OPINIÓN| Primero dijo que el asesinato de Dimar Torres había sido algo fortuito, después culpó al ELN por un asesinato en el que no tuvo nada que ver, y ahora esto.
Por: David Díaz
Las declaraciones públicas del actual ministro de Defensa, Guillermo Botero, han dado cuenta de su incapacidad para reconocer abiertamente la realidad de las violencias en Colombia, y han demostrado, por medio de frases blandas y descontextualizadas, que ignora los protocolos de comunicación. En sus palabras hay un dejo de falsa inocencia, eufemismo y mentira.
Después de que el 22 de junio fuera asesinado Dimar Torres, exguerrillero de las Farc, el ministro dijo que se había tratado de un disparo accidental consecuencia de un forcejeo entre él y el cabo del Ejercito Daniel Eduardo Gómez. El general Diego Villegas, pocas horas después, desmintió esta versión y admitió la responsabilidad del Ejercito. Además de haber hecho una declaración sin confirmar la información, hizo de la muerte de Dimar Torres un asunto fortuito, como si hubiera sido sin querer y, entonces, sin culpables.
Cuando mataron a la líder social María Pilar Hurtado en Tierralta, Córdoba, Guillermo Botero dijo, sin confirmar nada, que había sido el Eln. Después se desmintió esta declaración. En este caso fue muy fácil encontrar un culpable y señalarlo a dedo y sin pestañear. En el caso de Dimar Torres, en cambio, como se trató de la muerte de un exguerrillero, fue improcedente señalar un culpable, y fue más fácil señalar al destino o la casualidad.
Recientemente, en un taller de Construyendo País en Puerto Carreño, Vichada, el ministro dijo que el mayor problema de inseguridad era el robo de ropa extendida en las casas. Además de minimizar los asuntos de inseguridad y llevarlos al terreno del “robo de oportunidad”, invisibiliza los problemas relacionados con los cultivos de coca y la existencia de disidencias armadas en la región. Para el ministro, al parecer, una de las mejores maneras de prevenir los robos de ropa sería que la gente no diera tanta papaya. Que si tienen ropa y la quieren secar compren una secadora automática y la guarden dentro de la casa. Y que cierren la casa con llave.
En una entrevista a Blu radio afirmó que el paramilitarismo no había vuelto a Colombia, a pesar de los panfletos amenazantes firmados por las Autodefensas Unidas de Colombia y las Autodefensas Gaitanistas. Para él son sólo amenazas para atemorizar a la gente, desvinculadas de cualquier algún grupo paramilitar. Lo que pasa, según el ministro, es que “hay gente mala matando a gente buena”. Parece que en la ficción moral que el ministro tiene en la cabeza (y que, de paso, no debería hacer parte de sus declaraciones públicas porque no tienen relevancia), en el país hay una suerte de villanos malévolos sin rostros ni nombres que, de vez en cuando, llegan a robar la ropa de la gente buena y, en otras ocasiones, como si sólo quisieran ratificar públicamente su maldad indiscutible, matan líderes sociales. Un país de muertes fortuitas y de robos menores, dividido entre gente buena y gente mala. Es inaceptable, evidentemente, que esta ficción maniquea, fácil y estrecha de país provenga de un ministro de Defensa.