Tras bambalinas: así cambió el Museo de Memoria en las manos de Acevedo | ¡PACIFISTA!
Tras bambalinas: así cambió el Museo de Memoria en las manos de Acevedo Ilustración: Juan Ruiz
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Tras bambalinas: así cambió el Museo de Memoria en las manos de Acevedo

Santiago A. de Narváez - marzo 3, 2020

Hablamos con empleados del Centro, miembros del equipo y con el pasado Director del Museo de Memoria para entender cómo fueron los cambios impuestos por Darío Acevedo el año pasado en el Museo de Memoria Histórica.

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Este texto hace parte del especial Memoria Amenazada. Para leer todas las entregas, haga clic acá.

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El Museo de la Memoria en Colombia no se construye todavía y ya tiene salas demolidas. Después hablaremos de eso. Ahora, si solo nos metemos con su ejecución, hay que decir que primero se habló de un periodo de construcción de dos años que lo dejarían listo en 2018. Y no. Luego se movió un año más y otro y otro más. Los cálculos de hoy hablan entregar el edificio en 2022, antes de que termine el mandato del presidente Duque.

“El museo es al final un edificio con seis salas. En este momento habría seis salas vacías. Y (Darío) Acevedo puede hacer básicamente lo que quiera en esas salas”, responde R*** cuando le pregunto por la construcción del Museo de Memoria, el edificio que reemplazará, al cabo de diez años de cumplida la Ley de víctimas, al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

R*** no quiere hacer público su nombre porque trabaja desde hace un tiempo (no diremos cuántos pero son varios años) en el CNMH y ha visto cómo el cambio de Gobierno y en especial el cambio de Dirección en el CNMH afectó de manera grave uno de los lineamientos básicos que quedaron consignados en la Ley de víctimas de 2011.

—De la gestión de Acevedo lo que más me preocupa es el Museo. El Museo es lo que va a quedar en el futuro, cuando todo esto se acabe —advierte R*** en la banca de un parque industrial, bajo nubes inexistentes, y dando inicio a la entrevista. (R*** aparecerá nuevamente solo hasta el final del texto).

LA “REVISTICA” DE LA DISCORDIA

Entonces: la Ley de víctimas y restitución de tierras de 2011 le encargó al recién creado CNMH el diseño, la creación y la administración de un Museo de la Memoria, “destinado a lograr el fortalecimiento de la memoria colectiva acerca de los hechos desarrollados en la historia reciente de la violencia en Colombia”.

En 2012 se inició el proceso de diseño y construcción del Museo y la figura empezó a marchar en forma en 2014, como una Dirección dentro del CNMH. Su primer director fue Juan Carlos Posada, pero fue bajo la dirección de Martha Nubia Bello que se impulsó la construcción de los conceptos y lineamientos que tendría el Museo.

“Es una trabajadora social con una experiencia amplísima con víctimas”, asegura G***, mientras el periodista escucha y toma sorbos de un té quizás demasiado costoso. Su gran legado fue establecer la manera en que el Museo se relaciona las víctimas, para que no sea un lugar aislado sino un lugar de construcción colectiva, comunitaria, donde las voces de las víctimas importen.

G*** no quiere hacer público su nombre porque trabajó durante muchos años (tampoco diremos cuántos) en el CNMH y fue cercana a los procesos y debates que se dieron en el Museo, pues no se trataba (no se trata) de un Museo convencional; no es un museo de arte o de historia. Es un Museo en un sentido más político y amplio, mucho más similares a museos de memoria y derechos humanos como los de Chile o Argentina.

—El gran legado de Martha Nubia —continúa G***- fue dejar los lineamientos conceptuales listos.

G*** saca un libro de su mochila y me lo enseña. La portada dice ‘Lineamientos conceptuales y el guión museológico’, publicado en 2017. Es, en términos generales, la hoja de ruta de lo que se va a decir en el Museo de Memoria.

Bueno. Y cómo.

¿Cómo se narra una guerra que ha durado media docena de décadas? ¿Desde qué puntos de vista? ¿Con qué técnicas narrativas? ¿Qué decidimos meter en el saco de la elipsis? ¿Qué decidimos contar de manera explícita? ¿Qué personajes? ¿Qué narradores utilizar? ¿Qué tono? ¿Qué voz?

Al final del libro, dice G*** mientras pasa las páginas a toda velocidad, están todos los procesos que se hicieron con las comunidades: los talleres, los encuentros locales con las víctimas. Esto no se hizo de un día para otro, tardó casi cuatro años en construirse. Se construyó a través del diálogo con artistas, víctimas, académicos, etc. Al punto que G*** garantiza de manera casi definitiva que es imposible decir que alguien quedó por fuera de la discusión.

‘Lineamientos conceptuales y guión museológico’ recoge además diálogos exploratorios, talleres museológicos, encuentros regionales; talleres piloto para la construcción participativa y encuentros con víctimas a nivel local, regional y nacional; además de eventos públicos con expertos y académicos. Todo con el fin de volver real la idea de la “construcción social del museo”. Un borrador vivo, por llamarlo de alguna manera. 

De esos encuentros quedó consignado, por ejemplo, que el Museo tendría una función pedagógica, esclarecedora, comunicativa, de preservación y una función memorial. Asimismo estableció unos principios de participación, reconocimiento de la diferencia, pluralidad, autonomía y acción sin daño.

Mural de la Organización Femenina Popular.

Los objetivos del documento estaban nítidos: establecer criterios éticos para valorar el disenso y la pluralidad de voces, visibilizar los hechos esclarecidos y señalar responsabilidades, siempre evitando la polarización social; aportar a la comprensión crítica de la guerra y de los discursos que legitiman la violencia, de las causas del conflicto armado; salvaguardar la diversidad de lecturas; velar por la transparencia de la voz curatorial del Museo… 

‘Lineamientos conceptuales y guión museológico’ también estableció un eje narrativo. El Museo –al menos para la exposición piloto Voces para transformar a Colombia, curada por Cristina Lleras– tendría tres ejes narrativos: tierra, cuerpo y agua. En el documento se explicaba que esa apuesta narrativa “posibilita poner el relato de la guerra en un entramado histórico, humano y cultural, y a la vez contar y explicar de manera relacional las modalidades de violencia, los actores de la guerra, las dinámicas regionales y las experiencias, percepciones”. Hasta aquí, bien, normal.

ACEVEDO, EL DIRECTOR EDITOR

En febrero de 2019, el historiador Darío Acevedo se posesionó como nuevo director y reemplazó oficialmente a Gonzalo Sánchez, que había liderado el CNMH desde antes de 2011, cuando se llamaba Grupo de Memoria Histórica. Acevedo llegó y prescindió inmediatamente de los servicios de Luis Carlos Sánchez, en ese momento Director del Museo y con algunas funciones como Director General encargado.

“Luis Carlos —dice G***- protegió al equipo de Museo lo más que pudo porque ya se veía venir el cambio con Duque. Fue como un paraguas”.

Un paraguas porque -sigue G***- “como la contratación de Acevedo se demoró unos meses, Luis Carlos alcanzó a contratarnos a todos y alcanzó a sacar muchos contratos para que, cuando Acevedo llegara, ya estuviera todo el equipo contratado y él no pudiera hacer nada. Cuando se posesionó Acevedo, ya había todo un equipo contratado pero sin Director”.

El hecho es que el equipo de Museo se quedó a la deriva durante al menos tres meses, cuando Acevedo finalmente llevó a un Director de su cuerda: Rafael Tamayo. 

Al llegar, Tamayo fue puesto inmediatamente por su equipo (contratado durante la anterior Dirección) al tanto de lo urgente. 

“Para nosotros fue un limbo horrible”-reconoce G***- “fueron tres meses sin director, sin lineamientos, sin nada. Sin poder ejecutar plata. Nada”.

Una de las grandes preguntas que tenía el equipo de Museo durante los primeros meses del año pasado era si las exposiciones itinerantes iban a ser realidad o no. O qué. La explosión piloto Voces para transformar a Colombia, que se presentó en Bogotá y Medellín en 2018, tenía como objetivo presentarse en otras ciudades durante 2019. Por eso cuando llegó Tamayo los empleados contratados para ejecutar ese piloto le pusieron el tema sobre la mesa.

Lo primero que hizo Tamayo transmitirle la duda al Director General.

Cali era el siguiente destino de la exposición, pero Acevedo detuvo la itinerancia por considerarla muy costosa (cerca de 1.200 millones de pesos). Tamayo propuso entonces hacer con esa misma plata no una sino al menos tres exposiciones en tres ciudades: Se priorizaron Cali (que igual quedó), Villavicencio y Cúcuta con exposiciones más pequeñas, pero haciendo énfasis en las actividades culturales y artísticas. Así, ese año la estrategia consistió en hacer pequeñas exposiciones y eventos pero abarcar el mayor territorio posible.

Tamayo presentó ante comité lo que se iba a mostrar y en los últimos días de agosto la exposición llegó a Villavicencio. Fue un éxito en asistencia. “Salió todo superbien”, dice G***.

Hasta que Acevedo se enteró.

El Director General no fue a la exposición en Villavicencio. Distintas fuentes consultadas por ¡Pacifista! aseguran  que alguien le envió a Acevedo fotos de la exposición (que no era distinta a la que ya se había presentado en Bogotá y Medellín). El hecho es que  no le gustó lo que vio.

“Esa fue la alarma para Acevedo, ahí fue cuando dijo: algo raro está pasando en el Museo”,  opina G***.

RAFAEL TAMAYO, LA APUESTA QUE NO LE SALIÓ A ACEVEDO

La actual oficina de Rafael Tamayo queda en medio de una isla de silencio, si es que se puede llamar isla a una Biblioteca (la Virgilio Barco) y si es que puede haber silencio en algún momento del día en Bogotá.

En diciembre de 2019, cuando Tamayo salió de la Dirección del Museo de Memoria por diferencias con Acevedo, pasó a dirigir Biblored, la red de bibliotecas públicas de Bogotá. Diferencias de varios tipos pero, sobre todo, de tipo administrativo. Fue Director del Museo entre mayo y diciembre de 2019. Llegó a ese cargo porque Acevedo conocía su trabajo, además  le había dado clases de derecho a su hija. Tamayo hizo su doctorado en Historia en la Universidad Nacional, sede Medellín, donde Acevedo también era profesor. (Aunque nunca le dio clases a Tamayo). Se conocían, digamos, pero no tenían una relación íntima.

Al principio todo empezó bastante bien, el Director General parecía confiar mucho en el criterio administrativo y académico de Tamayo. ¿Qué pasó entonces? Para responder las preguntas nos sentamos a hablar con él.

—¿Cuáles eran sus planes para el Museo cuando asumió su Dirección?

—Yo quería darles continuidad a los procesos. En mi primer mes me dediqué a estudiar el museo, su trabajo. Me reuní con los dos directores anteriores, Luis Carlos y Martha Nubia, para tratar de entender los lineamientos.

—¿Y cuál era la intención de Acevedo?

—La intención de Acevedo era revisar el guión. Los guiones nunca son estáticos y Acevedo realmente de temas de museo no conocía mucho. Él leyó los lineamientos conceptuales, no le gustaron en general.

—¿Y qué pasó?

—Yo le dije que no se preocupara, que ahí había asuntos que se podían trabajar con las comunidades, con las víctimas, que eso no estaba escrito en piedra, que ahí había unos asuntos rescatables y muy útiles en los procesos de generación de exposiciones, pero que, como en cualquier institución, en la medida que la realidad cotidiana va sucediendo, se podían ajustar procesos.

—¿No había para él nada rescatable de los guiones?

—Pero no sólo de los guiones, su intención era hacer una revisión total. Para Acevedo cualquier documento que viniera de la administración anterior estaba sesgado o tenía una visión parcializada del conflicto. Cualquiera. Todas las publicaciones anteriores en el CNMH, el ‘Basta ya’, los guiones del museo, cualquier resolución de nombramiento de cualquier empleado. Cualquier documento firmado por Gonzalo Sánchez y en general expedido de él para atrás, era sospechoso.

—¿Qué partes de los lineamientos conceptuales eran rescatables para usted?

Sobre todo los principios que allí quedaron consignados. Por ejemplo: no hay discusión sobre lo que está decidido de manera judicial. Si hay una decisión judicial implica que hace parte del estado de derecho, y que el Museo no puede volver a decidir un fallo de tal juez o el fallo de tal corte. Otro, la acción sin daño: la intención de hacer exposiciones que no re victimizaran a las víctimas. Poder reparar a las víctimas sin generar daño. La reparación simbólica es lo que el mandato de ley establece. Y es un proceso de sanación y un proceso de responsabilidad del Estado que es fundamental. Eso, dice, era bastante rescatable.

BORRAR A ‘TIROFIJO’

Acevedo se reunió con Tamayo y con el equipo de Museo justo después de la exposición en Villavicencio. La siguiente es una escena que tuvo lugar; los diálogos, sin embargo, son ficcionados. 

Mural de la UP con Tirofijo en él.
Mural de la UP sin Tirofijo.

—Ese mural no puede estar.

—¿Pero por qué no puede estar?

—Porque está Tirofijo.

—Pero es un mural pintado por las víctimas de la UP, no fue hecho por funcionarios del Centro. Es una pieza más como cualquier otra.

—¿Cuál es su posición política? —pregunta Acevedo.

—Cómo así.

—Sí, ¿qué piensa de esto?

—Yo no viví en los años del exterminio de la UP, soy de una generación más joven. Pero hay informes judiciales con los que no se puede negar el genocidio. El Centro además publicó un informe sobre eso.

—¿Qué se va a presentar en Cali?

—Lo mismo que en Villavicencio sólo que más grande.

—Se tiene que cancelar la exposición.

—Faltan 15 días, no puedo cancelarla.

Finalmente, cuenta Tamayo desde su oficina en la Virgilio Barco, Acevedo accedió a regañadientes pues si cancelaba la exposición había riesgo de que empezaran a investigar al Centro por nada más y nada menos que detrimento patrimonial, porque  la exposición ya estaba toda contratada. El mural de la UP salió sin la imagen de Tirofijo.

UN PARÉNTESIS 

Sobre los timonazos de Acevedo y otros señalamientos, bastante documentados por los medios en los últimos meses, el funcionario ha sabido usar su magia argumental  para irse por las ramas y darles vuelta. Si le decían que él había negado el conflicto armado, él respondía que claro que no, que él se acogía a esas palabras acuñadas en la Ley de víctimas (dando una respuesta meramente nominal, semántica, utilitaria). Si le reprochaban su extrema cercanía con las fuerzas armadas –actores, como otros, del conflicto– él decía que no era ningún delito reunirse con militares (como si únicamente fueran cuestionables las conductas delictivas). También superó la polémica de su encuentro con José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán; una de sus movidas más controvertidas. En suma, Acevedo parecía caer siempre parado.

Pero sí hay pruebas concretas de cómo la administración de Acevedo revisó (como se refieren desde la academia a ‘meterles mano’ a las cosas) el contenido que produjo el CNMH en casos puntuales. 

A saber: antes de que abriera  la exposición en Cali, Acevedo pidió revisar las guías de sala de la exposición e hizo ajustes  en los escritos que servirían de guía para los visitantes. Todo un editor de la memoria.

Por ejemplo, en el prólogo de las guías de sala Tamayo escribe que “Esta nueva versión de la exposición Voces para transformar a Colombia es la continuación del proceso dinámico del Museo de Memoria de Colombia en la construcción de una memoria colectiva sobre la historia reciente del país. Historia marcada por un conflicto armado que ha afectado a miles de personas en todas las regiones”

En el control de cambios, Acevedo reescribe lo siguiente: “Esta nueva versión de la exposición Voces para transformar a Colombia es la continuación del proceso de construcción del Museo de la Memoria de Colombia que está dedicado a honrar y visibilizar las memorias de los colombianos”.

Tachada en línea roja está la idea de que la historia reciente del país está “marcada por un conflicto armado que ha afectado a miles de personas en todas las regiones”.

Todo esto para decir que sí habría una política puntual que busca formatear lo que el Centro ha construido con las víctimas y con sectores sociales durante años.

(Espere en los próximos días una entrega que desarrolla esta parte de la historia de manera amplia).

Si el actual Director busca cambiar asuntos sustanciales que sostienen el Museo, esto no significa darles voz a otras víctimas, como lo dijo el mismo Acevedo en una entrevista a ¡Pacifista!, y tampoco significa que los guiones “estuvieran prematuros”, como lo dijo también en esa entrevista. Significa, en cambio, desconocer el sentido de la institución que dirige.

Bueno, hasta aquí el paréntesis.

Sigamos.

TABULA RASA

La exposición en Cali fue un éxito, aunque se presentó sin un solo texto

—¡No había textos curatoriales en las paredes! —dice con sorpresa G***.

Menos mal, dice G***, había mediadoras. Se trata de jóvenes formadas como guías en el museo y cuyo objetivo es interpelar a los visitantes y generar empatía para el recorrido. En Cali, continúa G., “fue muy bonito porque las mediadoras vieron lo de la censura y se apropiaron del discurso y fue a través de ellas que se pudo dar a conocer los textos que no estaban en las paredes. Fue una estrategia para  resistir esa locura.

Acevedo, desde luego,  recorrió las salas de la exposición sin mediadoras. Solo.

—En Cali —dice Rafael Tamayo— Acevedo estuvo muy molesto, no quiso hablar con las víctimas, no quiso hablar con los medios. Cuando volvió de Cali, citó una reunión con todo el equipo del Museo y dijo que eso no era exactamente lo que él había dicho. Se refirió a los Lineamientos como “una revistica” que no decía la verdad absoluta. Si era duro para mí, como Director del Museo, eso que él decía, ¿cómo sería para alguien que venía trabajando en todo esto desde 2014?

G*** lo resume, como si hiciera falta, con estas palabras: el mensaje de Acevedo era como si él no quisiera trabajar con nosotros. Le preguntamos qué iba a pasar con el guion. Cuál era su plan y él dijo que creía que había que contratar a dos expertos de museos para que ellos construyeran el guion. ¡Después de todo el trabajo! Fue una vaina emocionalmente muy dura. Él decía que tenía todo el derecho a no estar de acuerdo (con el guion) y que quería contratar a dos expertos. O sea: sacó a las víctimas por derecha.

Bandera de la hermandad entre Colombia y Venezuela.

Cuando le llegó el momento a Cúcuta, Acevedo tampoco estaba contento.

Sucedió el episodio de la bandera y así lo recuerda  G*** “Habíamos trabajado, con un artista grafitero, en una bandera que hablaba de la hermandad entre Colombia y Venezuela, de la frontera y de lo que significaba vivir en la frontera. Incluía pájaros y plantas que se encuentran en la frontera y entender, desde la naturaleza, que somos iguales. Una cosa súper inofensiva”.

“Acevedo dijo que eso no podía ir en Cúcuta. Y la tuvimos que quitar en Cúcuta y en Cali. En ese momento no explicó por qué razón no le gustaba la bandera; era una decisión muy visceral, como irracional. Más adelante nos diría que la situación entre Venezuela y Colombia era muy delicada…

Tamayo optó por enviar la exposición en blanco y sin nada. Con el equipo de Museo trataron de darle la vuelta y le pidieron a la gente que asistía a la exposición que escribiera recuerdos gastronómicos de su lugar de origen y pegaría esas memorias del exilio recuerdos en el stand.

EL SINSABOR DE TRABAJAR EN EL CNMH

—¿Cómo es el ambiente en el Centro? 

—El ambiente en el Centro es raro —reconoce R. — Hay gente que se ha ido porque les parece insoportable trabajar así. Para los que trabajamos allí desde antes de Acevedo era como un orgullo decir que uno trabajaba en el Centro. Era bacano. Cómodo. Trabajar con las víctimas era mucho más fácil, la cercanía con organizaciones estaba dada.

El asunto es que el equipo base se ha ido desmantelando. Pero se fue todo el equipo de curaduría, se fue parte del equipo de educación y de programación que hacían todos los eventos culturales y el trabajo territorial. “Va a ser muy duro empezar establecer la relación con las organizaciones desde cero; relaciones que ya estaban bien debilitadas de por sí”.

Incluso, la misma reputación del Centro parece haber cambiado. — “Ahora, si uno dice que trabaja en el Centro a uno lo miran como raro. Deberíamos estar haciendo transmisión de conocimiento con instituciones que están hablando de cosas afines a nosotros. Pero hay una ruptura muy grande con la Comisión de la Verdad, con la JEP, con la Unidad de búsqueda. Ni siquiera trabajamos con la Unidad de víctimas, que hace parte, como nosotros, del Departamento de Prosperidad Social”.

—Es triste dentro de todo —continúa R*** como si mirara hacia un abismo —, la gente está frustrada. La falta de legitimidad que tiene Acevedo y sus problemas de relacionamiento público hacen que el Centro esté muy afectado y eso lo desmotiva a uno.

ACEVEDO SEGÚN TAMAYO

—Uno de los argumentos repetidos por la gente con la que he hablado es que, con Acevedo, más allá del tema ideológico, de si él niega el conflicto o es cercano a los militares, hay un problema administrativo y de ejecución.

Rafael Tamayo, el que fuera académico de confianza del mismo Acevedo y Director del Museo de Memoria durante la mayor parte de 2019, responde: 

—Sí. Para él, la ejecución administrativa está enfocada en el asunto político. Acevedo quiere manejar el Centro un como se maneja un partido político. Para él, el CNMH es una institución que debe reflejar una agenda política muy clara. Para una institución como el Centro es muy riesgoso ser manejada de esa manera. Hay una misionalidad y unos procesos establecidos en el Estado y muchos controles para esos manejos. Entonces la parte administrativa está perversamente manejada. Él no entiende qué es un certificado de disponibilidad presupuestal, por ejemplo.

—¿Cuál es para usted el valor del Museo?

—Mire, estamos en un país que necesita un proceso de reconciliación y el Museo es un elemento fundamental en ese proceso. Mire lo que pasó con el evento de la primera piedra. Se perdió la oportunidad de que ese fuera un evento donde realmente fuera de las víctimas las que estuvieran ahí representas. Y terminaron haciendo un evento donde la cúpula militar estaba y afuera había un grupo de manifestantes y víctimas gritando…Es muy triste y demuestra la división de que por ese camino el Museo no va a servir en el proceso de reconciliación ni de reparación simbólica, sino que va a ser un elemento más que divide a la gente.

—Fabio Bernal es ahora el nuevo Director del Museo. ¿Qué pasa si se construyen unos guiones totalmente nuevos? ¿Cuán estáticos o fijos quedarían esos guiones cuando se inaugure el Museo?

—Sobre los guiones que estas personas generen eventualmente le diría que nada de eso es absoluto. Tendrían que estar en la Constitución para que quedaran por siempre. Y eso. Todos los guiones son dinámicos. El riesgo es que polaricen el discurso de la memoria.

—¿Qué solución hay?

—Hay que encontrar un justo medio que tendrá que ver con la ley de creación del Museo. El Museo hay que crearlo por ley, no hay otra opción y esa ley tiene que pasar por el Congreso y ahí están representados los partidos políticos. Los tres directores anteriores hemos dicho que la Dirección del Museo no puede depender del ejecutivo. Este no puede ser como un péndulo que oscila con cada cambio de gobierno. Todos los museos de memoria del mundo tienen que tener un nivel de autonomía importante, financiado por el Estado, sí, pero con autonomía para tomar sus decisiones e incomodar un poco al que está en el poder. Porque el Museo no dirá lo que el poder de turno quiere escuchar. Los museos de memoria no son las instituciones más simpáticas. Y los gobiernos latinoamericanos poco a poco lo han venido entendiendo.

Mural de la UP en la exposición  Voces para transformar a Colombia.

RELACIONES TENSAS

Luego de montar Cúcuta, la relación entre Acevedo y Tamayo no estaba en sus mejores términos. (Además, por esos días, Acevedo tuvo que responder al debate de control político al que fue citado en el Congreso).

Nuestra relación fue tensa, pero no fue una relación alterada”, dice Tamayo y recuerda  que luego de Cúcuta lo empezaron a llamar del exterior para que compartiera la experiencia del Museo con espacios similares: asistió al Lugar de Memoria de Perú, al Museo de la Memoria ex Esma en Argentina, a la Asamblea de la Red Colombiana de Lugares de Memoria a la Misión de sabios para que hablara sobre salud mental y conflicto, y al Museo Reimaginado en Oaxaca, entre otros.

“Las invitaciones se empezaron a multiplicar y lo que era muy incómodo para mí es que las invitaciones no llegaban al CNMH sino al Museo y yo les decía: ‘miren yo no soy el representante legal de esta institución, hay una dirección más alta ¿Por qué no invita a la institución?’ Algunas me contestaban que no, que ellos querían al Museo y al Director del Museo y esa eran invitaciones más personales que institucionales.

En diciembre, después de esos viajes y según la versión de Tamayo, había una lectura administrativa de que él estaba menos en la oficina y más  haciendo su agenda personal de relacionamiento, que no institucional. Varios directivos renunciaron, a otros se les pidió la renuncia. Luego el turno fue para Tamayo. “Me enteré que él había ido al Departamento para la Prosperidad Social a solicitar autorización para mi remoción”.

Rafael Tamayo salió de la Dirección del Museo de Memoria en diciembre de 2019, luego de varios dimes y diretes con Acevedo. Había ya una ruptura de confianza.

Acevedo dejó como directora encargada del Museo a Jenny Lopera (Directora de Acuerdos para la Verdad). En el entretanto, los contratos del equipo del Museo se demoraron en salir. Más de lo habitual. Mucho más. Pasó enero y los contratos todavía no salían, algo llamativo, pues aunque la contratación pública suele ser demorada, es mucho más fácil contratar nuevamente a personal que ya viene trabajando en una entidad que a nuevos empleados. En este caso, el Centro contrató a nuevos empleados antes de renovar el contrato de la gente que trabajaba en Museo.

En febrero de 2020, asumió como nuevo Director del Museo Fabio Bernal, cuya experiencia en temas de museología ha estado estrechamente ligada a museos militares. 

CODA

El Museo Nacional, decía Gonzalo Sánchez, más que una iniciativa o mandato es una conquista social; precedido por una respuesta estatal a una demanda pública instalada en un contexto de amplios precedentes de movilización por la memoria y construcción de lugares de memoria.

Si el actual Director busca cambiar los guiones que sostienen el Museo, esto no significa darles voz a otras víctimas, como lo dijo el mismo Acevedo en una entrevista a ¡Pacifista!, y tampoco significa que los guiones “estuvieran prematuros”, como lo dijo también en esa misma entrevista, significa, en cambio, desconocer esa conquista social ganada con los años y la respuesta estatal que fue la Ley de víctimas. En suma, desconoce el sentido de la institución que dirige. 

*Al momento de esta publicación no obtuvimos respuesta a las preguntas puntuales que le hicimos a la Dirección General del CNMH. En cuanto recibamos respuestas, las verán aquí o en un siguiente artículo. 

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