¡Implementación Ya!: seis hechos que nos complican el tránsito de la guerra a la paz | ¡PACIFISTA!
¡Implementación Ya!: seis hechos que nos complican el tránsito de la guerra a la paz
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¡Implementación Ya!: seis hechos que nos complican el tránsito de la guerra a la paz

Staff ¡Pacifista! - noviembre 21, 2016

OPINIÓN Para ser exitosos en la implementación del acuerdo debemos reconocer la complejidad del momento.

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Columnista: Andrei Gómez-Suarez*

Seamos claros. Dejemos de imaginar escenarios ideales. Hoy estamos ante el escenario más adverso para la construcción de paz. Para ser medianamente exitosos en la implementación del nuevo acuerdo debemos reconocer seis desarrollos que complican el transito de la guerra a la paz, y nos ponen ante un reto enorme para evitar la continuación de la violencia.

Primero, la intransigencia de los voceros del No. Las reacciones en la prensa de Martha Lucia Ramírez, Alejandro Ordoñez, Álvaro Uribe y Eduardo Cañas revelan que su apuesta en la renegociación ha sido el “todo o nada”. La única forma de contar con ellos es incluir punto por punto sus 450 propuestas. Para ellos no es suficiente que más del 80% de las propuestas fueran incluidas en el nuevo acuerdo de paz.

Segundo, Donald Trump ha escogido a varias personalidades que auguran un giro radical en la política exterior norteamericana. A pesar de la reunión con el Presidente Santos, los alfiles de Trump estarán menos inclinados a apoyar la política de paz en Colombia. Seguramente, para empezar, harán exigencias relacionadas con la lucha contra las drogas que irán en contravía de lo acordado en La Habana. Por eso, voceros del No como Rafael Guarín celebran el nombramiento de Jeff Sessions como Secretario de Justicia. Así empiezan a buscar el apoyo exterior que explotarán al máximo en la campaña presidencial del 2018: la alianza uribista-trumpista en la era de la geopolítica del odio.

Tercero, los equipos negociadores del Gobierno y las Farc han demostrado un compromiso incansable durante cuatro años para lograr un acuerdo que responda a las preocupaciones de un espectro amplio de colombianos; sin embargo, han fallado en transmitirle a la sociedad colombiana su convicción sobre la necesidad de refrendar las bondades de un acuerdo de paz para el país. Y tristemente, en este momento, “el que piensa pierde”.

Los equipos presentaron el nuevo acuerdo, lo firmaron, lo dejaron cerrado para modificaciones, pero dejaron en el aire la refrendación. Sin una postura clara al respecto se perdió una semana valiosa para la implementación. El titubeo de los negociadores generó un debate político innecesario que ha desgastado el nuevo acuerdo. Esto ha permitido que los voceros del No propongan un nuevo plebiscito, que se enfoque en dos cosas que no están de acuerdo: la participación política de las Farc y las sanciones establecidas en la Jurisdicción Especial para la Paz. Si las partes no lo aceptan, cualquier otro mecanismo será fuertemente criticado. Si lo aceptan queda la duda de si es posible que la gente responda Sí a la pregunta que intentará imponer el uribismo: “¿Aprueba usted que las Farc no paguen cárcel y participen en política?”

Cuarto, la sociedad civil que espontáneamente salió a pedir ¡Acuerdo Ya! ha perdido oxígeno. Después de 45 días y un nuevo acuerdo su entusiasmo se ha desgastado. La marcha convocada para la celebración del nuevo acuerdo el 15 de noviembre fue pobremente atendida; los campamentos por la paz han empezado a desmontarse porque las sinergias que les daban vida se han ido agotando; las asambleas de PazALaCalle son cada vez más pequeñas porque algunas personas sienten que ya cumplieron su papel al presionar un nuevo acuerdo que ha sido logrado. Además, la incertidumbre política tiene cada día más un tufillo electoral que desmotiva a muchos que salieron a marchar. Sin una sociedad civil exigiendo y participando en la implementación, la paz queda convertida en un simple tema de la agenda mediática del país.

Quinto, el cese al fuego bilateral y definitivo se está resquebrajando. Los choques y ambigüedades que empiezan a emerger en terreno ponen a prueba el Mecanismo de Monitoreo y Verificación. Sin embargo, en una situación inestable, la confianza es difícil de mantener, más aun cuando recriminaciones mutuas empiezan a circular en los medios.

Sexto, y lo más grave de todo, un triunfo contundente del Sí en el plebiscito era un mandato moral para que la verdad judicial e histórica del conflicto armado pusiera fin de una vez por todas al uso político de la violencia, a su perpetuación a través de la acumulación de tierras y el narcotráfico. Pero no fue así. Por 56.000 votos ganó el No, y gracias a la actitud triunfalista de sus autodenominados voceros, los violentos en las regiones han encontrado la excusa para pasar de las amenazas de muerte a los asesinatos selectivos. La muerte de Rodrigo Cabrera (en Nariño), Erley Monroy (en Caquetá) y Didier Losada (en Meta) entre el 18 y el 20 de noviembre, líderes de Marcha Patriótica, demuestran que, tristemente al igual que en el pasado, los asesinos se sienten legitimados para matar a quienes reivindican la paz.

Este escenario es más adverso cada día que pasa. No es hora de dilaciones y dudas; Santos hace bien convocando una Comisión de Alto Nivel de DDHH, pero es necesario ir más allá. Es imperioso poner en marcha el Sistema Integral de Seguridad para la Participación Política (Punto 2 del nuevo acuerdo), así como el pacto nacional para el desmonte de las estructuras herederas del paramilitarismo (Punto 3 del nuevo acuerdo).

La llegada de Timochenko para firmar el acuerdo el miércoles 23 de noviembre es sumamente acertada. Necesitamos un liderazgo que ponga fin a discusiones inocuas sobre la participación de las Farc en política. A la gente la están matando y, si sigue ocurriendo, lo último que harán los combatientes de las Farc en los territorios será desarmarse para caer abaleados por enarbolar ideas distintas.

Colombia necesita líderes sociales que no desfallezcan, funcionarios públicos comprometidos a implementar los acuerdos, políticos sensatos que impidan que una minoría en el Congreso se convierta en una mula muerta que impide ponerle fin a la guerra y una sociedad civil revitalizada que entienda que la construcción de paz toma tiempo; que estos dos meses son sólo el principio de un trayecto largo donde debemos hacer un esfuerzo sobrehumano para quitarle el protagonismo a quienes en este momento están a punto de quitarnos la oportunidad de reconciliarnos para unir a Colombia con Trump y otros en su cruzada geopolítica de odio.

*Profesor y Consultor en Justicia Transicional y miembro de Rodeemos el Diálogo

@AndGomezSuarez