Tres líderes afro compartieron con ¡Pacifista! la sabiduría ancestral de sus pueblos para la construcción de paz.
Crecieron rodeadas de vegetación, escuchando el sonido de un tambor. Unas palenqueras, otras afrodescendientes, todas son víctimas del conflicto armado. Salieron de sus tierras huyéndole a la guerra y llegaron a Bogotá para vivir en paz de nuevo. En la actualidad conforman la mesa autónoma de víctimas de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Ellas se reunieron esta semana en el Centro de Memoria Histórica para compartir los saberes ancestrales que tuvieron que poner en práctica cuando la guerra las tocó.
Desde refranes que sus abuelas solían repetir cuando los grupos armados ingresaban a sus territorios, hasta conocimientos adquiridos sobre sanación del alma a través de rituales. ¡Pacifista! habló con las líderes de esa mesa y ellas nos dieron siete lecciones afro que les quedaron en su tránsito por el conflicto armado.
1. “Escucha más de lo que hablas”
Anyela Guanga viene de Tumaco y es la líder principal de la mesa. Ella se remitió a su abuela: “Siempre me decía que los problemas del país eran producto de que todos querían hablar al tiempo, por eso siempre se peleaban unos con los otros, desde ahí yo aprendí que la mejor forma de superar la violencia es aprender a escuchar”
2. “No tomes atajos porque te puede salir caro”
Guanga aprendió esa lección a través de las sabedoras de su pueblo. Según la líder, Colombia debe aplicar ese consejo durante la implementación de los acuerdos de paz, que a pesar de ser un desafío difícil debe hacerse con juicio y paciencia. “Las sabedoras me repetían esa frase todo el tiempo cuando salía a hacer diligencias a las que me mandaba mi mamá, en esa época tenía que cuidarme de los armados. En este caso, olvidar a las comunidades afro, a nuestras mujeres que han parido a la mitad del país en la implementación, sería un atajo peligroso y también nos podría costar muy caro”.
3. “Defiende siempre tus raíces y lucha por ellas”
Rebeca Escallón, viene de Barbacoas, Nariño, una región duramente golpeada por el conflicto. Según el Registro Único de Víctimas tan solo en ese lugar del país más de 19.000 personas perdieron la vida en hechos relacionados con la guerra. Pese a haber crecido en un entorno violento, su familia siempre le dijo que se refugiara en sus tradiciones, y en sus raíces. Rebeca conserva esa frase como una ruta de vida y quiere que el país la aplique también. “Si los colombianos supieran de donde vienen y lucharan por preservar sus tradiciones, yo creo que se unirían más y saldrían de la guerra”.
4. “Resiste siempre y no permitas que la guerra te dañe”
“Nosotros pusimos los muertos”, dice Rebeca mientras recuerda la cifra de desaparecidos de Barbacoas, pero, mientras en esa región el fuego cruzado no cesaba, las sabedoras de su pueblo le recordaban que la guerra no podría arrebatarle su esencia ni llenarla de rencor. Ese es el consejo que Escallón le da a quienes aun viven en situación de vulnerabilidad: “resistan con valentía”.
5. “Sana tu alma con tambores y cantos”
Luz Aida Angulo también viene de Barbacoas y hace parte de las más de mil mujeres de esa región que fueron víctimas de violencia sexual. Le han hablado médicos y psicólogos, pero dice que nada se compara con las costumbres de su pueblo. Sueña con que las mujeres afro que llegan a Bogotá puedan hacer sus propios procesos de sanación a través de las plantas aromáticas y medicinales que crecen en Nariño.
“Yo me imagino un espacio lleno de tambores, matas aromáticas y un sabedor que ayude a que esas mujeres se contacten con los espíritus ancestrales”, dice Angulo, además invita a los mestizos que también han sido víctimas para que realicen sus procesos de reparación a través del contacto con la naturaleza y sus propias raíces.
6. “Lucha para que tu voz se escuche fuerte”
Para Angulo no basta con sanar en silencio; el país debe escuchar lo que las víctimas tienen para decir porque solo así se logra una inclusión social de verdad. “Si es necesario, grita”, dice Luz Aida.
7. “Mantén tus costumbres dentro de las ciudades”
Luz Aida quiere caminar descalza, hablar duro, reír y cantar como se lo enseñaron en su tierra. Sabe que los mestizos se resisten a esas expresiones. Sin embargo, invita a que quienes no hacen parte de las comunidades afro les permitan mantener su esencia africana: “Yo sigo siendo afro, el hecho de que viva en una ciudad no me va a quitar mis ganas de expresarme y de vivir feliz”.