Hablamos con el hombre que lidera la lucha contra el narcotráfico en el Pacífico Sur | ¡PACIFISTA!
Hablamos con el hombre que lidera la lucha contra el narcotráfico en el Pacífico Sur
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Hablamos con el hombre que lidera la lucha contra el narcotráfico en el Pacífico Sur

Staff ¡Pacifista! - abril 7, 2017

Según Serrano, jefe de la Tarea 'Poseidón', bandas criminales se disputan el espacio abandonado por las Farc

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El contralmirante asegura que, en Tumaco, los cultivos ilícitos se incrementaron hasta en 90 porciento. Foto: Aitor Sáez | ¡Pacifista!

Tres controles tenemos que superar hasta llegar al despacho de la base militar de Tumaco y encontrarnos con el contralmirante Carlos Gustavo Serrano Álvarez, comandante de la Fuerza de Tarea ‘Poseidón’. Serrano es el máximo encargado de la lucha contra el narcotráfico en el Pacífico Sur, la región más conflictiva del país.

Serrano Álvarez e un hombre formado, de voz baja y calmada. También es disciplinado: está aprendiendo alemán para entenderse mejor en las tareas de coordinación con otros países. Nada tiene que ver con los superhéroes de las películas. A sus 53 años, ocupa desde hace 24 meses el cargo militar más estratégico en la batalla contra los mafiosos. Cuatro estrellas plateadas relucen en el cuello de su camuflado. Desde su oficina se ven las aguas por donde parten las operaciones que él mismo planea y que pueden durar hasta tres meses en alta mar.

¡Pacifista! se sentó a hablar con el contralmirante sobre las operaciones que dirige, sobre la situación de Tumaco y sobre los desafíos que enfrenta la lucha contra los cultivos de coca y contra el narcotráfico en el momento en que las Farc dejan las armas.

¿Cómo surgió la Fuerza de Tarea?

Fue creada en 2013 con el propósito de desvertebrar la cadena del narcotráfico y sus estructuras, aunque cambió un poco de rumbo. En la actualidad estamos afianzados con el área de cultivos ilícitos en el suroccidente colombiano. Esa zona ha muy afectada por ese flagelo, asociado también con la lucha contra los grupos armados como las Farc que incentivó, e inclusive, fue el principal combustible de esa problemática.

Aunque no sólo las Farc han hecho parte de esa cadena del narcotráfico…

Claro, las Farc tenían participación en la cadena del narcotráfico, aunque existen organismos exclusivos que se dedican a cada parte de ella, es decir, unos que se encargan de dirigir los cultivos, otros de los insumos químicos, también de la transformación de la coca en clorhidrato hasta la distribución.

¿Por qué centrar la operación en Tumaco?

Porque el narcotráfico ha tenido un crecimiento muy rápido y preocupante en ese departamento. En 2015, por ejemplo, hubo un aumento de 90% en materia de cultivos ilícitos. Se pasó de 8.963 hectáreas cultivadas a más de 16 mil, lo que derivó en una alta producción de clorhidrato.

¿Por qué cree usted que se ha dado ese incremento?

Yo diría que debido a la falta de propuestas socioeconómicas. En Tumaco, la economía se basa en la pesca, la madera y metales, pero siempre ha faltado una propuesta real que genere empleo en la región.

Según el contralmirante, en el país se producen al año alrededor de 643 toneladas de coca. De esa cantidad, Tumaco aporta 220. Foto: Aitor Sáez | ¡Pacifista!

Después de conocer esas cifras ¿Cómo se ha buscado combatir ese flagelo? ¿Hay alguna diferencia ahora que las Farc atraviesan un proceso de paz?

Es un reto muy grande, porque delinquen en esas áreas, tanto rurales como litorales. Ejercer presencia en esas zonas demanda esfuerzo, por eso, trabajamos entre los organismos nacionales, como la Policía Nacional, el Ejército, la Fuerza Aérea y la armada, además de la Fiscalía. Siempre ha existido la presencia de grupos delincuenciales organizados. Esta presencia había sido históricamente auspiciada por las Farc. Si bien es cierto, esa guerrilla está atravesando un proceso de paz, nos hemos tenido que enfrentar al surgimiento de otras bandas delincuenciales de menor alcance, que se han querido adueñar de las áreas rurales donde ellos ejercían actividades relacionadas con el narcotráfico.

A parte de las Farc y el ELN ¿Aún hay bandas criminales que tengan una relación directa con el paramilitarismo?

Tenemos que remontarnos a la historia del país. Aquí se dio un boom a partir de los años 90, en el que la coca se tomó 4.000 hectáreas muy rápido, eso llamó la atención de diferentes actores armados y cárteles. Llegaron las Farc, ELN y las AUC a ejercer una economía simbiótica, lucrándose de extorsión y exigiendo pagos por droga cultivada, procesada y transportada. Después de que las autodefensas se acogieran a la Ley de Justicia y Paz, muchos de sus miembros conformaron diferentes bandas criminales, a ellas no podemos llamarlas paramilitares, porque esos grupos tenían, al menos, un ‘pseudoproyecto político’, en cambio esas organizaciones sólo se dedican a la delincuencia y son grupos mucho más pequeños.

Entonces ¿Cómo conviven los grupos delincuenciales en esa zona?

En el pasado, muchos de ellos terminaron trabajando para los grupos guerrilleros que operan ahí, además se reorganizaron con propósitos determinados.  Algunos, por ejemplo, se unieron a las ‘Águilas Negras’. El problema es que esos grupos cambian mucho, ahora se han desplazado a los territorios de operación de las Farc para lucrarse ahí.

Con conocimiento de lo que está pasando ¿Cómo operan ustedes para que los miembros de esas organizaciones respondan ante la justicia?

Ese es un tema muy importante. Nosotros trabajamos en conjunto con la fiscalía en procesos investigativos, metódicos y de análisis para traducir esos hallazgos en órdenes de captura, el problema es que en Colombia, el imputado tiene muchas garantías, por eso nos toca armar paquetes contundentes para que no nos puedan refutar ni privilegiar a los delincuentes.

Ante lo que usted cuenta, la población civil parece ser vulnerable, pues advierte que la presencia de esa guerrilla ha sido remplazada por bandas criminales ¿Qué está haciendo la Fuerza de Tarea para garantizar seguridad?

Las Farc nunca tuvieron un control territorial como tal, pero sí influencia delictiva. Ahora, las bandas criminales se están organizando para proveer seguridad en el negocio del narcotráfico, por eso nosotros debemos dividir nuestras fuerzas y transmitir confianza. Necesitamos un componente visible contundente y permanente en esos lugares para que no atenten contra la gente ni contra su movilidad. Hasta el momento, hemos hecho un esfuerzo metodológico y pragmático.

“Las Farc nunca tuvieron un control territorial como tal, pero sí influencia delictiva.”

Pero no sólo es la población civil, también los cultivadores que, como usted afirma, no tienen opciones económicas ¿Cómo combatir ese problema también?

Los cultivadores de hoja de coca se quejaban de la oferta de actividades económicas lícitas, pero muchos, aun teniendo la oportunidad de pasarse a la legalidad, no lo hicieron. Hubo otros que sí persistieron en las iniciativas de sustitución. El 14 de febrero, algunas comunidades del departamento firmaron un acuerdo en el que se acogen a ese programa, que incluye, desde un apoyo alimentario durante el proceso de cultivación, hasta la creación de pequeñas huertas de cacao, palma de aceite, coco, entre otros… Igual, nosotros tenemos la orden de continuar con la erradicación forzosa.

Con todo lo que está sucediendo en Tumaco ¿Tiene esperanza proceso de paz?

Yo soy optimista. El Gobierno tiene una política acertada en dar más opciones a los campesinos para que se acojan a la legalidad. El narcotráfico solo existe hace 60 años, antes de eso, muchas familias pudieron salir adelante sin acudir a ese negocio. Pero, para eso necesitamos cambiar de mentalidad y así lograr que zonas como Tumaco se conviertan en emporios de la producción agropecuaria, en una sociedad ejemplarizante. Con eso sí se acabaría la violencia, el narcotráfico y todas las actividades conexas.