Panfletos firmados por las Águilas Negras, la desaparición de Dagoberto Giraldo, un reconocido líder, y el asesinato de José Viannney Gaviria, otro defensor del departamento, son algunos de los hechos que tienen en alerta a la comunidad. Piden garantías de seguridad después de lo que ganaron tras la manifestación.
En la mañana del pasado 23 de julio, José Viannney Gaviria salió con un compañero hacia la vía que conecta a la Inspección de la Unión Peneya con San Isidro, en La Montañita (Caquetá). Más de un mes antes, Gaviria había regresado a su pueblo, después de haber participado durante semanas en la movilización campesina que viajó desde Caquetá y se instaló en Altamira (Huila).
Tras días de asamblea permanente y de resistencia en los tres puntos pedagógicos de las delegaciones que se organizaron en el departamento vecino, quienes se manifestaron lograron varios acuerdos con el Gobierno nacional y departamental. Como él, miles de campesinos y campesinas volvieron a sus hogares a socializar lo que ganaron y, además, a empezar a trabajar en su implementación.
Pero ese día, según denunciaron organizaciones de la sociedad civil, dos hombres en moto siguieron a Gaviria y a su compañero desde la Unión Peneya. Les dispararon cuando estaban a la altura de la vereda Los Andes.
Gaviria, de 40 años, fue asesinado en el lugar. Era integrante de la Junta de Acción Comunal (JAC) del barrio Ciudad El Jardín, de la Unión Peneya. También era vicepresidente del Núcleo Comunal de la Unión Peneya, una figura organizativa comunitaria en Caquetá y otros departamentos vecinos, que agrupa a varias JAC del territorio.
Su muerte envió un mensaje a la comunidad y al proceso social en Caquetá: quienes se organizan en espacios comunitarios y ejercen liderazgos están en constante riesgo. “José Viannney Gaviria Hoyos hacía parte de un tejido organizativo fundamental para la región”, se lee en la denuncia que hizo la Coordinadora Departamental de Organizaciones Sociales, Ambientales y Campesinas del Caquetá (COORDOSAC) sobre su asesinato.
Este hecho se suma a otros que ya se habían denunciado y que tienen en alerta a líderes, lideresas, organizaciones y a la comunidad en general. El 30 de junio, apenas un poco más de una semana después de que las delegaciones campesinas volvieron de Altamira, empezó a circular un panfleto en Caquetá firmado por las ‘Águilas Negras’. En este aparecía el nombre de varios líderes y lideresas comunales, amenazándoles de muerte por su trabajo comunitario.
“Lo que describe (el panfleto) es que tengo 72 horas para desocupar el país. Y si no, entonces, que de ahí en adelante me van a entregar en una bolsa. Eso también dice que todos somos castrochavistas y que los castrochavistas no van a gobernar este país”, narra Aristides Oime Ochoa, líder social de Cartagena del Chairá, al hablar con PACIFISTA! Como Gaviria, él también participó activamente en la movilización en Altamira.
Oime Ochoa sabe que esas amenazas no son de las Águilas Negras. Y contrario a provenir de un grupo al margen de la ley, cree que “tiene que ver mucho con la institucionalidad”. No entiende por qué, dice, cuando se denuncian amenazas contra un gobernador se le dan todas las garantías de forma inmediata. Pero a personas como él, a líderes comunales, no les prestan mayor atención. Por esta realidad es que tiene sus sospechas sobre el origen del panfleto.
De acuerdo con Balvino Polo, diputado de la Asamblea Departamental de Caquetá y líder social, las autoridades se niegan a aceptar que ese panfleto sí constituye una amenaza y un riesgo inminente a la integridad física de líderes y lideresas. Esto, según dice, porque se amparan en que las Águilas Negras no tienen presencia en Caquetá.
De hecho, en la tarde del viernes, 2 de julio, tuvo lugar un Consejo de Seguridad en el despacho del gobernador del departamento, Arnulfo Gasca Trujillo, tal como lo informó la prensa regional. En la reunión se estudió el panfleto y otros hechos de seguridad que habían ocurrido en Caquetá. Se pidió a la Fuerza Pública investigar junto a la Fiscalía la veracidad y procedencia del comunicado.
En el espacio, una de las declaraciones de Sandra Milena Rodríguez Pretelt, Secretaria de Gobierno Departamental, puso en duda el origen del panfleto: “desde la órbita del conocimiento e inteligencia de nuestra Fuerza Pública queda desmontado que sea del grupo Águilas Negras, el cual no tiene presencia en el Departamento y que adicionalmente a su estructuración de forma, carece de veracidad, de proceder, de esta fuente ilegal de grupos armados al margen de la ley”, dijo, según reportó el portal Tu Caquetá.
Polo asegura que, efectivamente, no se tiene conocimiento de que haya Águilas Negras en el departamento. Lo que sí se sabe, agrega, es que hay un grupo que se llama ‘Comando de Frontera’, que también está en Putumayo y Cauca.
“Eso está relacionado con el Clan del Golfo. Lo que sabemos nosotros de fuentes de campesinos que viven el territorio y que, de una y otra manera, les toca convivir con grupos armados al margen de la ley, es que están los dos grupos. También, que ellos mismos han manifestado en los territorios que vienen a hacer limpieza social en el departamento de Caquetá, de todos los líderes sociales y las personas que estuvieron en el Paro. Además, que los políticos de izquierda son objetivo militar”, explica.
A Oime Ochoa lo han intentado intimidar de otras formas: “he recibido llamadas y a cada rato, personas que no son de aquí, de esta región, pasan por el lado donde yo vivo. Todo lo he denunciado”, nos cuenta, aunque no tiene esperanza de que eso prospere. Por eso ha tomado medidas de autoprotección bajo recomendación de la comunidad y de otros voceros, para que, en sus palabras, “no pase lo de Montañita o lo del compañero Dagoberto”.
Se refiere a la desaparición de Dagoberto Giraldo Henao, presidente de la JAC de la inspección de Berlín, en el municipio El Doncello. De él no se tienen noticias desde el 7 de julio, cuando, de acuerdo con su esposa, se fue a visitar a su padre y madre. El líder social también es integrante de la Asociación Campesina Cordillera de los Municipios de Montañita, Florencia, Paujil y Doncello (ACOMFLOPAD), que fundó en el 2015 y que dirigió entre el 2017 y 2019.
Hace 19 días desapareció Dagoberto Giraldo Henao, dirigente campesino de El Doncello. Su familia y sus amigos de las veredas lo han buscado en cada montaña de la región. El sábado 24 de julio marcharon para pedir que aparezca, pero según el último reporte, él sigue desaparecido. pic.twitter.com/rTdaMkE2tw
— Óscar Neira (@OsNeiraQ) July 26, 2021
De ese espacio comunitario surgió el proceso de solicitud para constituir la Zona de Reserva Campesina de las Cabeceras de los Ríos San Pedro y Orteguaza (ZRC Cabeceras Orteguaza-San Pedro) que, segun ACOMFLOPAD, Giraldo apoyó y lideró.
“La vulneración al ejercicio propio de las dirigencias sociales campesinas en el Caquetá, la estigmatización a la figura de ZRC, el no reconocimiento a los derechos del campesinado en Colombia, la agudización del conflicto en el marco del incumplimiento a la implementación del Acuerdo de paz, sumado a la poca acción del gobierno nacional en materia de protección a las comunidades campesinas, ponen en riesgo los liderazgos sociales”, es parte de la denuncia que la Asociación hizo a través de un comunicado publicado el 16 de julio.
Días antes, el 10 de julio, se llevó a cabo un Consejo Extraordinario de Seguridad a cargo de Gerson Enrique Gaviria, alcalde de El Doncello, junto a la Defensoría del Pueblo, Personería, Policía, Ejército y Gaula Militar. “Ya se activaron todos los protocolos de búsqueda por parte de las autoridades. Ya se hizo la denuncia oficial por parte de la familia y tenemos que aunar en la búsqueda, a la cual se han unido las comunidades de ese sector del municipio”, dijo Gaviria sobre este espacio, a medios locales.
Sin respuestas ni voluntad política para dar garantías
“Esta serie de fenómenos se han venido presentando después del 19 de junio, (cuando volvieron las delegaciones desde Altamira a Caquetá)”, explica Rigoberto Abello de COORDOSAC, sobre el panfleto y amenazas contra dirigentes sociales, así como la desaparición de Giraldo y el asesinato de Gaviria.
Según él, mientras las organizaciones sociales, líderes, campesinos y campesinas han estado trabajando en socializar en cada territorio los Acuerdos de Altamira, la respuesta del Gobierno frente a lo que ganaron ha sido insuficiente. En cambio, la situación de seguridad se ha vuelto más compleja desde que regresaron del departamento vecino.
Eso ha afectado el proceso organizativo que se estaba gestando desde que volvieron del Huila y empezaron a planificar el trabajo que seguiría, para contarle a la gente lo que significan esos acuerdos y avanzar en su implementación. Por mencionar un hecho, después del asesinato de Gaviria se convocó un encuentro de vocerías pero esta vez, las personas de La Montañita y Solano no asistieron por la zozobra y el miedo que tienen.
A eso hay que sumarle la estigmatización que hay alrededor de la movilización y organización social. “Lo que sí ha pasado, como siempre, es que se insiste en el discurso de que esto es culpa de las disidencias. -argumenta Abello- Cuando realmente lo que vemos allí es que hay un contubernio con unos poderes locales que se sintieron amenazados, de alguna manera, con el Paro. Y ahora, de alguna forma, están tratando de tomar represalias. Eso empezó desde que llegamos nosotros”, concluye.
De acuerdo con él, varios hechos lo demuestran, entre esos, el que la presidenta de la Asamblea Departamental de Caquetá, la diputada por el Partido Liberal, Elvia Medina Claros, hiciera declaraciones contra quienes se movilizaron:
“Hay una grabación de la Asamblea en la que la actual presidenta, Elvia Medina, dice que la gente del Paro fue enviada por las disidencias y que entonces, eso fue realmente una orquesta entre narcoterroristas y mensajeros de la guerrilla. Eso se lo están manifestando a los poderes locales y mire el resultado”, sostiene Abello.
Por el momento no tienen respuestas concretas de las autoridades frente a una investigación que dé cuenta del por qué asesinaron a Gaviria. Se sabe que su familia, que tiene miedo de seguir denunciando, sí llamó la atención sobre una llamada que recibió el dirigente social, en la que le advertían que se cuidara porque ya “sabían que era un guerrillero”, dice Abello al hablar con PACIFISTA!
De este suceso y otros sí ha estado al tanto el sistema de Naciones Unidas y la Defensoría del Pueblo. “Para nadie es un secreto que la situación de seguridad en el departamento de Caquetá es preocupante”, es lo primero que responde Gerney Calderón, Defensor regional, a la pregunta de PACIFISTA! sobre cuál es su lectura de lo que está sucediendo y qué medidas pueden tomar desde esta entidad.
“Estos hechos nos llevan a colegir que las autoridades deben robustecer y fortalecer los temas de protección y prevención en los diferentes escenarios y de manera direccional a los líderes sociales, para la garantía de sus derechos y la preservación de su vida e integridad”, continúa.
Desde la Defensoría se puede incidir haciendo advertencias en el Sistema de Alertas Tempranas, analizando contextos, instando a las autoridades para que protejan los derechos de los líderes y lideresas, activando rutas de protección y siguiendo caso a caso, explica. Es una situación que, de acuerdo con Calderón, atraviesa el derecho y las garantías de paz que hay en todo el departamento, por lo que es urgente que se tomen medidas.
La incertidumbre sigue, pero las y los dirigentes seguirán organizándose para que se cumpla lo que han logrado gracias a la movilización y a su liderazgo. Todo, a pesar del silencio del gobierno frente a los Acuerdos de Altamira, la falta de voluntad política para cumplir el Acuerdo de paz y para dar soluciones y garantías de seguridad.
Oime Ochoa insiste en que las entidades saben del panfleto y de las amenazas que él y otras personas enfrentan, “¿pero que yo sepa que haya habido resultados? Lo único que yo estoy pidiendo a las autoridades es: ¿por qué no investigan realmente de dónde salió?”, se pregunta. Su llamado es el de otros que, como él, exigen respuestas sobre lo que está sucediendo en Caquetá.
A Laura, quien escribió este texto, la pueden encontrar acá.
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