Siris Rentería y la actriz Katherine Vélez. Fotos: Ricardo Pinzón Hidalgo-El Derecho de Voz/s A Siris del Carmen Rentería la violó un guerrillero en su propia tierra. Era 2001 en Bagado (Chocó), y habían pasado varios meses desde que un comando armado integrado por hombres de las Farc, del
A Siris del Carmen Rentería la violó un guerrillero en su propia tierra. Era 2001 en Bagado (Chocó), y habían pasado varios meses desde que un comando armado integrado por hombres de las Farc, del ELN y del Ejército Revolucionario Guervarista (ERG) se tomó el pueblo a punta de fusil. Los guerrilleros destruyeron la casa de Siris y, poco a poco, fueron acabando con los pozos de pescado, los corrales de cerdos y de pollos, la agricultura y la minería artesanal, que eran el sustento de su familia.
En esa época, Siris trabajaba como secretaria de Deportes de la Alcaldía. Hasta su oficina llegaban los guerrilleros a “prestar” balones de fútbol y de baloncesto para gastar las horas muertas. Ella recuerda que “uno de ellos empezó a pretenderme. Cuando yo salía a trabajar, me obligaba a recibirle gaseosa y comida, y a consumir eso delante de él. Hasta que un día que yo estaba en la oficina, entró y cogió a pegarme, como a… digamos… a besarme…”.
Luego, la agredió sexualmente.
Seis años después, cuando Siris trabajaba como secretaria de la Registraduría en Bagadó, un investigador de la Sijín empezó a acosarla sexualmente. Un mediodía cualquiera, “él me cogió a la fuerza. Entonces, yo le dije: ¡déjeme en paz, yo tengo marido! Pero él me alzó a trompadas y me besó. Después sacó el revolver y, cuando traté de gritar, me tapó la boca. Alcanzó a rasgarme la ropa y a manosearme. Ahí salieron los vecinos con palos y piedras y se formó un escándalo”.
Víctor Cortés
El día que Siris fue a Quibdó a poner la denuncia, el comandante de la Sijín le dijo que se quedara tranquila, “que al señor ya lo habían trasladado, pero que no le fuera a dañar la hoja de vida”.
Pocos meses después, acosada por las amenazas que le llovían de todos los flancos, Siris se desplazó a Bogotá. Llegó a dormir en habitaciones frías, que pagaba con el poco dinero que ganaba limpiando restaurantes. Con el tiempo se hizo a un mejor trabajo, puso las denuncias, se graduó como auxiliar de enfermería y a punta de cartas logró que el Icetex financiara la carrera en Derecho que estudia su hija.
El rostro y el cuerpo de Siris se pueden ver en algunas estaciones de Transmilenio de Bogotá, junto a la actriz Katherine Vélez. Ambas hacen parte de la campaña El Derecho de Voz/s, una apuesta de la Fundación Círculo de Estudios que busca hacer más visibles a las mujeres y a los integrantes de la comunidad LGBTI que han sido víctimas de violencia sexual durante la guerra.
Carla Mena
Katherine, que participó en una sesión fotográfica con Siris, dice que “es necesario recordarle al país que las víctimas tienen derecho a ser oídas. Por años, los victimarios han tenido un derecho propio de voz, por los cargos que han ocupado y porque las armas les han dado la posibilidad de hablar. Sin embargo, este es el tiempo de las víctimas, de que las víctimas hablen, de que digan lo que tienen que decir”.
Y lo que Siris tiene que decir es que “quise dar la cara para que vean que defiendo los derechos de las mujeres y que soy una sobreviviente de violencia sexual. Que no me avergüenzo y que soy una mujer luchadora”.
Andrea Coronado
Otro luchador es Víctor Cortés, hombre transgénero, nacido y criado en Tumaco, líder nato de colegio, de barrio y de pueblo. Soñador y nostálgico de los partidos de fútbol en la tierra, de la playa El Morro, de los tiempos donde la gente jugaba y contaba chismes en las puertas sin que se formara una balacera.
En 2007, un hombre armado entró a la casa de Víctor y lo violó. “Me decía que yo no era hombre, que a los hombres no se les hacía eso, que los hombres tenían pene y que si él estaba haciendo eso era porque yo era mujer; que me diera cuenta”. También lo torturó, cortándole los brazos con una navaja.
En pleno tránsito de mujer a hombre, y por cuenta de esa violación, Víctor quedó en embarazo. Pese a todo, decidió dar a luz y criar a su hijo. Una decisión compleja, que tomó convencido de que “el niño es el menos culpable de todo esto”.
Cuenta Víctor que “al principio yo pensaba que había provocado a esta persona por mi orientación sexual y mi identidad de género. Porque, siempre en la casa, nuestra familias católicas nos han dicho que las mujeres tienen que casarse con un hombre, tener hijos, estar sumisas en su hogar. Entonces, cuando uno siente y piensa diferente, uno se siente culpable. Y uno lucha con uno mismo, negándose lo que es”. Más tarde, con asistencia psicosocial, Víctor decidió que la culpa era un terreno destinado a los victimarios y que quería ayudar a otros integrantes de la comunidad LGBTI a contar sus propias historias.
“Estoy convencido de que mi voz va a hacer que muchas otras voces hablen de esto que está pasando. Porque a este país le da vergüenza hablar de este delito, le da vergüenza decir que sus mujeres, sus niños, sus hombres y su población LGBTI están siendo víctimas de violencia sexual”. Para impulsar esa conversación, Víctor accedió a fotografiarse con el productor Juan Pablo Gaviria.
Gaviria, que también es periodista, opina que “estas historias son tan complejas que la gente no las quiere escuchar. Pero son cosas que tenemos que empezar a saber para poder abrazar a las personas que han vivido el conflicto”.
Estas fotografías hacen parte de El Derecho de Voz/s, una campaña para la cual 20 víctimas y figuras públicas decidieron prestar su imagen con el objetivo de hacer visible un delito que, casi siempre, se sufre en la sombra. Aquí se las dejamos…