Un grupo de jóvenes decidió recorrer el país con la intención de visitar los lugares donde el conflicto armado ha dejado huella.
La Chiva de la Paz ya empezó a rodar por Colombia. Un grupo de estudiantes universitarios, liderado por Marcela Fernández y Jorge Aristizábal, decidió salir de Bogotá para visitar algunos de los lugares donde el conflicto armado ha dejado huella. Inspirados por el momento histórico que vive el país, y por las marchas y movimientos que se han tomado las plazas de las ciudades, estos estudiantes decidieron tomar acción. El proyecto, según sus creadores, es la suma de esfuerzos de diferentes agentes de paz y organizaciones como PAZ a la Calle, el Centro de Memoria Histórica, la Unidad de Víctimas, entre otras.
La travesía comenzó el 7 de noviembre por la región Caribe. Nueve días después, la Chiva de la Paz salió de Bogotá camino a Marquetalia, cuna de las Farc. El viaje continuó, y continúa, por el eje cafetero y los departamentos del Valle del Cauca, Cauca, Nariño, Putumayo, Huila y Caquetá. Los jóvenes planean volver a Bogotá el 10 de diciembre y partir nuevamente, pero esta vez hacia los departamentos de Chocó y Antioquia hasta el 22 de diciembre.
“Nos ha ido bastante bien. No podemos quejarnos. Aunque ha habido días difíciles por la convivencia. Viajar con desconocidos no es sencillo. Sin embargo, ha sido el viaje más espectacular de la vida de cada uno. Hemos conocido la realidad de las víctimas”, confiesa uno de los viajeros.
Uno de los objetivos de la Chiva de la Paz, según sus promotores, es acercar la ciudad al campo. “Hemos visitado municipios muy alejados. Poblaciones de la otra Colombia. Pisamos el país que el Estado ha olvidado. Comprobamos la fragmentación que hay entre la ciudad y el campo. Por eso, queremos trabajar para acercar las urbes a las regiones”, sostiene Jorge.
Con la consigna de que la paz se construye entre los ciudadanos, este recorrido pretende, además, hacer actos simbólicos de reparación a través de intervenciones urbanas, artísticas, culturales y deportivas; reconstruir memoria histórica; generar diálogos de saberes, reflexiones constructivas, actividades y compromisos, y mapear el ecosistema de paz del país, creando una red de apoyo para el escenario de posconflicto.
“Hemos podido crear una gran red de apoyo. En términos prácticos, tenemos un grupo de WhatsApp llamado ‘Territorios de paz’. En él, están conectados cerca de 60 líderes sociales que hemos conocido en el recorrido. Queremos vincular iniciativas como la de las tejedoras de Mampuján, con otras”, explica Marcela.
A las personas de la capital, la travesía de la Chiva de la Paz les ha permitido comprender la realidad de las víctimas y adquirir una visión del conflicto diferente a la que se tiene en la ciudad. “Del viaje, nos ha impactado la claridad que tienen muchas víctimas respecto al conflicto armado. Ellos tiene una visión mucho más integral de la guerra. Han vivido la ausencia del Estado en carne propia. Tienen la imagen más completa del conflicto que los que vivimos en la ciudad. Eso les permite perdonar a sus victimarios con más facilidad”, revelan.
Por otro lado, con la Chiva de la Paz estos jóvenes quieren visibilizar historias del conflicto. “En las regiones nos han dado la bienvenida con cantos tradicionales ancestrales, mandalas de luz, mensajes de paz y calles de honor. Por lo general, la gente es muy abierta. Muchos quieren ser escuchados y contar sus procesos de vida. Nosotros los escuchamos”, afirma Marcela.
Los viajeros de la Chiva de la Paz se han podido mantener gracias al apoyo de empresas privadas y una campaña de crowdfunding. Los interesados en seguir el recorrido pueden hacerlo a través de la página de Facebook PAZabordo La Chiva de la Paz. Allí, se publica el día a día de la travesía.