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Los niños de las Farc
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Los niños de las Farc

Staff ¡Pacifista! - junio 18, 2015

El gobierno y las Farc están discutiendo la manera de desvincular a los menores de quince años que integran esa guerrilla. No hay acuerdo sobre cuántos son los niños víctimas de ese crimen de guerra.

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Por: Esteban Montaño

“Yo decidí salirme de las Farc porque estaba cansado de cargar una lápida sobre la espalda”, explica Martín*. Aunque para ese momento tenía solo 16 años, él dice que los siete que estuvo en la guerrilla le alcanzaron para conocer casi todos los secretos de la guerra. Corrió por la selva huyendo de los bombardeos y también se disfrazó de campesino para espiar al Ejército y alertar a los demás guerrilleros sobre sus movimientos. Transportó explosivos a lo largo de tres municipios para la toma de un pueblo y vio morir en combate a muchos de sus compañeros.

“Eso fue lo que me desmotivó porque siempre estaba esperando a que me mataran, y uno como pelao quiere otra cosa, quiere es estar jugando”, reafirma Martín. Luego añade que también influyó que su hermano, también guerrillero y menor de edad, hubiera sido capturado un año antes por el Ejército y puesto en manos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf). Ambas cosas se juntaron y un día de noviembre de 2007 aprovechó la confianza que le tenían sus comandantes, pidió permiso para salir del campamento y nunca más volvió.

Martín se entregó en una sede del Icbf y de esa forma se convirtió en uno de los 5.800 menores de edad que desde 1999 han recibido atención estatal luego de su paso por algún grupo armado ilegal. Las cifras de esa entidad indican que el 61 por ciento de ellos vienen de las Farc, pero hay que tener en cuenta que ahí no están registrados todos los niños que han pasado por la guerra. Un estudio del Centro Nacional de Memoria Histórica mostró que los 973 que se desmovilizaron con los paramilitares eran apenas el 10 por ciento del total de menores que militaban en esos grupos.

 

Martín sembrando un árbol durante una Minga por la Paz que se realizó la semana pasada. (Foto: ACR)

En todo caso, lo cierto es que las Farc han reclutado niños para engrosar sus filas, lo que las convierte en responsables de un crimen de guerra, es decir, de una práctica que puede ser castigada incluso por la justicia internacional. De ahí la importancia de que en el actual ciclo de conversaciones en La Habana se esté acordando un modelo de entrega de los menores de 15 años que integran en esa guerrilla, lo que sería la puesta en marcha de un anuncio realizado en febrero de este año.

El jefe de la delegación de paz, “Iván Márquez”, dijo en ese momento que estaban dispuestas a devolver a los 13 menores de 15 años que tenían en su poder y a no reclutar más menores de edad. “Márquez” también afirmó que esos niños se encontraban refugiados porque sus padres habían sido víctimas de los paramilitares, queriendo decir que estos casos son más bien excepcionales, ya que el ingreso a las Farc es “personal, voluntario y consciente”.

Pero muy pocos creen en estas palabras porque los relatos de personas como Martín sugieren todo lo contrario. Él, por ejemplo, ingresó con su hermano y con un amigo de la escuela en la que estudiaron juntos hasta cuarto de primaria. Y durante el tiempo que hizo parte de la guerrilla combatió al lado de personas de su edad. “En la columna en la que yo estaba había ocho como yo y una vez vi a un grupo de más o menos 80 niños uniformados y con fusil que se los estaban llevando para un campo de entrenamiento”, recuerda.

Nadie conoce el número de niños que hay en las Farc, ni mucho menos en todos los grupos armados ilegales que operan en el país. Esa guerrilla no ha dicho cuántos de los que están entre 15 y 17 años permanecen en sus filas, aunque alias Pastor Alape afirmó hace poco que esos combatientes no van a ser entregados al gobierno antes de una posible desmovilización.Sin embargo, el Icbf estima que de los cerca de ocho mil guerrilleros farianos alrededor de dos mil serían menores de edad.

El otro factor que complica la discusión es que, según las leyes vigentes en Colombia, no es posible hablar de voluntariedad en la decisión de un niño de entrar a un grupo armado, ya que no tiene completamente desarrollados el criterio ni la capacidad de elección. Lo que sí es un hecho es que existen ciertas condiciones sociales que empujan a los menores a vincularse al conflicto armado. Entre ellas están la pobreza, la falta de oportunidades y la ausencia de otras caras del Estado diferentes a su fuerza pública.

Todas estas condiciones estaban presentes en la vida de Martín, el cuarto de los nueve hijos de una madre campesina dedicada a cuidar un cultivo de amapola, la planta que sirve de insumo para la fabricación de la heroína. “Toda la vida tuve contacto con la guerrilla, eran nuestros vecinos y nos apoyaban cuando la economía estaba difícil”, reconoce. Luego cuenta que en su vereda la escuela solo funcionaba hasta quinto de primaria, y que para terminar el bachillerato tocaba viajar hasta un pueblo ubicado a 30 kilómetros por una carretera destartalada.

Antes de empezar a usar el fusil y el uniforme de las Farc, la vida de Martín se iba en cocinar para los trabajadores del cultivo, cuidar a sus hermanos menores y hacerle pequeños mandados a la guerrilla. “Yo no le ponía mucho cuidado al estudio porque allá la gente piensa en terminar quinto y ponerse a trabajar. Nosotros no teníamos esperanzas. Decíamos: metámonos a las Farc porque no hay nada más que hacer”. Ahí dentro lo cogió el recrudecimiento de la guerra y la angustia permanente de que en cualquier instante iba a morir.

Hoy, a sus 24 años, Martín se considera afortunado por haber podido salir sin mayores problemas de la guerrilla y porque su vida tomó un nuevo rumbo. Tiene una hija de cinco años, está cursando octavo semestre de Licenciatura en Ciencias Sociales en una universidad privada y trabaja como orientador con la Agencia Colombiana para la Reintegración. Sin embargo, confiesa que aunque guarda recuerdos bonitos de su infancia, siempre tiene presente lo que vivió en la guerra. “Yo me recuperé, pero he visto muchos que no logran salir de los traumas que les causa la violencia”.

Más allá del caso particular de Martín, el que miles de niños hayan tomado parte en el conflicto armado muestra la magnitud de las heridas que tiene que sanar la sociedad colombiana en su conjunto. Y de paso evidencia la complejidad del proceso para desenredar la madeja de las verdades de la guerra. Explicar el reclutamiento de menores no es tan sencillo como hablar de crímenes de guerrilleros o de culpa exclusiva del Estado.

Por eso, lo que las delegaciones acuerden en este tema será una prueba de fuego para la paz de Colombia. Está por verse si en realidad son únicamente 13 los menores en poder de las Farc, así como la voluntad de ese grupo para colaborar de manera efectiva con la justicia. Pero tal vez lo más importante sea saber si el país va a ser capaz de entender cómo fue posible que la guerra pusiera a muchos de sus niños cara a cara con la muerte.

*Nombre cambiado por razones de seguridad.