La emergencia sanitaria por cuenta del Covid-19 se ha llevado la atención de todos, pero las quemas en la Sierra Nevada de Santa Marta, en la frontera con Venezuela y en la Amazonia continúan y de paso afectan aún más la mala calidad del aire de varias ciudades del país.
Por: Antonio José Paz Cardona*
Este artículo fue publicado originalmente en Mongabay Latam, portal independiente dedicado al periodismo ambiental, en una alianza con ¡Pacifista!.
El aislamiento preventivo obligatorio que se vive en Colombia desde el 25 de marzo generó expectativa sobre la mejora de la calidad del aire en ciudades como Bogotá, Medellín y Bucaramanga. En las dos primeras, las restricciones de movilidad comenzaron cuatro días antes. La dramática reducción de emisiones provenientes del transporte hacía pensar que la contaminación disminuiría, pero los incendios en la Amazonía, la Orinoquía y el Caribe no han permitido que eso suceda con la velocidad que se esperaba.
La plataforma del Índice Bogotano de Calidad del Aire (Iboca) y el Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (Siata) registraron niveles de contaminación elevados durante la primera semana de cuarentena, los cuales estuvieron relacionados fuertemente con los incendios que, entre diciembre y los primeros días de abril, se suelen presentar en la parte norte de Sudamérica.
La situación no solo ha sido crítica en Medellín y Bogotá sino también en Bucaramanga y Cúcuta —la ciudad más grande en la frontera con Venezuela—, donde se suma otro problema: no tienen datos en tiempo real sobre la calidad del aire. De hecho, desde hace varios días es tendencia en Twiiter #CúcutaSeAsfixia.
La Sierra Nevada de Santa Marta, en el Caribe colombiano, ha ardido en diferentes puntos durante más de una semana y uno de los incendios, que duró casi cinco días, apenas fue controlado el pasado martes 31 de marzo. La Amazonía también padece el mismo mal. En el departamento de Caquetá se han dado numerosas conflagraciones en los últimos días. Todo esto empeora la calidad del aire que se respira en varias regiones del y ocurre en momentos en que el país está concentrado en atender la emergencia sanitaria por el Covid-19, una enfermedad que, al igual que la contaminación del aire, afecta el sistema respiratorio.
Mala calidad del aire en épocas de pandemia
Que exista una buena calidad del aire en momentos de una pandemia que genera enfermedades respiratorias se ha convertido en un reto para muchas regiones de Colombia. Carolina Urrutia, secretaria de Ambiente de Bogotá, ha dicho en varias ocasiones que mejorar la calidad del aire es una prioridad porque esta también se relaciona con afectaciones a la salud, principalmente a nivel respiratorio.
Hasta el momento, diversos estudios afirman que el Sars-Cov-2 —nombre científico del virus que produce la enfermedad Covid-19— no se transmite a través del aire. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dicho que “los estudios realizados hasta la fecha apuntan a que el virus causante de la Covid-19 se transmite principalmente por contacto con gotículas respiratorias, más que por el aire”.
Aun así, mantener una buena calidad del aire es indispensable en estos momentos. Luis Belalcazar, profesor de la Universidad Nacional de Colombia y experto en calidad del aire, asegura que no es una buena idea tener mala calidad del aire en una ciudad porque esto debilita el sistema respiratorio de las personas y “un sistema respiratorio débil puede ser más propenso a los virus, aunque es algo que científicamente, en el caso del Covid-19, todavía no es muy claro ni está probado”.
Lo cierto es que, en medio de la pandemia, muchas regiones de Colombia sufren por los incendios y muchas ciudades por la calidad del aire que respiran. La esperanza actual está en las proyecciones del Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea —Copernicus—, que muestra tendencias de mejora para los próximos días.
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) ha informado que la presencia de lluvias en Bogotá y Medellín ha sido un factor determinante para que continúe mejorando la calidad del aire. Por su parte, la bióloga Dolors Armenteras, profesora de la Universidad Nacional de Colombia y directora del grupo de investigación Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (Ecolmod), asegura que el tema de fondo es que la contaminación del aire en este momento proviene de las quemas, así que los esfuerzos se deben dirigir a “prevenir y atender adecuadamente los incendios”.
Cúcuta se asfixia
Los cucuteños están preocupados. Son muchos los ciudadanos que aseguran no recordar una contaminación del aire tan evidente como la que están viviendo durante esta cuarentena. De hecho, la capital del Norte de Santander, en frontera con Venezuela, no suele estar en las noticias sobre mala calidad del aire en Colombia.
A pesar de esto, los expertos que trabajan en el tema, como el profesor Luis Belalcazar, afirman que hoy la gente está más alerta y los problemas de calidad del aire son más visibles. “Siempre se han presentado episodios de contaminación sobre todo en el norte, centro y oriente de Colombia pero ahora hay más información disponible”.
Jairo Yañez, alcalde de Cúcuta, ha realizado recorridos por toda la ciudad y ha dicho que la situación que se vive se debe a varios factores como la bruma baja, la falta de viento que no ha permitido la circulación del material particulado proveniente de incendios en Colombia y Venezuela, y la quema de basuras al otro lado de la frontera.
Sobre ese tema también se ha pronunciado Gregorio Angarita, director de la Corporación Ambiental de Norte de Santander (Corponor), quien ratificó que parte de la contaminación proviene de quemas en Venezuela, puntualmente en las zonas de Ureña, San Antonio y La Mulata. “Por otro lado, provienen también de actividades industriales de petróleo y procesamiento de arcilla en Cúcuta”, agregó Angarita, quien se refirió a 32 focos de fuego en Norte de Santander que también estarían afectando la calidad del aire.
La presión por la situación de Cúcuta fue tanta que el Gobierno Nacional activó sus canales diplomáticos para abordar el problema en conjunto con el gobierno venezolano. Los ministerios de Ambiente y Relaciones Exteriores le solicitaron a la gobernación de Táchira una visita, en compañía de Corponor, al vertedero de basuras de Pedro María Ureña “a fin de verificar las condiciones y, si fuera necesario, prestar el apoyo requerido para la mitigación del impacto contaminante de cualquier actividad evidenciada en el terreno”, dice un comunicado conjunto de los ministerios colombianos.
Las dos entidades además solicitaron el apoyo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para que transmita a Venezuela la grave preocupación que genera el deterioro de la calidad del aire en la ciudad de Cúcuta “y su potencial impacto sobre la salud pública y en especial por la amenaza planteada por la pandemia del Covid-19”.
Como los vientos generalmente soplan de oriente a occidente, la contaminación causada por los incendios en Venezuela se va trasladando a Colombia. Sin embargo, no se puede perder de vista que también se presentan fuegos en el nororiente colombiano, así que la quema de basuras en el estado venezolano de Táchira no sería la única responsable de lo que ocurre.
Por su parte, Corponor ordenó la suspensión temporal de las actividades generadoras de emisiones de gases contaminantes y cercanas a la frontera “para descartar otras posibles fuentes de humo diferentes a las quemas en la zona de Ureña”.
Pero el asunto se vuelve más preocupante porque Cúcuta, como sucede con casi todas las ciudades colombianas, no tiene mediciones de la calidad del aire en tiempo real. Corponor tiene equipos de monitoreo manual, toma muestras en el ambiente, se llevan a laboratorio y se analizan. Después de unos días se tiene un resultado. “No están disponibles en tiempo real, que es lo que se busca en calidad del aire. Saber cómo estuvo el aire que se respiró hace tres días no es útil para tomar decisiones”, dice Belalcazar.
El investigador comenta que solo Bogotá y Medellín presentan sus resultados en tiempo real y que Cali, Bucaramanga y Barranquilla también toman mediciones en tiempo real pero que, por razones que desconoce, no reportan los datos.
Por lo general el contaminante PM 2,5 es el que suele estar por encima de los máximos permitidos en Colombia, pero Belalcazar señala que desde el año pasado ha empezado a notar altos niveles de ozono (O3) en Medellín y Cúcuta, lo cual es preocupante porque “agrava enfermedades respiratorias como el asma y causa irritación en ojos, nariz y garganta. Además afecta las cosechas, deteriora las hojas de los cultivos y afecta la producción”.
Incendios en el Caribe y la Amazonía
Desde hace cerca de 10 días, la Sierra Nevada de Santa Marta ha presentado incendios en diferentes puntos. Decenas de videos grabados en la ciudad de Valledupar, en el Caribe, mostraban los extensos fuegos. Aunque se fueron controlando, desde el viernes 27 de marzo y hasta el martes 31 de marzo, un incendio que inició en la vereda Tigrera, en zona rural de Santa Marta, consumió cerca de 600 hectáreas.
En la Amazonía, como suele suceder siempre para esta época del año, han continuado los incendios principalmente en el piedemonte amazónico de Caquetá y en el Guaviare. La Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonía (Corpoamazonia) alertó que entre el viernes 27 y el sábado 29 de marzo se reportaron 748 puntos de calor activos en el municipio de San Vicente del Caguán y 501 en Cartagena del Chairá, algunos de los cuales abarcan áreas de influencia de los límites del Parque Nacional Natural Serranía del Chiribiquete.
La organización informó que “personas inescrupulosas, aprovechando la emergencia sanitaria por causa de la expansión mundial del Covid-19, continúan realizando daños ambientales tan graves sobre áreas de especial importancia ecológica y áreas naturales protegidas en nuestra jurisdicción”; y solicitaron a órganos de control como la Fiscalía General de la Nación y el Ministerio de Defensa hacer presencia y control en estas áreas identificadas donde se realizan quemas descontroladas que generan más deforestación y afectan el cumplimiento de la sentencia que declaró a la Amazonía como sujeta de derechos.
Armenteras, quien también es experta en incendios, asegura que independientemente de la crisis por el Covid-19 lo que se ve actualmente en cuanto a incendios “es lo mismo que ocurre todos los años y eso es preocupante”, aunque los fuegos se generen en sitios diferentes. Por ejemplo, desde hace un tiempo Armenteras viene advirtiendo de la vulnerabilidad al fuego en la Sierra Nevada de Santa Marta y la reserva Nukak en la Amazonía. Para la investigadora la diferencia es que, en un escenario tradicional donde no estuviera la pandemia, esta temporada de incendios habría tenido un poco más de protagonismo en las noticias.
Con información del satélite Viirs, Armenteras revisó los focos de calor activos en el departamento del Magdalena, donde se encuentra gran parte de la Sierra Nevada de Santa Marta. Los análisis son para los periodos de enero a marzo de los últimos cuatro años. En esos meses se suele dar el pico en el número de incendios. Encontró un aumento constante. En 2017 se reportaron 1959 focos de calor, 3721 en 2018, 4898 en 2019 y 5013 en 2020.
También le preocupa el aumento de focos de calor que se estaría dando en los Llanos Orientales y la conocida tendencia de incendios en la Amazonía norte del país que no da tregua. La investigadora asegura que se necesita un adecuado manejo de incendios ya que con el cambio climático estos no se podrán evitar. La apuesta es a controlarlos, “que se den menos y que, cuando ocurran, tengan menor impacto e intensidad”, afirma la bióloga.
Desde hace un año y medio Armenteras y su grupo Ecolmod vienen trabajando en una propuesta de ley de manejo integrado del fuego. El 16 de marzo se iba a presentar la ponencia en el Congreso pero justo esa semana el Gobierno Nacional empezó a tomar las medidas restrictivas para tratar de contener el Covid-19 y el tema quedó pausado hasta que pase la emergencia.
El manejo integral del fuego es un tema vital para Colombia, pues cada año se siguen viendo las mismas cifras escandalosas de tala y posterior quema de bosque para acaparar tierra que luego se dedica a actividades ilegales. Además, Armenteras considera que es un tema con muchas aristas, pues el fuego se puede analizar desde tres puntos de vista: como un disturbio natural, como una catástrofe ecológica o como una práctica de manejo.
“Es natural en tanto hay unas especies y ecosistemas que están habituados al fuego, el problema es cuando se altera la naturalidad en que se da; es una catástrofe ecológica porque existen ecosistemas que no están acostumbrados a él y donde no debería existir porque se pierde toda la biodiversidad y, es una práctica de manejo ancestral que durante mucho tiempo se utilizó muy bien pero ahora vemos que se utiliza muy mal”, explica Armenteras. Sin duda este será un tema prioritario cuando el Congreso comience a legislar nuevamente, pues el pasado 17 de marzo debía instalar un nuevo periodo legislativo. Pero debido al Estado de Emergencia decretado por el presidente Duque no han retomado actividades y esto ha generado todo tipo de críticas en el país.
*Antonio es periodista y editor para Colombia y Ecuador de Mongabay Latam. Trabajó en la revista revista Semana Sostenible durante cerca de 6 años. En 2015 ganó el Premio Amway de Periodismo Ambiental.