OPINIÓN Quienes estamos del lado de la reconciliación, ¿seremos consecuentes con tamaño propósito y activaremos los caminos para entendernos con esta parte de los colombianos?
Columnista: Francisco Javier Cuadros
Decidí salir a escuchar, oler y sentir la marcha uribista. Tenía la necesidad de estar cerca de los pálpitos para poder comprender qué pasa con este grupo de colombianos. Empecé con lo captado a escribir una crónica, pero decidí que no. Prefiero entregarles a ustedes una serie de datos que encontré allí, para que, si no fueron, tomen nota e interpreten como consideren.
A continuación haré un ejercicio descriptivo, enumerando una a una mis observaciones:
- Las consignas centrales de la marcha fueron: no más Santos, no más Farc. Su oposición es contra el proceso de paz, al que consideran es una “farsa”.
- Las otras consignas fueron cosméticas, es decir, estaban en una que otra pancarta, pero no era el sentir de la gente.
- La injusticia social no movía la gente que estaba en la marcha, sus aspectos, ropa, forma de ser, no daban cuenta de gente humilde, que se ve enfrentada a situaciones alguna de desigualdad social.
- Fue insistente la denuncia al castro-chavismo, el comunismo, etc, este grupo humano está convencido que con el proceso de paz se está abriendo la puerta al socialismo, al que consideran el diablo.
- Vi consignas y arengas producto de mucha desinformación: “guerrilleros reinsertados recibirán $1.800.000=, Santos destituye generales porque las Farc se lo exigen, los militares están arrodillados al terrorismo”. Todas estas falsas verdades se repiten con sentimiento en la turba del no.
- Otro elemento que estaba en los motivos de la gritería fue lo que denominan: “persecución política”. Al respecto sacan imágenes de Andrés Felipe Arias, Luis Carlos Restrepo, Óscar Iván Zuluaga, Santiago Uribe, y otros cercanos del círculo de Uribe que en la actualidad se encuentran prófugos de la justicia.
- Vi un grupo humano conservador, muchas camándulas, letreros anti aborto, núcleos familiares completos, con cabezas de hogar de personas mayores de 50 años. Creo que era la mayoría.
- Al interior iban personas extrañas, unas iban armadas, lo vi. Entre ellos un grupo de neonazis, iban prestando guardia, estaban en un operativo, sus comportamiento los delataban.
- Algunos tenían máscaras anti gas, ropa militar, grandes bolsos de campaña, parecían ser grupos de personas dispuestas a la acción violenta.
- No vi ninguna bandera del orgullo gay, tampoco vi ni un negro, ni un indígena, menos campesinos.
- Para hacer justicia, en Bogotá había unos 20 mil marchantes, esto porque no alcanzaron a llenar totalmente la plaza de Bolívar -según se dice el tope de este lugar son 30 mil, por eso la cifra aproximada-.
- Presencié que algunos transeúntes les gritaban cosas como: “no apoyen al paraco” o “no tienen memoria” o cuando una chica vio a Pacho Santos le grito: “asesino”. Ante estas reacciones, algunos marchantes se les salían las amígdalas diciendo: “guerrilleros” “morirán terroristas” “hijueputa”, mientras otros los tranquilizaban y retomaban el rumbo de su movilización.
- Había estructuras organizadas, llegaron en vehículos a los puntos, con sistemas de sonidos para las arengas, camisetas y algunos hasta gorras. Estos grupos, no eran pocos, fundamentalmente eran adultos mayores.
- Las organizaciones que se manifestaron con pancartas decían: “Victimas de guerrilla” “Victimas militares” “militares retirados” etc.
- No fue visible ni una víctima paramilitar, ni una del Estado.
- Inmediatamente empezó a llover se empezó a disolver la gente, unos pocos se quedaron, con consignas fuertes.
- Vi equipos de grabación audiovisual, por lo menos había 6 grupos de 3 personas en distintos puntos de la marcha, no eran de prensa. Grababan para producir piezas audiovisuales posteriores, lo pregunté y así me lo dijeron.
- Había personas, muchas, que estaban allí porque así creen estar ayudando al país. Vi en muchos de los rostros a algunos miembros de mi familia. (Fue triste, además porque estoy casi seguro que salieron en Cúcuta).
- Se sentía mucho odio en sus gritos, en su miradas, pero también miedo, mucho miedo, algunas personas que miré fijamente a los ojos me bajaban la mirada muy rápido.
- Vestían camisetas amarillas de la selección, banderas tricolor. Cuando sonaba el himno nacional, la gente lo cantaba.
Llegar a conclusiones finales con este ejercicio es muy apresurado, se requiere complementar con otras observaciones, con distintas perspectivas; pero considero que el reto del momento es entendernos, comprendernos, interpelarnos y reconciliarnos. Sin embargo, esta aproximación me afirma 3 elementos básicos de comprensión:
1. Este grupo humano existe, no es pequeño, no es homogéneo y tiene trayectorias históricas.
2. El proyecto de paz y reconciliación que está en curso debe tener en cuenta a este grupo humano.
3. Es posible la reconciliación de las distintas caras de nuestra sociedad.
Vea también: En imágenes: familias indignadas, víctimas y hasta neonazis. El uribismo en las calles.
Bajo estos elementos quedan cuestionamientos que, entre todos, debemos resolver:
Quienes estamos del lado de la reconciliación, ¿seremos consecuentes con tamaño propósito y activaremos los caminos para entendernos con esta parte de la familia colombiana?
¿Qué estrategias y acciones se deben realizar para desactivar los mensajes que producen confusiones y tergiversaciones sobre los acuerdos alcanzados en el proceso de paz?
¿Cómo hacer para cambiar las formas de hacer política de algunos líderes y pequeños grupos que apelan a la producción de miedo y odio para pavimentar proyectos personales?