Detrás del telón de las ‘mulas’ del narcotráfico: radiografía de un negocio perverso | ¡PACIFISTA!
Detrás del telón de las ‘mulas’ del narcotráfico: radiografía de un negocio perverso Ilustración: Vanessa Martínez
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Detrás del telón de las ‘mulas’ del narcotráfico: radiografía de un negocio perverso

Colaborador ¡Pacifista! - noviembre 5, 2020

Desde los años ochenta se popularizaron las capturas de colombianos en los aeropuertos por tráfico de estupefacientes. Desde 2003 hasta el 8 de junio de este 2020 fueron capturados 1.090.683.

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Este contenido se publica en alianza con la Unidad de Investigación Periodística del Politécnico Grancolombiano.

 

“Fue en 2011. Estábamos en una gran crisis en España y yo estaba sin trabajo. Vinieron un colombiano y un venezolano y nos ofrecieron un viaje a Colombia con todos los gastos pagos. Yo al principio no quise, pero luego me regalaron 2.000 euros y acepté. Firmé un papel. Yo pensé que esos ya se habían perdido. Tardaron un mes o dos meses en llegar. Aparecieron en mi casa sin yo haberles dicho la dirección.

Llegué a un laboratorio en el hotel Niágara en Bogotá y me enseñaron a tragar cápsulas como si me tragara 2 pollos. Eran 2 kilos de harina en unos preservativos con forma de bola. Tenía ganas de vomitar, no me entraban más. Y entonces ellos me explicaban:

– No comas nada. Solo bebe agua, nada de Coca-Cola. Nada de esto, nada de lo otro.

Me tragué 68 cápsulas, que es la totalidad de 1.600 gramos de cocaína, lo que cabe en tu estómago. Y los otros 300 gramos lo impregnaron en mi ropa.

Yo iba un poco asustado, como todos. Pero, una semana antes, nos habían estado haciendo pruebas: a mí por un lado y a ellos por otro. Teníamos miedo. Sí, estábamos nerviosos. Nos hacían preguntas. Y luego ellos me decían que me relajara, que no contestara así tan… Que me calmara, que el nerviosismo me delataba y que todo estaba cuadrado y pagado. Eso me sonaba como a las películas, ¿no? Pero ni cuadrado ni pagado. Me fui de conejillo de indias”.

 

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Marcos, un español de 49 años, vestido con traje de paño color gris y equipaje de mano, fue capturado en el Aeropuerto Internacional El Dorado el 19 de octubre de 2011 tras intentar regresar a su país con casi 2 kilos de cocaína.

 

 

Como Marcos, 1.192.524 personas han sido capturadas en Colombia por el delito de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes desde enero de 2003 hasta el 8 de junio de 2020 de acuerdo con datos del Grupo de Información de Criminalidad de la Policía Nacional (GICRI). De ese número, 11.649 son extranjeros y 1.090.683 son nacionales.

Se trata de un delito común en el país. Uno más convertido en paisaje para la sociedad, acostumbrada desde hace 40 años a los carteles. Sin embargo, en Colombia ya no son frecuentes las capturas de las cabezas de las organizaciones de narcotráfico, que suelen ser un enigma inclusive para quienes integran los últimos puestos de la cadena de ilegalidad. Lo que sí es frecuente es la captura de pasantes de drogas o como se les conoce en el país: mulas.

 

 

Gustavo Duncan, politólogo y experto en temas de narcotráfico, asevera que los pasantes de drogas son “el pedazo menos relevante del narcotráfico a gran escala”. La razón principal es que las personas, en su cuerpo o en el equipaje, no pueden transportar las cantidades de droga que sí pueden transportar las organizaciones criminales, eventualmente, en un avión, un barco o un submarino.

En consecuencia, explica Duncan, así como los campesinos, sembradores y raspachines, las mulas “reciben plata, pero reciben muy poco. El que se queda con la plata es el que tiene el poder, y el que tiene el poder es el que tiene el ejército”.

Daniel Rico, investigador en temas de economías criminales, coincide con Duncan, al afirmar que los pasantes de drogas son los “eslabones bajos de la cadena” del narcotráfico. Señala que para los grupos criminales es rentable utilizar personas externas para esta modalidad de tráfico, porque son ellos quienes asumen el riesgo y, finalmente, los que terminan siendo judicializados. Por lo tanto, concluye, las cárceles del país están llenas de “mulas, pequeños distribuidores y traficantes de esquinas de barrio”.

De hecho, los datos del GICRI revelan que desde enero de 2019 hasta el 8 de junio de 2020 se registraron 82.073 capturas por tráfico, fabricación o porte de estupefacientes en todo el territorio nacional, lo equivalente a llenar casi dos veces el Estadio Atanasio Girardot de Medellín. De esta cifra, el 48,7 por ciento son personas entre los 18 y 27 años. Los datos no aclaran si las personas aprehendidas son particularmente pasantes de drogas porque el delito abarca otras acciones como la fabricación.

Sin embargo, el Centro Internacional de Estudios Estratégicos Contra el Narcotráfico (CIENA) de la Policía Nacional revela a la UIP que solo entre el 2019 y hasta el cierre de vuelos comerciales por la pandemia, en marzo de 2020, han sido judicializadas 573 personas por el delito de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes “en los principales aeropuertos del país con destinos internacionales: Antioquia, Atlántico, Bolívar, Bogotá, Risaralda, San Andrés, Norte de Santander y Quindío”.

 

El rostro de los pasantes

La dificultad para caracterizar hoy a los pasantes de drogas la tienen incluso quienes se dedican a estudiar el fenómeno. La teniente coronel Liz Wendy Cuadros Veloza, jefe del CIENA, afirma que encuentran muchos perfiles. No obstante, hace un balance de los resultados del estudio que, desde 2014, ha llevado a cabo la institución que lidera: suelen ser comerciantes y empleados independientes, seguidos de estudiantes, desempleados, gente que hace oficios varios, amas de casa y conductores. Las personas detenidas pertenecen a los estratos socioeconómicos 1, 2, 3 y 4. Sin embargo, Cuadros resalta que un gran número corresponde al estrato 3.

Frente al estrato la cuestión no ha cambiado mucho en el país, si se considera que 18 años atrás la investigación Las “mulas” del Eje Cafetero, dirigida por el economista William Mejía Ochoa, arrojó que de 142 personas detenidas por intentar viajar fuera del país con cocaína o heroína, el 33 por ciento vivían en estrato 3, siendo este el mayor registro.

Además, el nivel de escolaridad alcanzado por las personas capturadas entre 2019 y junio de 2020 es de 56.150 con secundaria, seguido de 19.567 con primaria, 893 reportan no tener estudios, 725 señalan que tienen el grado de técnicos, 486 un título universitario y 128 indican ser tecnólogos. En los datos entregados por el GICRI se expone que de 4.124 personas detenidas no hay información al respecto.

 

nivel_escolaridad_trafico

 

Desde enero hasta el 8 de junio de este 2020, en el país se han capturado 17.742 hombres y 1.974 mujeres por tráfico, fabricación o porte de estupefacientes de acuerdo con las cifras del GICRI.

Aunque son más frecuentes las capturas de hombres, el caso de las mujeres pasantes de drogas ha merecido estudios internacionales. Justamente Corina Giacomello, docente e investigadora en temas de sistema penitenciario en América Latina en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Autónoma de Chiapas, señala que si se tratan casos de mujeres colombianas lo que se encuentra es que provienen de niveles socioeconómicos bajos y medio bajos.

Explica que en el caso latinoamericano,  las mujeres “lo hacen por una necesidad económica crónica, es decir, que siempre han vivido en la pobreza. No es que vayan a salir de la pobreza, pero tal vez puedan, a través de esas ganancias, hacer frente a la situación y estar un poquito más arriba de la supervivencia”.

En el informe Mujeres, delitos de drogas y sistemas penitenciarios en América Latina, publicado por el Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas (IDPC), se menciona que en la región las mujeres que aceptan ser pasantes de drogas suelen ser madres cabeza de hogar, de bajos recursos económicos, con historias de vida marcadas por distintas formas de violencia.

En Colombia, las capturas a mujeres pasaron de 40.057 entre 2003 a 2009 a 52.184 desde 2013 hasta junio de 2020. Es decir, hubo un aumento del 30 por ciento al comparar la cantidad de capturas entre los últimos 7 años de la década pasada frente a los últimos 7 años y medio de esta década.

Ahora bien, al comparar la cantidad de capturas a mujeres que se registran entre 2010 y 2014 con las reportadas entre 2015 y 2020 se encuentra que pasaron de 38.744 a 35.938, respectivamente, lo que evidencia una disminución del 7 por ciento.

 

sexo_capturados_trafico

 

De acuerdo con el estudio realizado por el CIENA, un alto porcentaje de pasantes de drogas están entre los 21 y 41 años, seguido de adultos mayores. Sin embargo, reportan detenciones de personas desde los 18 años.

No obstante, los datos suministrados por el GICRI permiten hacer un análisis más detallado, dado que el grupo de edad con mayor número de capturas desde el 2003 hasta junio de 2020 está entre los 18 y 27 años.

Al comparar la cantidad de capturas entre los últimos 7 años de la década pasada, es decir, de 2003 a 2009 (185.914), frente a los últimos 7 años y medio de esta década, de 2013 a junio de 2020 (248.467), hay un incremento que equivale al 34 por ciento.

Aún así, al cotejar los datos de 2010 a 2014, donde se presentaron 195.865 capturas, con los de 2015 a 2020, donde hay 165.754, sí se evidencia una disminución del 15 por ciento de los casos.

 

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Según el jefe del Área de Control Aeroportuario (CENSO) de la Subdirección de Antinarcóticos, quien respondió por escrito un cuestionario de la UIP, “el perfil que las redes están buscando son personas con problemas económicos o bajos niveles de ingresos, con enfermedades terminales como VIH o cáncer; extranjeros, dependiendo del destino final de la droga –mexicanos hacia Norteamérica, y españoles hacia Europa–; y también ciudadanos en condiciones de migración irregular”.

Una revisión de 65 artículos de prensa publicados entre enero de 1990 y abril de 2020 en la revista Semana, El Espectador y El Tiempo sobre personas que habían aceptado ser pasantes de drogas, se evidencia que en la década de los noventa los grupos criminales utilizaron gente “sana porque son los menos sospechosos”, tal como se expone en uno de los textos de Semana.

Entre los años 2000 y 2009, los artículos periodísticos contaban historias de hombres, ancianos y niños pertenecientes a los estratos 1, 2 y 3. Pero también se registró un aumento de personajes públicos como magistrados, modelos, actores y deportistas. Esta tendencia permanece entre 2010 y abril de 2020, pero se suman las historias de parejas y familias que incluyen a menores de edad.

Los archivos de prensa evidencian el aumento de extranjeros que salen desde Colombia como pasantes de drogas. En efecto, retratan las historias de personas que provienen de Europa, Asia, Oceanía y América. Con mayor frecuencia son de México, España y Venezuela.

Esto coincide con lo que se expone en el informe Voces actuales en el fenómeno de pasantes de drogas ilícitas en Colombia, publicado en 2017, en el que se plantea que entre 2013 y 2016 se reportaron 111 casos de mexicanos, 66 de españoles y 59 de venezolanos.

Según información entregada por la Dirección de Antinarcóticos (DIRAN) de la Policía Nacional, al comparar los datos de 2019 y 2020 se registra un aumento del 40 por ciento en el uso de correos humanos de migrantes venezolanos. La DIRAN asegura que esta población ve en el transporte de droga una “oportunidad de trabajo fácil”.

Es importante evidenciar que, de acuerdo con los datos del GICRI, así como se ha incrementado el número de capturas de mujeres y jóvenes, también hay un alarmante aumento en la detención de extranjeros en el país. Entre 2003 y 2009 se registraron 902 capturas, mientras que de enero de 2013 a junio de 2020 se reportó la aprehensión de 9.882 extranjeros, lo que indica un incremento del 996 por ciento.

 

 

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Este texto hace parte del especial ‘Los pasantes de drogas en Colombia: radiografía de un negocio perverso’, hecho por la Unidad de Investigación Periodística del Politécnico Grancolombiano. Pueden verlo completo en este enlace.