Los centrales de la Selección Colombia vienen de Caoloto y Guachené: de dos de los municipios que más han vivido el conflicto armado.
Yerry Mina tiene 26 años. Nació el 23 de septiembre de 1994 en Guachené, y creció en un hogar humilde de este municipio de unos 20.000 habitantes, poblado principalmente por comunidades afro. Guachené queda a unos 30 kilómetros de Cali y a unos 90 de Popayán y es un municipio productor, sobre todo, de plátano y cítricos. No obstante, como otros municipios del norte del Cauca, es codiciado por los grupos armados, como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC).
Hace poco más de un año, el Barcelona contrató a Mina por 5 años y le pagó al Palmeiras 11,8 millones de euros (más o menos 40 mil millones de pesos colombianos) por su transferencia y después fue fichado por el Everton de Inglaterra, que pagó 30 millones de euros por tenerlo en el equipo. En su momento fue el segundo traspaso millonario de un central colombiano, pues a comienzos de la temporada 2017/18, Davinson Sánchez fue contratado por el Tottenham inglés, que le giró al Ajax de Holanda 46 millones. Sánchez, curiosamente, nació en Caloto, un municipio contiguo a Guachené, también afectado por el conflicto armado.
Estos dos municipios, ubicados en el norte del Cauca, han sido históricamente escenarios del conflicto armado, principalmente por la pelea por las tierras entre indígenas y grandes latifundistas. Hay que recordar que uno de los grandes reclamos de la última Minga que tuvo pendiente al país era ese: que el Estado atendiera los el pedido que desde hace años hacen los indígenas en esa región por el tema de tierras. Cerca de 40.000 hectáreas de tierra, sumado al respeto de una autonomía territorial y política eran las principales exigencias de los indígenas.
Cinco años antes de que Dávinson Sánchez naciera, en el 1991 ocurrió la Masacre de El Nilo: agentes de la fuerza pública y paramilitares asesinaron a 21 indígenas paez en el municipio de Caloto. A los pocos días, el periodista Enrique Santos escribía que “la lucha por la tierra en el Cauca ha enfrentado desde siempre a viejos latifundistas y comunidades indígenas”.
Y en los últimos años, el factor del narcotráfico se ha sumado a las razones del conflicto en esta zona. Dada su condición geográfica esta zona del departamento del Cauca permite la fácil movilización de actores armados hacia el Pacífico, pasando por la cordillera Occidental, o hacia el interior del país, por la cordillera Central. El abandono estatal también es un factor que es atractivo para los grupos armados, a quienes se les facilita desarrollar actividades ilegales como narcotráfico o minería ilegal.
“Esta es una zona muy convulsionada”, cuenta Antonio Palechor, residente del norte de Cauca y miembro del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric). “La violencia está aquí desde hace más de 50 años, prácticamente desde la creación de las Farc. Luego vino el paramilitarismo y ahora están las bandas criminales”.
El norte de Cauca es importante para los grupos al margen de la ley por su salida al océano Pacífico. “Este es un punto estratégico por las rutas al mar. Las bandas criminales construyen sus trochas y caminos para transportar drogas y minería ilegal que viene de pueblos de esta región como Corinto”, dice Palechor.
No es necesario ir muy lejos para dimensionar el impacto del conflicto armado en el Cauca. Justo después de que el presidente Duque se posesionara hubo atentados con explosivos en siete municipios de esa región.
El desplazamiento forzado, por ejemplo, sigue siendo un problema sin resolver en el Cauca. De hecho, en comparación con 2017 aumentaron los desplazamientos, según la Unidad de Víctimas. Según Eduardo Álvarez, director de la Fundación Ideas para la Paz, “en el norte del Cauca las agresiones están dirigidas a silenciar a los líderes que le están apostando a la sustitución de cultivos de marihuana y coca”. Esta situación se debe, según Álvarez, al interés de grupos por controlar las zonas que antes dominaba el Frente 6 de las Farc y así lucrarse de las rentas ilícitas. Además de grupos residuales del paramilitarismo, a la zona también han llegado personas con brazaletes del ELN.
Por si fuera poco, el Cauca ha sido el departamento con mayor número de líderes asesinados desde que se firmó el Acuerdo de paz.
Yerry Mina y Dávinson Sánchez son oriundos de esta región. Nacieron, como tantos colombianos, con este pasado a cuestas. Y son conscientes de ello. Mina, por ejemplo, creó en 2016 una fundación con su nombre, que fue responsable de la construcción de un complejo deportivo que hoy en día beneficia a más de 2.000 personas. “Ese tipo de cosas” dice Palechor, “así sean lejos, hacen que aquí no se hable de secuestros y de muerte sino de cosas mejores como fútbol”.