¿Cuál es el alcance político y militar de la nueva disidencia de Iván Márquez? | ¡PACIFISTA!
¿Cuál es el alcance político y militar de la nueva disidencia de Iván Márquez? Ilustración de: Juan Ruiz
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¿Cuál es el alcance político y militar de la nueva disidencia de Iván Márquez?

Staff ¡Pacifista! - agosto 29, 2019

Aunque el pronunciamiento de Ivan Márquez parece darle un aire político a las disidencias, lo cierto es que estamos muy lejos de ver la refundación de las Farc.

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¿Entonces volvimos a la guerra? ¿Nos habíamos ido de ella en algún momento? Cerca de tres años después de la firma del Acuerdo de paz entre el Estado colombiano y las Farc, Iván Márquez anuncia –pistola al cinto– la fundación de un nuevo movimiento guerrillero. Junto a él aparecen Romaña, El Paisa y Jesús Santrich.

Márquez afirma en el video que por el incumplimiento por parte del Estado colombiano al Acuerdo de paz, vuelven ellos a las armas.

—Buscaremos coordinar esfuerzos con la guerrilla del Eln y con aquellos compañeros que no han plegado sus banderas que tremó la patria para todos —dice Márquez en el comunicado intentando un tono poético.

¿Qué dimensión real —política y militar— le podemos dar a este nuevo grupo? ¿Las otras disidencias —que ya se habían desmarcado del Proceso de paz— entrarán a hacer parte de esta nueva formación? ¿Cuál será el verdadero alcance? ¿De dónde saldrán sus recursos y de dónde las armas? ¿Qué posibilidades hay de que el Eln converja con la propuesta de Márquez?

En primer lugar hay que recordar lo obvio. El anuncio de Márquez cae como un baldado de agua fría en la opinión pública pero no es algo inesperado si se mira en perspectiva. Desde el mismo momento en que iniciaron las conversaciones entre ambos equipos negociadores en La Habana, hubo sectores dentro de la propia guerrilla que eran escépticos frente al Proceso. Márquez, quien era el jefe negociador de las Farc, era uno de ellos.

En las Farc había una división al interior del movimiento. Por un lado, los cercanos a Timochenko, el ala moderada; y por el otro, los cercanos a Márquez, un ala mucho más radical y escéptica del Proceso de paz.

Gabriel Ángel, exguerrillero de las Farc y quien en las épocas de la guerra combatió al lado de Márquez dice que “fue una convivencia que nos costó mucho y que se manifestó con mucha contradicción. Pero ahora que ellos [Márquez y Santrich] se van, de alguna manera nos quitamos un peso de encima y podemos trabajar libremente por la defensa de los Acuerdos”. 

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La Fundación Paz y Reconciliación (Pares) estima que hay cerca de 1.800 disidentes de las Farc en todo el territorio nacional. La gran pregunta es si, luego del llamado de Márquez, todo ese pie de fuerza se va a articular alrededor de un movimiento nacional.

Del número total de disidentes, por lo menos 500 operan en el departamento de Guaviare, donde está la disidencia del Frente primero, liderado por, Miguel Botache Santillana, alias ‘Gentil Duarte’. Desde este departamento, esta disidencia controla las rutas del narcotráfico del suroriente del país.

El 10 de junio de 2016, pocos meses antes del Plebiscito y de la firma del Acuerdo final, el Frente Primero de las Farc —uno de los más históricos y poderosos de esa guerrilla— firmó un comunicado en el que anunciaba que no se iba a desmovilizar una vez firmado el Acuerdo.

Con el paso de los meses, fueron sumándose distintas disidencias que no se acogieron al Acuerdo de paz. En la zona del Pacífico, por ejemplo, hubo disidencias desde muy temprano. Cuando se firmó el Acuerdo, los líderes de las Farc presentían que la columna Daniel Aldana —perteneciente al Bloque Sur— probablemente se desintegraría en el proceso de reincorporación.

Así lo explica la Fundación Ideas para la Paz (FIP): “Las Farc venían divididas no sólo porque gran parte de sus integrantes estaban totalmente absorbidos por el narcotráfico, sino también porque sus estructuras de milicias o redes de apoyo en Tumaco no habían logrado integrarse y actuaban más como una estructura de subcontratación delincuencial”.

De ahí salieron el Frente Oliver Sinisterra —del que “Guacho” era comandante— y Las Guerrillas Unidas del Pacífico, disidencias que controlan el tráfico de droga por el corredor de esa región.

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¿Se unirán todas las disidencias de las Farc que, por el momento están atomizadas, alrededor de una misma comandancia?

Mientras que la disidencia de Márquez tiene figuras más políticas; la disidencia liderada por Gentil Duarte, es mucho más militar. La hipótesis que sostienen organizaciones como la Fundación Pares es que todo parece indicar que estas disidencias se están uniendo y la disidencia armada, que no podría crecer por falta de mandos, empezará a crecer si empiezan a llegar figuras de mando como la de Márquez, Romaña o El Paisa.

Alejandro Restrepo, investigador del área de Posconflicto y paz de la Fundación Pares,  ve muy difícil, sin embargo, que las disidencias del Pacífico se sumen a esas estructuras, porque tienen una clara relación con el narcotráfico, rutas y control territorial. “Es difícil que ahora se sometan a un mando central. Pero si la acción institucional no logra frenar este fenómeno tendría un alcances preocupantes”, dice Restrepo: desde el sur del Chocó hasta Tumaco, pasando por Guaviare, Caquetá, Cauca, el sur de Meta, Arauca, el Bajo Cauca y el sur de Córdoba.

Ese es el otro asunto: el pie de fuerza y el poder militar de estas disidencias no se compara en absoluto con lo que fueran las Farc en sus momentos de mayor poderío. Antes del proceso de paz, las Farc operaban en cerca de 242 municipios del país. Ahora las disidencias tienen presencia en 85 municipios. Mucho menos de la mitad del alcance que tenían en los días previos al Proceso de paz. Pero, advierte Ariel Ávila, lo que viene dependerá de la operatividad y la contundencia de la Fuerza Armada: “. Si hay operatividad, contundencia, esto se puede controlar. Si no, vamos a tener un conflicto armado político que era lo que queríamos dejar atrás”.

A esto, Restrepo le añade que “el llamado es al Gobierno a hacer una presencia integral en estos lugares. Los dos elementos centrales en un posconflicto son la seguridad y la administración de justicia”.

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—Saludamos el pronunciamiento de Márquez, Santrich, El Paisa y demás compañeros que se reintegran a esta forma de resistencia popular. El bando popular está abierto para todos aquellos que quieran aportar y hay una trinchera de combate a la medida del compromiso, la disponibilidad y las capacidades de toda persona que esté dispuesta a buscar un futuro mejor.

El pronunciamiento fue del Comandante Uriel, líder del Frente de Guerra Occidental del ELN. Lo hizo al poco tiempo de que se conociera el comunicado de Márquez en el que invitaba a “coordinar esfuerzos” con el ELN. ¿Qué posibilidades hay de que la disidencia de Márquez haga alianzas con la —ahora— guerrilla más antigua del país?

Restrepo señala que esas alianzas —entre ELN y disidencias de Farc— ya existen de facto en distintos lugares del país. “Son alianzas de carácter instrumental” dice Restrepo, “hay alianzas en Arauca, entre las disidencias del extinto frente 10 y el Eln. Alianzas en el Catatumbo o en el Sur de Córdoba donde estos dos grupos se aliaron, junto a Los Caparrapos, para eliminar a un enemigo común: el Clan del Golfo”.

Para Juan Carlos Merchán, investigador del CINEP y profesor de Ciencia Política en la Universidad Javeriana, “el ala guerrerista del Eln, esa ala que no quiere Acuerdo de paz, podría entrar más fácilmente en comunicación con el grupo de Márquez. Pero quién sabe si esa ala guerreristas del Eln sienta que realmente una alianza le aporta algo importante y positivo para su lucha”. Merchán añade que durante los años de guerra siempre hubo una comunicación entre el ELN y las Farc, incluso cuando ambos grupos tuvieron épocas de cruentos enfrentamientos. Las Farc siempre fueron una guerrilla muy dura con las demás, pero también tenían comunicaciones permanentes. 

No obstante, hay que tener en cuenta que con la salida de las Farc de los territorios tras el Acuerdo, esas zonas empezaron a ser disputadas y copadas por grupos armados. El Eln, durante estos años, ha consolidado su presencia territorial e incluso la ha expandido a zonas que antes ocupaban las Farc.

“Los grupos del ELN en el Catatumbo, que sienten que están ganando la guerra y que se enriquecen con el narcotráfico para reclutar y comprar armas, no sienten que están en desigualdad de condiciones frente al Estado, sienten que están ganando” dice Merchán. “Entonces, un grupo que siente que está ganando la guerra, porque hay evidencias territoriales y militares que lo demuestran, difícilmente va a querer dialogar”.

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Márquez señaló en su comunicado, desde el Inírida, que acaricia con la ternura de sus aguas frescas la selva amazónica, que esta nueva guerrilla iba a prescindir del secuestro como forma de financiación (aunque no se refirió a su posible uso político). Dijo que, en cambio, hablarían con empresarios, ganaderos y comerciantes para poder financiar “la nueva rebelión”. Y que la única “forma válida que tendrá ese grupo para financiarse serán los cobros que se le apliquen a las economías ilegales y a las multinacionales que “saquean nuestras riquezas”.

Es paradójico eso que señala Márquez. Hasta ahora, la información que se tiene es que las distintas disidencias regadas por el territorio nacional han echado mano de las economías ilegales para financiarse. Las que están al mando de Gentil Duarte en el Guaviare, por ejemplo, tienen una relación muy fuerte con el narcotráfico. Lo mismo que las que están en el Pacífico. En las zonas fronterizas —con Ecuador y Venezuela— se valen del contrabando de combustible. En el Bajo Cauca antioqueño hay una estrecha relación con la minería ilegal y con el narcotráfico.

“Habría que ver cuál sería esta forma de operar de esta nueva guerrilla que están planteando. Porque discursivamente Márquez dice que hay que ponerle impuestos a economías ilegales, pero en la práctica se valen de esas economías para financiarse” dice Restrepo.

Cuando se desmovilizaron, las Farc entregaron cerca de 7.000 armas. ¿De dónde sacará la disidencia de Márquez las armas para traducir su discurso político en presencia armada en los territorios?  

La información que ha llegado de las otras disidencias, —como las del Pacífico, por ejemplo— muestra que la compra y aprovisionamiento de armas ha llegado por las distintas fronteras: Brasil, Ecuador y Venezuela principalmente.

Según el informe Más sombras que luces. La seguridad en Colombia a un año del gobierno de Iván Duque de la Fundación Pares, “una reciente incautación en el municipio de Arauquita confirma el aprovisionamiento de armas que adelanta el grupo armado ilegal en el departamento. Esta tuvo lugar tras un operativo de la Octava División del ejército, el 17 de julio de 2019, en la que se halló material con el distintivo de la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (Cavim)”.

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Hoy tenemos noticia de la vuelta a las armas de Iván Márquez, Romaña, El Paisa y Santrich. Una disidencia que se suma a los cerca 23 grupos disidentes que ya existían en el país. Los distintos analistas coinciden en que la mejor solución para evitar esta expansión de grupos post-Farc es implementar cabalmente los Acuerdos de paz. Llegar con presencia estatal integral a los distintos territorios que fueron ocupados por otros grupos armados. Y esta presencia estatal no puede reducirse a la mera militarización del territorio. Estado también (y sobre todo) significa servicios básicos, administración de la justicia y recaudo de impuestos.

El gobierno tiene que ir a cuidar los ETCR, garantizarles la reincorporación a los exguerrilleros y garantizar el cumplimiento de los acuerdos. Una tarea que, hasta ahora, no ha logrado llevar a cabo.

En suma, la noticia de Márquez que sacudió al país esta mañana hace parte de un problema mayor, el de las disidencias y la implementación de los Acuerdos. “Un problema”, como dice Ariel Ávila, “que se puede controlar pero que está en aumento”.