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4-18: el arte de impactar en Honda
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4-18: el arte de impactar en Honda

Staff ¡Pacifista! - julio 9, 2015

4-18 es una iniciativa artística multidisciplinar que se sale de las galerías y lleva su impacto a comunidades reales en contextos reales. Trabajan en Honda, para que sea menos lugar y más la colonia patrimonial que su gente merece.

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Honda: lugar de paso, de almuerzo de carretera, de calor infernal. Colonia olvidada, patrimonio tomado, hogar de las estrellas criollas.

Honda: una cabina sonora amarilla, un grafiti que prohíbe contaminar el río, un concierto fonográfico en la Catedral, un grupo musical resucitado; una comunidad que se siente menos ese lugar de paso, de almuerzo de carretera, de calor infernal…

Dos Hondas en una. La segunda: el resultado de la acupuntura urbana de la fundación 4-18, un grupo que, parándose en el arte y usándolo como excusa, ha diagnosticado las problemáticas del lugar y con agujas ha atacado sus nervios para intentar solucionarlos.

4-18 es una iniciativa artística que, reuniendo a músicos, historiadores, ingenieros, economistas, diseñadores o lo que sea, pretende hacer una protesta creativa, sacando el arte fuera de las galerías, llevándolo a contextos reales, para impactar comunidades reales. Por eso, el arte que 4-18 hace muere si no logra serle a útil a aquellos que fueron la musa de inspiración.

Además de tener un banco sonoro, de hacer una residencia itinerante en los Llanos con la que buscan investigar las tradiciones en medio de los cambios socio económicos, de exponer en casas abandonadas y de hacer residencias de 21 días viviendo de comida recuperada, estos chicos —que no pasan los 28 años— están trabajando en Honda para que este lugar sea más como la colonia recordada, de cultura pesquera y de conservación ambiental, y menos como el lugar en el que solo habitan Carlos Vives, Ardila Lule, Paulo Laserna y los transeúntes que paran en los restaurantes para seguir de largo, porque de todos modos ninguno de ellos se queda en el lugar por mucho tiempo.

Charlé con Hernán Pérez (el músico), Luis González (el economista y artista), Pablo Gómez (el fundador y artista), Santiago Rodríguez (el diseñador) y Felipe Rodríguez (también fundador, artista e ingeniero), mejor dicho, con el parche de 4-18 (que se complementa con Luisa Valderrama, Maria José Sánchez y Nicolás Melo), y me contaron sobre la fundación, sobre Honda, sobre lo que viene, lo que fue, lo que son y lo que ha sido este proceso de arte expandido.

 

 

Felipe y Luis en Honda: PROHIBIDO BOTAR BASURA AL RÍO. MULTA DE 1′.000.000

 

Pacifista: ¿Cómo empezó 4-18?

Felipe: En 2008 Pablo, Sebastián Carrasco y yo éramos estudiantes de Arte en la Universidad de los Andes y empezamos a trabajar en casas abandonadas. La primera dirección en donde hicimos una exposición era 4-18, y de ahí salió el nombre.

Pablo: Ante la dificultad de entrar en galerías, empezamos a buscar nuestros espacios propios y las casas abandonadas eran esos lugares alternativos de producción y exposición de arte.

Felipe: En 2011 decidimos dejar de ser un colectivo para convertirnos en fundación con el objetivo de tener cómo financiar los proyectos. Entonces decidimos que nuestro trabajo se basaría en procesos colaborativos que no estuvieran mediados por la plata.

Ni de esperar a que alguien decida colgar en su pared tu trabajo…

Pablo: Sí, eso por un lado, y por el otro queríamos instalaciones pensadas para cada lugar en particular. Eso hacía que las piezas no fueran vendibles, porque morían cuando moría la instalación.

¿De qué vivían en ese momento entonces?

Pablo: De nada… (risas). Del amor al arte.

Felipe: Igual, nuestro objetivo siempre era (y es) encontrar cómo cambiarle a la gente los parámetros que tiene en la cabeza. Y eso lo queríamos hacer integrando diferentes disciplinas, desde la música hasta la antropología. Y eso es lo que hoy llamamos arte expandido.

¿Cómo funciona el arte expandido que ustedes plantean?

Pablo: En general, los artistas se están limitando al arte, entonces lo que nosotros buscamos es horizontalizar nuestro lenguaje incluyendo todas las disciplinas en las que en una obra incidan músicos, diseñadores, antropólogos, artistas, historiadores, etc., y se incluyan contextos específicos que no necesariamente estén especializados en arte.

 

¿Como por ejemplo el proyecto de Honda?

Pablo: Exacto.

¿Llámese arte, o la disciplina que sea, lo que buscan es entender la dinámica de una comunidad y llegar a ella no para escarbarla e irse, sino para dejarle algo?

Habitante de Honda dentro de la cabina sonora. Exacto. A eso nos referimos cuando decimos que horizontalizamos el mensaje. Es llegar con una idea artística pero que haga algo que tenga sentido en la comunidad. Y eso es lo que sucede en Honda.

Felipe: En Honda tenemos objetos artísticos puntuales, pero finalmente los que deciden que ese arte viva son los miembros de la comunidad, porque si a ellos no les importa, la obra se pudre y chao. Nosotros buscamos generar pertenencia con las personas a las que les llega nuestro arte.

 

Háblenme del proyecto de Honda.

Felipe: El proyecto empezó en septiembre del año pasado, con una residencia artística que yo estaba haciendo en Honda, con la Fundación Flora Ars+Natura y llamé a Luis para que me acompañara. Nos dimos cuenta de tres problemáticas que estaban sucediendo: un cerro emblemático en conflicto, que dejó de ser frecuentado por la comunidad, la contaminación del río Magdalena y la desaparición de la pesca, y la gentrificación de la zona colonial. Ubicamos estos sitios de nervios de afectación en un mapa y desarrollamos una metodología para influir cada uno de manera particular, y llamamos a esto “acupuntura urbana”.

Luis: El primer objeto que hicimos para impactar a la comunidad fue la cabina sonora, que pusimos en el cerro Cacao en Pelota para que las personas volvieran a subir y se conectaran con la naturaleza que, a pesar de tenerla en las narices, ignoraba por las dinámicas urbanas que ocurren en Honda.

Pablo: La cabina, como todos nuestros objetos, es amarilla, el mismo color del puente Navarro que es un lugar histórico. La idea es que al encerrarte en ella y ponerte los audífonos, en plena oscuridad, los sonidos de la montaña se amplifican.

Luis: Subimos la cabina con la ayuda del mayor Vergara, un tipo queridísimo, que reunió a unos hombres del Ejército para montarla. Al principio la gente no estaba dispuesta a aceptarla, creían que éramos de la televisión, porque sucede que allá graban un montón de producciones porque es muy bonito y sale diez veces más barato que rodar en Cartagena. Todos esperaban plata a cambio, porque así son las dinámicas.

 

Habitante de Honda dentro de la cabina sonora.

¿Cómo trataron los otros dos puntos que necesitaban acupuntura?

Felipe: La orilla del río Magdalena está demasiado contaminada. Es impresionante. En el mismo lugar en donde sacan el pescado, botan la basura y los chulos vuelan. Intentamos hablar con la Umata y la asociación de pescadores. Pero de nuevo no hubo concordancia. Ya la residencia se estaba acabando, y ante la urgencia de hacer algo de emergencia, decidimos hacer un grafiti que les advirtiera que aquel que botara basura tenía una multa de un millón de pesos. Eso lo hicimos porque fuimos a la plaza, que es un lugar completamente limpio, y notamos que había un letrero que también advertía de una multa por botar basura.

Entonces, volvieron a Bogotá con la cabina en proceso de adaptación y un grafiti para prevenir la contaminación. ¿Y después qué?, ¿cómo creció la cosa?

Felipe: Volvimos medio tristes a Bogotá porque no habíamos logrado relacionarnos con los pescadores y la cabina apenas estaba empezando a funcionar. Pero después de un tiempo nos llamaron a decir que estaban dispuestos a recibirnos. Entendimos que a partir del diagnóstico teníamos que pensar en acciones puntuales que tuvieran mayor incidencia.

Luis: Decidimos hacer un cortometraje animado con los niños porque a partir de un espacio de cine que abrimos, en el que aprovechamos para incentivarlos a cuidar el Magdalena, salieron frases como: “Mi mamá bota basura al río”. Ahí nos dimos cuenta de que era por medio de ellos que llegábamos a los adultos.

Pablo: También notamos que la pesca tradicional está cerca de morir porque ya no hay peces, y la comunidad lo sabe. Entonces, queremos hacer talleres de fotografía para documentar la actividad pesquera y un cianotipo para registrar los instrumentos para que no muera su sentido cultural. Así, con el producto que salga de esos registros, poder hacer un libro cuyas ganancias se queden en la comunidad.

Felipe: Planeamos que a mitad del segundo semestre se haga una exposición con las fotografías del taller, pero allá en Honda. Primero que la misma gente vea su trabajo expuesto en el Museo del Río Magdalena, para que la gente también tenga arraigo a esos lugares patrimoniales.

La canoa en la que hicieron las primeras tomas del río.

Y el tema de la gentrificación en la zona colonial…

Felipe: En Honda pasa algo muy particular y es que los dueños son los ricos de Colombia. Entonces está la casa de Carlos Vives, de Paulo Laserna, en algún momento estuvo la del esmeraldero Carranza (que estuvo ubicada en las afueras de Honda) y la del narco “El Mexicano”. Es una parte del patrimonio histórico que no es de los locales.

Pablo: Además, como todas las comunidades del Magdalena Medio, ésta ha sido golpeada por la violencia, lo que ha hecho que se urbanice aún más el pueblo. Ya hay una zona rosa y todo.

Luis: Durante todo el proceso reconocimos lugares que, como el puente Navarro, aún son de uso cotidiano y generan pertenencia. Entonces los resaltamos con banderas amarillas para fortalecer esos puntos de resistencia. Luego, hicimos actividades en espacios coloniales, como el billar central, la plaza de mercado y el Museo del Río Magdalena y la Catedral de Nuestra Señora del Rosario.

Pablo: En esa iglesia hicimos un concierto fonográfico usando los sonidos de la naturaleza de Honda con el fin de generar conciencia ambiental y revindicar ese patrimonio histórico y cultural con las personas en Honda.

Felipe: En el billar presentamos a personajes culturales, como los músicos del lugar que solían cantarle al río. Con el Conjunto Los Amigos grabamos un video y ellos mismos sugirieron registrar la suciedad del río para que quedara en contraste con las letras de sus canciones. Esto hizo que las personas de Honda volvieran a valorarlos. Ahora los invitan a tocar en las fiestas, a hablar en radio y televisión.

 

¿Cómo este trabajo teje de nuevo los lazos que están rotos por el conflicto, la población flotante y el hecho de ser una zona de tránsito comercial?

Luis: Todo esos puntos que dices han generado la fragmentación de todo tipo de iniciativas comunitarias y de pertenencia. Lo que hemos logrado es volverlos de nuevo ciudadanos de Honda y parte de la comunidad que ellos mismos están reconstruyendo. Con los proyectos se reconectan con su cultura, su actividad pesquera, con el medio ambiente que tienen tan cercano pero tan olvidado, con los lugares que son patrimonio histórico de su pueblo.

 

Por qué creen que el arte funciona como alternativa creativa para construir paz?

Felipe: El arte es un proceso creativo de resistencia desde la cotidianidad, que ayuda a determinar el reaccionar de la gente frente a cualquier situación.

Luis: El arte es esa manera de repensar las cosas. El artista es ciudadano y el ciudadano tiene que tener esa capacidad hacer artísticamente su protesta.

Banderas para resaltar los puntos de patrimonio cultural de Honda.
Banderas para resaltar los puntos de patrimonio cultural de Honda.

Decían que se proyectan a diez años. ¿En qué se ven en el 2025?

Felipe: En diez año te diría que nos volvamos a ver en diez años. (Risas). Una obsesión que tenemos es que las orillas del río puedan estar limpias. Sé que es utópico, pero de pronto como comunidad podríamos ser nosotros los que reaccionamos contra esto. La segunda cosa es que la cabina esté en una versión 2.0, junto con un camino en la montaña para que la gente pueda subir. Lo importante de la arquitectura colonial no es mantenerla sino que sea parte de la gente y, en ese sentido, vale huevo si se caen todas las casas coloniales si la gente no las está usando. Lo importante es que todo sea significativo para ellos.

Luis: Uno de nuestros intereses es unir más gente, crear más comunidad. Podernos expandir a diferentes lugares e impactar desde todas las disciplinas para que nuestra función no sea imponer sino ser un motor extra para hacer que las propias iniciativas de las comunidades sean más fuertes.