Las cuatro 'palabras grandes' que deben aprender a usar las campañas por el Sí y el No | ¡PACIFISTA!
Las cuatro ‘palabras grandes’ que deben aprender a usar las campañas por el Sí y el No
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Las cuatro ‘palabras grandes’ que deben aprender a usar las campañas por el Sí y el No

Colaborador ¡Pacifista! - agosto 10, 2016

OPINIÓN Para continuar con la discusión: términos para tener en cuenta cuando hablamos de paz.

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Columnista: Mateo Echeverry

He encontrado que cuando hablamos del proceso de paz, y del plebiscito, algunas palabras grandes ocupan un lugar central. Son ellas en muchos casos el centro de la pelea y las causantes del escalamiento o del cierre definitivo de la conversación. Estas palabras pueden tener múltiples  significados. Dejar de creer que tenemos el monopolio de la interpretación sobre estas palabras es un buen camino para aprender a escucharnos.

Estas son algunas de estas palabras grandes de la discusión para el Sí y para el No.

Justicia

“No hay justicia en este acuerdo”. “Es un acuerdo que garantiza la justicia para las víctimas”. Una palabra como justicia puede significar muchas cosas para distintas personas, y es por ello un punto sensible.

Para algunos de los  que votan No, y tienen derecho en pensarlo, la justicia se define como una sola e involucra unos procedimientos en donde tiene que haber unas penas elevadas y cárcel en todas las ocasiones. Claro, están en su derecho de tener dolor y exigir justicia y verdad. Las Farc han hecho mucho daño a los individuos, familias y regiones a lo largo de su historia, y tienen mucho por lo cual responder. Sin duda el clamor de justicia es un sentimiento con el que podemos empatizar. Todas las víctimas merecen nuestro respeto, sin distinción alguna.

Yo quisiera que la gente votara por el Sí porque, para mí, la definición más grande de justicia es parar la guerra. Un nunca más a nuevas víctimas. Dentro de esa definición necesitamos una justicia transicional que nos ayude a hacer algo extraordinario para cerrar esta espiral de dolor que es el conflicto. La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) posiblemente va a ser la forma más adecuada para hacer el equilibrio entre justicia y una paz real y tangible. Que la JEP logre dar a las víctimas  justicia, verdad, reparación y garantías de no repetición es un reto, pero es la apuesta más segura que hemos construido en Colombia -y algunos dicen en el mundo-. Que va a haber limitaciones, sí, pero ¿alguien encontró alguna vez en la guerra algo de justicia?

Paz

La discusión sobre una palabra como paz es interminable, y quizás sea una palabra que para los colombianos, entre estos ires y venires del conflicto, entre las ilusiones y desilusiones, quiere decir todo y muchas veces nada.

Hay argumentos de quienes votan No que se preguntan cómo se puede hablar de paz cuando en Colombia hay tantos problemas, y aseguran que la paz no va a significar mayor cambio. En mucho de esto tienen razón, Colombia tiene corrupción, pobreza y politiquería, entre otros problemas.  Por eso piensan que se tienen que solucionar todos los problemas antes para que haya paz.  Sin duda están hartos, y sienten desconfianza por el Gobierno, por el Presidente, por todo. Nadie puede negar que tenemos muchos, muchos problemas en Colombia.

Yo quisiera que la gente votará por el Sí porque la definición de paz, para mí, es la de un proceso. Es un primer paso para resolver esos múltiples problemas, y empezar por algún lado a arreglarlos. Dejar de matarnos es, sin duda, el mejor lugar para empezar. Es superar la idea de la parálisis y saber que los cambios sociales son complejos, y que salir de la guerra va a ser el principal beneficio para todos. La paz se tiene que ver en cambios y por algún lugar debemos empezar a hacerlos.

Futuro

La frase “piense en lo que se va a volver Colombia” se utiliza tanto por el No y el Sí para apelar a ese futuro incierto que se manifiesta ante la aprobación de los acuerdos de La Habana.

Para algunos de los que votan No, el futuro de Colombia es aterrador después de la implementación de los acuerdos e, irremediablemente, nos veremos abocados a una dictadura castro-chavista. Los cambios se ven como un riesgo. Unas transformaciones políticas, en las cuales se plantea ampliar los procesos de participación se consideran como elementos que amenazan la democracia. En esta visión existe un recelo, sin duda, a discursos que muchos consideramos trasnochados y que entrarán a la política. Venezuela aparece como un espejo del futuro.

Yo quisiera que la gente votara por el Sí, porque me gusta la definición de futuro como una posibilidad abierta para ser mejores de lo que hemos sido. Claro, es normal que los procesos de transformación planteen dudas y temores. El futuro siempre va ser incierto para la guerra o para la paz. El Sí se la juega por las incertidumbres de la paz, el No por las de la guerra. Votar Sí es pensar en ese futuro en donde las armas nunca más estarán de la mano de la política. La posibilidad de una discusión política, y democrática, que se centre en las ideas y no en los muertos. Ese es el voto por el Sí.

Colombia

¿Qué se define cuando se habla de Colombia, y quién está adentro y afuera? Hay una Colombia de lo que fuimos y estamos condenados a ser, y otra Colombia como la que podemos llegar a ser.

En este caso, algunas personas que van a votar No encuentran argumentos en la idea de que estamos condenados a repetir nuestros errores y de que “Colombia es así”. En este caso, estamos encerrados en nuestras desdichas y los cambios solo agravarán a este paciente. Este pensamiento está respaldado en la experiencia de haber nacido y crecido en medio de esta guerra, de tener la guerra completamente naturalizada. Y es una mirada entendible, pero sin duda trágica de la naturaleza de un país como Colombia.

Yo quisiera que la gente votará por el Sí, porque creo que la definición de la Colombia que podemos ser es muy poderosa. Este país cuenta con un potencial gigante que, superando el conflicto armado, puede ser extraordinario. Si la brutalidad de una guerra como la nuestra no ha logrado destruir a Colombia, imagínense todo lo que podríamos ser. No estamos condenados a ser lo que fuimos. No estamos condenados a la tragedia. Si algo nos ha dejado de enseñanza la violencia es que no importa lo difícil del momento, lo dramático o lo complejo, la vida en Colombia se ha abierto paso, de alguna forma, demostrando una terquedad inspiradora frente a la fatalidad. Esta terquedad es la certeza de que podemos ser otra cosa; que mirar hacia adelante, con verraquera y amor, no es un rasgo ajeno a nosotros.

De ninguna manera debemos, o podemos, aspirar a que nuestras definiciones de estas palabras grandes sean las mismas. No es posible por el marco de nuestras experiencias, sueños o temores. Pero lo que sí hay que tener en mente es la dimensión de estas palabras, liberarnos del monopolio de ellas y entender que mucho de su contenido lo podemos debatir, desde el respeto. Crear puentes y conexiones entre estas palabras grandes es la forma de empezar a entendernos un poco más.