A nombre de las AUC y de las Águilas Negras han llegado panfletos a varios defensores de derechos humanos.
La violencia contra líderes sociales en Colombia no se detiene. Desde el primero de diciembre de 2016, el día que arrancó la implementación de los acuerdos de La Habana, ¡Pacifista! ha registrado 14 defensores asesinados. Además, las agresiones físicas, la estigmatización y las amenazas son el pan de cada día de dirigentes campesinos, afrodescendientes o indígenas.
Movimientos sociales, partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil y figuras de la vida nacional han manifestado su preocupación por este tema, pues son los líderes sociales los que, en últimas, dinamizarán los procesos de implementación del acuerdo pactado por el Gobierno y las Farc. Matarlos a ellos es, al final de cuentas, matar la paz.
Las autoridades siguen investigando. A finales de 2016, la Fiscalía y la Policía aseguraron que habían esclarecido 13 casos de asesinato a líderes sociales. Para el Gobierno, el asunto es prioritario. “El Gobierno está muy preocupado por esta situación. Hay que garantizar que estas investigaciones permitan establecer el origen de estos ataques y poder enjuiciar a los responsables”, señaló en su momento el viceministro del Interior, Guillermo Rivera.
Según Cristian Delgado, coordinador nacional de la Comisión de Derechos Humanos de Marcha Patriótica, el movimiento social y político que ha puesto gran parte de las víctimas, 23 de los 116 defensores de derechos humanos asesinados el año pasado son de esa organización. Por su parte, la organización campesina Cumbre Agraria denunció que en 2016 fueron asesinados 94 defensores de derechos humanos, la cifra más alta desde que comenzó el proceso de paz.
En el Cauca, el departamento que según Marcha Patriótica puso más líderes asesinados en 2016, la situación es dramática. ¡Pacifista! conoció que desde finales del año pasado han llegado tres clases de panfletos amenazantes contra líderes sociales. La mayoría de defensores que han recibido estos mensajes viven en Miranda, Corinto y Caloto, tres municipios del norte del departamento que han sido afectados históricamente por la violencia.
El primero de ellos apareció el 26 de diciembre. Encabezado con la bandera de Colombia y el escudo y los colores de las Águilas Negras, el texto declara objetivo militar a las personas que “se oponen al desarrollo de la región” por sus “continuas denuncias que tienen que ver con minería ilegal”. El grupo ilegal dice que ya ha avisado a los líderes “para que ellos asimilen y se den cuenta que no estamos de acuerdo con lo que hacen”, pero que ahora comenzarán a actuar: “Ya los tenemos ubicados a cada uno de ellos y por ello accionaremos todo nuestro brazo militar”.
Llama la atención que las Águilas Negras, según este panfleto, quieren demostrar “a las fuerzas del Estado que sí existimos y que las muertes que han sucedido en los últimos meses en el Cauca las hemos ocasionado nosotros en asocio con diferentes grupos paramilitares”.
Esta frase parece ser una respuesta a las declaraciones de varios miembros del gabinete ministerial, y de negociadores en el proceso de paz con las Farc, frente a la existencia del paramilitarismo. Cuando oficiaba como fiscal encargado, Jorge Eduardo Perdomo afirmó que el fenómeno del paramilitarismo “no existe”. El Gobierno tiene la tesis de que el paramilitarismo se acabó hace rato y que lo que existe ahora es una amenaza de bandas criminales.
El panfleto termina con un dato escalofriante: las Águilas Negras ofrecen $4 millones ‘por la cabeza’ de cada líder social del Cauca.
La segunda amenaza que ha llegado a los defensores de derechos humanos en ese departamento está firmada por una organización que se estima desaparecida desde 2006: las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). “Sentencia de muerte a los líderes auxiliadores de la guerrilla en el cauca. Ya sabemos en donde se mantienen, ‘hablamierdas’, mentirosos y campesinos que no dejan trabajar a la gente de bien con sus paros maricones que dañan a la sociedad” [sic], dice el texto.
La amenaza de este grupo va dirigida a “los integrantes de la tal coordinación campesina del cauca, a los guerrilleros de la marcha patriotica, a los comunistas de la up, a las ongs defensoras de los guerrilleros, a los promotores de las zonas de reserva campesina, a la tal mesa mia” [sic].
Finalmente, el panfleto reitera su amenaza: “Colombia sin comunistas, sin up, sin marchas patrioticas, sin guerrilla, muerte a los campesinos y a los indios que no dejan gobernar, muerte a los invasores de tierras, muerte a los comunistas terroristas Colombia sin guerrilla viva ¡ viva! Viva!” [sic].
El tercer panfleto es más escueto, pero no menos amenazante: “Volvemos y les decimos estamos pendientes de sus movimientos así que líder advertido no muere en guerra nos cansamos de tener que escuchar sus promesas de líderes mentirosos… Necesitamos una Colombia sin líderes ni que HP. Las AUC volvimos con más fuerza”.
Varios organismos han denunciado la existencia de estos panfletos, tanto a nivel local como ante el Gobierno Nacional.