Se diferencian en la manera como la sociedad civil participará y coinciden en puntos como Víctimas y Fin del Conflicto.
En marzo se abrió la posibilidad de poner fin al conflicto armado en Colombia. El Gobierno y el ELN anunciaron en Venezuela el inicio formal de una mesa de conversaciones, que funcionará paralelamente a la que se instaló en 2012 con las Farc en La Habana (Cuba). Después de serios tropiezos durante la fase exploratoria, Frank Pearl y “Antonio García”, jefes de las delegaciones de paz, llegaron a un consenso para negociar públicamente y ofrecieron los detalles sobre la agenda, la sede y el funcionamiento de la nueva mesa.
Vea aquí el documento: Acuerdo de diálogos para la paz de Colombia entre el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional
La decisión se esperaba desde hace meses y su tardanza había generado toda suerte de especulaciones. Los temores pasaban (y pasan) por la estabilidad de los acuerdos con las Farc en los territorios de influencia del ELN, por la posible profundización de los conflictos sociales y por el eventual recrudecimiento de la confrontación con los ‘elenos’, que han incrementado su accionar militar durante las últimas semanas.
Tras el anuncio de Caracas, el escenario parece esperanzador. El presidente Juan Manuel Santos declaró que “con este nuevo paso avanzamos de manera decidida hacia una paz completa”. A la par, el jefe de la delegación de paz de las Farc, “Iván Márquez”, opinó que “se consolidan así los caminos hacia la construcción de una paz verdadera”.
La negociación entre el Gobierno y el ELN no será fácil ni rápida. Incluye una amplia participación de la sociedad civil, cuya metodología está por acordar, y una agenda semi abierta que tomará tiempo precisar y discutir. Las diferencias entre este nuevo proceso de paz y el que está en su última fase con las Farc responden a la necesidad de ambas guerrillas de negociar bajo un modelo de “dos mesas, un solo proceso”, pero también a sus particularidades y trayectorias.
Las posibles convergencias
A partir de ahora, la mesa de conversaciones con el ELN se relacionará con la de La Habana para identificar cuáles son los temas en que ambos procesos de paz deben articularse.
Las primeras pistas sobre los temas en que podrían confluir están en la alocución que ofreció el presidente Juan Manuel Santos minutos después del anuncio conjunto. Según el mandatario, algunos de los componentes sobre los puntos de Víctimas y Fin del Conflicto que se pactaron en La Habana no serán reevaluados en la negociación con el ELN, por lo que este último proceso se ajustará al marco acordado en Cuba.
Entre esos componentes están los mecanismos para garantizar el acceso a la verdad, la aplicación de la justicia transicional y los protocolos para el cese de hostilidades. Es decir, la constitución de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), la creación de la Comisión de la Verdad, el destino de las armas de la guerrilla y la participación de la comunidad internacional en la verificación del fin de la confrontación armada.
Según el Gobierno, su visión es que “los procesos con las Farc y el ELN son distintos, pero el fin del conflicto es solo uno”.
De ser así, la mesa con el ELN se ahorraría discusiones técnicas y complejas, y podría concentrarse en el objetivo de poner en marcha los mecanismos de participación ciudadana que serán la columna vertebral de la negociación. Sin embargo, no está claro que el ELN dé esos temas por cerrados, sobre todo teniendo en cuenta que la justicia transicional le genera serias “preocupaciones”, según ha dicho su primer comandante, Nicolás Rodríguez Bautista.
Además, todavía está en firme la máxima de La Habana de que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”, por lo que el contenido definitivo de lo pactado con las Farc sólo se conocerá cuando se firme el acuerdo final.
Por ahora, está claro que los puntos sobre Víctimas y Fin del Conflicto que se abordarán con el ELN son muy similares a los que llevan el mismo nombre en la agenda de Cuba, porque centran su atención en los derechos de las víctimas y en las garantías jurídicas y de seguridad para quienes dejen las armas y para los guerrilleros presos.
Las diferencias
Quizá la diferencia más significativa entre ambos procesos de paz es el diseño de la negociación. Mientras el Gobierno y las Farc definieron uno a uno (y de manera autónoma) los temas que se abordarían en los seis puntos de la agenda, el acuerdo con el ELN aplazó buena parte de esa definición y la condicionó a los aportes que la sociedad civil haga llegar a la mesa.
Así quedó claro en los puntos 1 (participación de la sociedad) y 2 (democracia para la paz), que contemplan la realización de debates y ejercicios de participación para alimentar la discusión.
A partir de ellos, las delegaciones negociarán el punto 3 (transformaciones para la paz), que incluirá reformas institucionales; programas para superar la pobreza, la corrupción y la “degradación ambiental”, y planes alternativos para el desarrollo económico de las comunidades.
Otras diferencias tienen que ver con que la manera como el Gobierno y el ELN acordaron implementar los acuerdos. Las partes definieron que se crearía un Plan General de Ejecución, en el que se describirán las maneras y los tiempos para materializar lo pactado. El Plan deberá abarcar “las dimensiones jurídica, política, social, económica y diplomática” de la ejecución del acuerdo final, detalles que no quedaron contemplados en la agenda con las Farc —en la que se definió que la implementación se llevaría a cabo a través de un sistema, que está en discusión—.
Las mesas también varían en sus formas de financiación, porque mientras en la negociación con las Farc se acordó que el Gobierno correría con todos los gastos, el ELN prefirió usar recursos de cooperación internacional para pagar el sostenimiento de su delegación de paz, sus asesores y todas la actividades que requiera el proceso, para lo cual se creará un fondo especial con los aportes de diferentes países.
Finalmente, los procesos se diferencian en las sedes. Las delegaciones encabezadas por Pearl y “García” se reunirán por sesiones en Ecuador, Venezuela, Chile, Brasil y Cuba de manera ininterrumpida, a la par que los plenipotenciarios de las Farc y el Gobierno negocian por ciclos en La Habana.