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La ley de Galán para regular la coca serviría para poner en marcha el posconflicto
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La ley de Galán para regular la coca serviría para poner en marcha el posconflicto

Sara Kapkin - agosto 16, 2016

Después de años de guerra contra las drogas, la coca parece convertirse en una opción de vida.

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Cultivos de Coca. Foto por Santiago Mesa

Hace años que a la coca se le declaró la guerra. En el afán de los gobiernos del mundo, encabezados por Estados Unidos, de controlar el tráfico y la comercialización de la cocaína no encontraron más opción que ir tras la mata. Y en esa persecución, que aún hoy no termina, los más perjudicados han sido los cultivadores y las comunidades indígenas. Los han bañado desde aviones con químicos como el glifosato; los han perseguido, estigmatizado y judicializado. Pero después de tan ardua guerra, la coca parece convertirse en una opción de vida.

Luego de promover el uso del cannabis con fines medicinales con una ley que fue aprobada este año en el Congreso, el senador Juan Manuel Galán ahora va por la coca. Aunque el equipo del senador todavía está trabajando para ajustar el articulado, dentro de pocas semanas el proyecto será radicado. Así como con la marihuana, lo que pretende el senador es regular el uso de la hoja de coca con fines medicinales, alimenticios e industriales.

“Se trata de atender una realidad de miles de familias que cultivan la hoja de coca en Colombia. Esas familias, obligadas a cultivar la hoja de coca por la dificultad de no tener carreteras para sacar productos, de no tener acceso a crédito, a asistencia técnica, a la posibilidad de asociarse y de formar cooperativas, la única respuesta que han encontrado en el Estado ha sido la fumigación, la erradicación, la persecución y los encarcelamientos”, dice el senador Galán.

La idea de este proyecto es generar una industria alrededor de la hoja de coca que, apoyada en el desarrollo de investigaciones científicas, permita crear productos de alta calidad, empleo y oportunidades para las familias cultivadoras. Hacerlas menos vulnerables.

Una alternativa para el posconflicto

Mientras en la mesa de conversaciones de La Habana, el Gobierno y las Farc pactaron la sustitución concertada con las comunidades,  entre otras medidas; en realidad, eso de acabar con los cultivos ilícitos está lejos de ser verdad, sobre todo cuando las cifras de la coca y la cocaína en Colombia se volvieron a disparar.  Según el último Informe de Monitoreo de Territorios Afectados por Cultivos Ilícitos, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito -UNODC- en asocio con el Gobierno, el país tiene 30 mil hectáreas de coca más que en 2014, lo que equivale a un incremento del 39%. Es decir, Colombia pasó de 69.000 a 96.000 hectáreas.

“Colombia debería explorar la posibilidad de usar la coca para fines distintos a la producción de cocaína. Eso podría significar una estrategia de reducción de costos en términos de sustitución”, dice Sergio Chaparro, investigador en Dejusticia. Como acabar los cultivos no es tarea sencilla, una de las ventajas que tiene legalizar el uso de la hoja de coca es ese, sustituir el uso más no el cultivo. Es decir, que los cultivos de coca se destinen a la producción de alimentos, medicamentos e insumos industriales.

Hoja de coca. Foto por Santiago Mesa.

“Podría ser una estrategia que asegure la transición hacia una economía basada en otros tipos de productos agrícolas. Una de las fallas de los programas de sustitución es que parten de que a través de unos programas de choque se van a poder corregir desventajas estructurales que tienen los territorios productores de coca; y son esas desventajas las que llevan a que se haya afianzado allí la producción de coca para luego procesar cocaína”, dice Chaparro.

La coca, después de tanta guerra, parece convertirse en una oportunidad de vida y en un motor para el posconflicto. “Esto puede tener muchos beneficios para sacar a muchas familias de la ilegalidad, del abandono del Estado, de la falta de oportunidades para emprender, para ser productivas. A todas estas familias, si se les pregunta, realmente quieren estar de lado de la legalidad, quieren regularizarse”, dice el senador Galán.

El senador y su equipo van a recorrer con la coca un camino muy parecido al que ya atravesaron con el cannabis. Se basarán en experiencias de otros países como Bolivia y Perú, se acercarán a casos médicos e industriales exitosos, se dejarán ayudar por gente que sabe más de coca, por las comunidades indígenas, y se basarán en la ley que ya lograron aprobar.

A diferencia de lo que lograron con la regulación de la marihuana –muchos pequeños productores se han sentido discriminados y no dejan de pensar que el negocio favorece a grandes farmacéuticas y a empresas extranjeras–, el tema de la coca sí estará enfocado en los pequeños cultivadores.

“Algo que debería pensarse es facilitar que sean esas comunidades las que puedan acceder a esas licencias y establecer mecanismos precedentes de asignación como una forma de contribuir a los programas de sustitución en el posconflicto. Hay que considerar realmente cuales son las necesidades de los pequeños cultivadores, de las comunidades, para asegurar que la reglamentación no los excluya de entrada”, dice Chaparro.

Coca Nasa es uno de los casos de éxito de la comercialización de la coca en productos que no son cocaína. Creada en 1999 en Tierradentro (Cauca), Coca Nasa, la famosa marca de té de coca que viene una cajita café y que produce la gaseosa Coca Sek, se ha convertido en un industria rentable, que cuenta con registro sanitario y que es fuente de ingresos para la comunidad indígena Nasa de Tierradentro.

“La hoja de coca para nosotros es cultura, es costumbre, es la hoja ancestral. Pero en el transcurso de todos estos años -desde que empezó a funcionar Coca Nasa-, hemos tenido problemas e inconvenientes, porque mientras traen la hoja hay problemas: molesta la Policía, nos quitan la coca o nos estigmatizan”, dice Sandra Quilcue, una de las trabajadoras del almacén Coca Nasa en Bogotá. “La ley nos daría más tranquilidad”, anota.

La idea de regular el cultivo de hoja de coca no es exclusiva del senador Juan Manuel Galán. Uno de los abanderados en el tema es Pedro Arenas, director del Observatorio de Cultivos y Cultivadores Declarados Ilícitos, quien en 2005 cuando fue representante a la Cámara presentó ante el Congreso de la República un proyecto de ley que pretendía admitir la siembra, tenencia, uso y comercialización de la hoja de coca para “fines benéficos”, es decir, producción de alimentos, materia prima para medicina y otros procesos industriales. Era una iniciativa de las comunidades indígenas del Cauca con apoyo de Indepaz y otros centros académicos. Además de Pedro, otros más han hecho la misma propuesta sin mayor éxito.

Por ahora habrá que dar el debate, y pensar la coca como alternativa de vida, sobre todo en tiempos de posconflicto. Además sería un paso adelante para Colombia en la discusión global sobre la reforma a la política contra las drogas. Una forma de atreverse a ser ejemplo de políticas alternativas desde su particularidad como país productor.