'Lo de Tumaco no tiene nombre en un país que se dice en paz' | ¡PACIFISTA!
‘Lo de Tumaco no tiene nombre en un país que se dice en paz’
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‘Lo de Tumaco no tiene nombre en un país que se dice en paz’

Staff ¡Pacifista! - octubre 6, 2017

Lo dice el gobernador de Nariño, Camilo Romero, quien se reunió con líderes sociales y representantes del Gobierno para aclarar las muertes de Alto Mira.

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Camilo Romero, gobernador de Nariño. Foto: Cortesía – Gobernación de Nariño.

Este artículo forma parte de nuestro Proyecto Coca – Misión Rural. Para ver todos los contenidos haga clic acá

La muerte de ocho personas en el consejo comunitario de Alto Mira, Tumaco, develó la fragilidad del posconficto en Nariño. El episodio, en el que además 54 personas resultaron heridas, es objeto de investigación por una mesa interinstitucional conformada por Fiscalía, Procuraduría y Defensoría del Pueblo. Hasta ahora, la única certeza es que el caso está relacionado con la erradicación de cultivos ilícitos que está desarrollando la Fuerza Pública en la zona. Que sean grupos criminales que se oponen al proceso de erradicación, como lo dijo el presidente Juan Manuel Santos, sigue siendo una de las hipótesis del trágico suceso.

En la población local se escuchan diferentes versiones: que los campesinos hicieron una cadena humana para evitar la erradicación forzada y los militares atacaron, que las disidencias de las Farc utilizaron a los campesinos como escudo para seguir sosteniendo el negocio de la coca y que la masacre es un fiel reflejo de la ausencia de diálogo y confianza ente el Estado y la población. Todas estas versiones han llegado a oídos del gobernador de Nariño, Camilo Romero, quien se reunió en la mañana de este viernes con las organizaciones sociales del departamento. En horas de la tarde, después de presidir un comité extraordinario de seguridad, habló con ¡Pacifista! sobre los vacíos evidentes en la implementación del posconflicto.

¿Cuál es su diagnóstico después de asistir al Comité de Seguridad en Tumaco?

Nosotros no vivíamos algo así desde la violencia de las cocaleras en 1996. Desde entonces no se veía un drama como el que está viviendo el departamento de Nariño y puntualmente Tumaco en su zona rural. Es muy lamentable. Desde el sur del país quiero decirle a todos los colombianos que la apuesta por la paz que se hizo desde Nariño no se corresponde con estos actos. Estos hechos parecen de otras épocas, de otros tiempos. La apuesta que hicimos por la paz era para crear oportunidades, no para ver imágenes dantescas como las que el país ha conocido.

Aunque los hechos son materia de investigación, algunas hipótesis señalan que las disidencias utilizaron a los campesinos para evitar la erradicación de cultivos. ¿Usted lo cree así?

Hay muchas versiones. La verdad hay una complejidad en el territorio, principalmente una complejidad entre colonos que llegaron desde hace varios años a Nariño provenientes de otros departamentos. Ellos han estado en territorios afros y  ahí se han presentado disputas incluso entre la misma población. Hay una situación y un contexto difícil pero lo cierto es que lo que ha sucedido no tiene nombre en un país que dice estar en paz. Quiero reclamar para Nariño el mismo trato de paz para todo el país.

¿Y sobre la hipótesis que dice que fue la Fuerza Pública la que abrió fuego?

No hay certezas de que haya sido el Ejército.

Una queja constante en Tumaco es que no avanzan los proyectos de sustitución de cultivos contemplados en el Acuerdo de La Habana…

Es cierto que requerimos acelerar ese proceso de manera urgente. Desde la Gobernación tenemos toda la disposición. Tenemos 14 personas trabajando para poder avanzar en esta tarea. Sin embargo, lo cierto y lo más preocupante de todo son los recursos: ¿Dónde están los recursos suficientes para poder llegar con prontitud a todo el territorio del departamento de Nariño? Le doy este dato: fueron aprobados 300.000 millones de pesos por el Congreso en la adición presupuestal  para este tema de cultivos ilícitos. Son insuficientes, pues tan solo en el departamento se requieren 1 billón de pesos. Esa es la realidad.

¿Cuáles son las principales dificultades que tiene el programa de sustitución de cultivos?

Sin duda alguna lo que se requiere es una presencia institucional del Estado en el territorio, es decir, se requiere el acompañamiento integral al tema de la sustitución de cultivos. En Nariño podemos tener la paz con las Farc, la paz con el ELN,  pero si no se superan los cultivos de uso ilícito y la minería ilegal, ahí está el combustible para cualquier nueva guerra.

¿Cuál es su opinión frente a nuevos grupos como ‘La gente del Orden’ y algunas disidencias de las Farc en Tumaco?

No quiero entrar en el debate sobre si son nuevos grupos o disidencias, lo cierto es que hay presencia de grupos armados ilegales, esa es la realidad que tenemos que enfrentar. De lejos, debemos aceptarlo, hay presencia de grupos ilegales armados en el departamento de Nariño y necesitamos todo el accionar de nuestra fuerza pública. Hay que tener un criterio claro que es el que ha trazado la Gobernación de Nariño frente a los cultivos de uso ilícito: negarnos a la fumigación y frente a la erradicación, si se hace, no debe comprometer nunca la vida de las personas.

Por último le apostamos a la sustitución de cultivos de uso ilícito. En Nariño han sido cientos de familias las que durante décadas han optado por la sustitución como una opción económica. A las personas que necesitamos sacar de la ilegalidad, estoy convencido de ello, solamente es posible hacerlo mediante el programa de sustitución. Ahí llegamos al mismo punto: ¿Dónde está el billón de pesos que necesitamos?

¿Qué le dijeron las organizaciones sociales en la reunión que sostuvieron esta mañana?

Por supuesto reclamaron lo que es normal y obvio: el rechazo a las acciones se presentaron. Segundo, exigieron celeridad en el tema del esclarecimiento de los hechos, que me parece pertinente y compartimos esa urgencia.

La apuesta que hicimos por la paz era para crear oportunidades, no para ver imágenes dantescas como las que el país ha conocido

¿El Estado llega tarde a Tumaco?

Lo que diría es que Tumaco tiene un valor estratégico que el Estado debe valorar, y por eso lo debe acompañar. No puede dejar solo a Tumaco en esta estigmatización que se está presentando con lo que ocurrió. Estas cosas las queremos superar porque Tumaco tiene una potencialidad inmensa. Lo que es triste es que haya sido la criminalidad la que haya entendido el valor estratégico de Tumaco y no el Estado.

¿Qué se está haciendo frente al desempleo, que alcanza un 80%?

Por eso creemos que lo importante es garantizar la presencia institucional del Estado en el territorio. Se requiere mucha más presencia, y en eso ha insistido la Gobernación. Una presencia seria del Gobierno se traduciría en la mejora de esos indicadores. Deberíamos enfocarnos en ese camino.

¿Se han visto efectos positivos del Plan Pazcífico?

Estamos por verlos, diría yo. Ya están los recursos, son préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. Esperamos que pronto se puedan ver y así logremos concretar un acueducto y alcantarillado para Tumaco, que hoy sigue necesitando agua potable.  El billón de pesos del que hablé anteriormente, aclaro, es exclusivamente para la sustitución de cultivos. Se necesitan además otras inversiones en educación, salud y servicios públicos. El reflejo superior de que funcionan estos proyectos lo puede demostrar la sede de la Universidad Nacional en Tumaco, que es la que más recibe solicitudes de inscripciones en todo el departamento. Los jóvenes están buscando oportunidades.

¿Qué mensaje les da a las familias que están en el proceso de sustitución de cultivos con el Estado?

Comparto un abrazo solidario.  Les digo que esto no puede ocurrirnos en un país que le apostó a la paz. Acá en Nariño no queremos seguir contando muertos. Queremos y merecemos la paz del resto del país.