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Volver la mirada

Staff ¡Pacifista! - abril 27, 2016

Esta exposición itinerante viajó a cinco colegios en diferentes partes del país para sensibilizar con la extrema y dura realidad de la guerra, esa que se vive en cualquier bando.

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Por Silvie Ojeda

Hace siete años creí, junto con un grupo de amigos a quienes al igual que a mí les dolía la violencia y la guerra, que podíamos construir formas para apoyar a las comunidades desplazadas en la difícil tarea de retornar a sus territorios.

Gracias a Jeannette Perry, entonces presidenta de Cirec, una organización que hacía apoyo psicosocial a poblaciones afectadas por minas antipersonal, creamos una metodología de apoyo al retorno a través de la cultura. Renace Bajo Grande fue el nombre de la metodología para acompañar a la población que fue desplazada después de que el Bloque Héroes de los Montes de María de los paramilitares cometiera, el 28 de septiembre de 1999, una masacre horrenda y barbárica, como las otras muchas que sufrió esa región.

Comenzamos yendo al barrio Villa Alegría a las afueras de San Jacinto, donde estaba desplazada la comunidad de Bajo Grande y hablamos con las mujeres, jugamos con los niños y poco a poco los íbamos invitando a hacer parte de nuestro sueño: utilizar las prácticas culturales para generar arraigo al territorio y lograr un retorno real y duradero, a pesar de las huellas de la masacre y el horror.

Fotos: Silvie Ojeda

Al cabo de varios viajes a Villa Alegría, decidimos junto con la comunidad que había que ir a Bajo Grande, tomar una carretera abandonada casi imposible de transitar, llena de barro y piedra, y empezar a habitar ese pueblo solitario, enmontado, de casas vacías sin puertas, de calles sin alumbrado. Uno de nuestros primeros recorridos por el pueblo nos llevó a la escuela, también abandonada, allí sentí por primera vez ese frío helado en los huesos que se siente cuando está cerca la muerte.

Los grupos paramilitares que controlaban la zona usaban estas edificaciones abandonadas como lugares de concentración y táctica, sus pisadas estaban frescas en el barrio y allí, en el tablero, escrito como una sentencia: “Velazco, asegure el kit explosivista”, más abajo una frase abnegada rezaba: “Si la muerte yega en el mejor momento del combate, bienvenida sea” (sic).

Tomé fotos y sentí miedo de la guerra que habitaba un lugar donde sólo debería existir la alegría de los niños jugando y aprendiendo. Pero en Bajo Grande ya los niños no estaban, muchos ni siquiera podían estudiar y nuestra llegada con gaitas y tambores, con yeso para hacer máscaras, con témperas y cuentos infantiles, ofrecía una nueva esperanza.

Fotos: Silvie Ojeda

A nuestras intenciones de apoyar el retorno nunca se sumó el Estado, el Gobierno, la Gobernación, ni la Alcaldía… Así, mientras las ganas de volver de la gente de Bajo Grande crecían, las posibilidades reales desaparecían. Nunca llegó el arreglo de la carretera, ni el agua, ni la energía eléctrica, la gente no pudo retornar.

Los recuerdos de Bajo Grande nunca se han borrado de mi memoria y las fotos reposan seguras en un disco duro que atesora mis recuerdos. Hace un par de meses, al ser convocada para un proyecto de exposición fotográfica con el Centro Nacional de Memoria Histórica sobre el uso de los niños en la guerra, recordé la foto del tablero y la usamos, junto con otras de rostros de niños combatientes, de niños desmovilizados, de excombatientes adolescentes embarazadas, de niños con armas, entre muchas otras imágenes impactantes y, por qué no, tristes.

Fotos: Silvie Ojeda

La exposición itinerante “Volver la mirada” viajó a cinco colegios en diferentes partes del país con la intención de sensibilizar a los observadores con la extrema y dura realidad de la guerra, esa que se vive en cualquier bando. También se montó en la Feria del Libro de Bogotá en un espacio que quiso convertirse en salón de clase con paredes de tablero que invitan al público a expresarse después del recorrido.

Hoy, un profesor de colegio estuvo un rato parado frente a la foto del tablero y cuando fue invitado a expresar su sentimiento después de recorrer la exposición, escribió encima de ella: “Velasco: leer el Quijote. – hacer resumen-“

Así se construye la paz en un país donde esperamos que los libros vuelvan a los salones de clase y las armas nunca más sean usadas. Aunque tengan que pasar siete años para que esa foto cobre sentido y yo, entonces, tenga que volver la mirada.

Exposición “Volver la mirada”, Stand del Centro Nacional de Memoria Histórica, Pabellón 19, FILBO 2016.