mundo sería un lugar mejor. 

Yo estudie en colegio de curas y creo haber sido feliz. Sería injusto decir que viví, vi o supe de un episodio de abuso sexual, pero sí recuerdo que había manipulación y terror sicológico, que es muy de la religión (si te portas mal te vas al infierno y cosas por el estilo). También recuerdo que los curas decían mucho que era más fácil que un camello entrara por el ojo de una aguja que un rico llegara al reino de los cielos. Sin embargo, eran bien cercanos a las familias adineradas que tenían alumnos allí, y ellos mismos tenían buena ropa, relojes finos, carros de lujo. No eran de ellos decían, sino la comunidad a la que pertenecían, aún así, se beneficiaban de todo eso. Algunos de esos sacerdotes han muerto y me pregunto si habrán llegado al cielo. No creo, sencillamente porque el cielo no existe, lo mismo que el infierno. Si el infierno existiera, estaría lleno de sacerdotes.