El ritmo de las conversaciones con las Farc y la lentitud para sentar al Eln hacen pensar que estamos lejos del fin del conflicto.
Mientras el Gobierno y las Farc ultiman detalles para llegar al acuerdo final, los diálogos exploratorios con el ELN parecen cada vez más estancados. En las últimas horas la comandancia de esa guerrilla y el presidente Juan Manuel Santos se enfrentaron públicamente y dejaron ver que, más allá de los detalles, es cada vez más difícil que los dos procesos de negociación confluyan.
En un comunicado dado a conocer el pasado domingo, el Comando Central (Coce) del ELN anunció que desde noviembre de 2015 su “delegación para el diálogo” está a la espera de que el Gobierno defina dónde y cuándo se hará el último ciclo de conversaciones de la fase confidencial.
Según el Coce, “en dos años largos que han durado estos diálogos, al final de cada ciclo, de acuerdo al reglamento acordado, siempre se ha fijado la fecha y sitio para el siguiente encuentro; pero en esta ocasión no ocurrió así, porque la Delegación del Gobierno no quiso definir estos dos asuntos”.
Así las cosas, esa guerrilla dio a entender que el Gobierno es el único responsable de que la negociación no haya avanzado en los últimos tres meses.
Horas después, el presidente Santos le salió al paso a esas declaraciones y dijo que el ELN no había querido definir esos asuntos: “estamos pidiéndoles desde hace ya algún tiempo que se facilite una serie de reuniones que tenemos todavía por delante, para pasar de la fase confidencial a la fase pública. Estamos a la espera de concretar esas fechas por parte de ellos”.
El choque de versiones volvió a revivir la incertidumbre sobre el nivel de confianza que existe entre las partes y la posibilidad real de que se instale prontamente la mesa de diálogos, sobre todo porque el cese bilateral del fuego con las Farc y la firma de un acuerdo final con esa guerrilla son inminentes.
El hecho de que ELN continúe operando en territorios claves para el posconflicto podría ser una gran dificultad para garantizar la ejecución y el cumplimiento de los acuerdos de La Habana, además de un motor para exacerbar viejos conflictos entre el Gobierno y las comunidades que habitan en las zonas de influencia de esa organización.
Una segunda contradicción también se hizo evidente este fin de semana, aunque pasó casi desapercibida. Se trata del cruce de declaraciones entre el ELN y el máximo comandante de las Farc, Timoleón Jiménez, alias “Timochenko”. En una entrevista concedida a la revista Semana, ante la pregunta de “¿Qué va a pasar con el ELN?”, “Timochenko” respondió: “Desafortunadamente, hace rato no ha habido forma de comunicarnos con ellos”.
En sentido contrario, voceros de Radio Nacional Patria Libre (Ranpal), la emisora del ELN, le habían dicho a ¡PACIFISTA! en enero pasado que “cualquier duda que tenemos frente a algún tema, frente a algún punto o a conceptos nuevos que no entendemos de los que se plantea en La Habana, el Comando Central se lo pregunta directamente al Secretariado de las Farc, pues avanzamos en un proceso de unidad muy fuerte”, dando a entender que existe un fluido canal de comunicación entre ambas guerrillas.
El encontrón entre Santos y el Coce también reeditó las múltiples especulaciones que distintos sectores han hecho desde 2014, cuando se anunciaron los diálogos exploratorios. Algunas de las más polémicas fueron recogidas por el investigador Carlos Medina el pasado 19 de enero, quien en una carta abierta le dijo al ELN que existen al menos seis condiciones para que el Gobierno no le haya metido el acelerador a las conversaciones.
Entre las supuestas razones del Ejecutivo se encuentran, según Medina: que la guerrilla busca defender al gobierno de Nicolás Maduro de los “avances de la oposición”, por lo que no está enfocada en la consolidación del proceso de paz; que es probable que el frente Domingo Laín no respete las decisiones del Coce y no esté de acuerdo con la salida negociada al conflicto; que el ELN no quiere sentarse a la mesa con el objetivo de dejar las armas, sino con el de ganar visibilidad y promover su agenda política, y que no todos los mandos de la guerrilla están de acuerdo con la decisión de negociar.
Estas posturas motivaron, como ya es costumbre, una airada reacción de Ranpal a través de Twitter. En intercambio de mensajes con Medina, los guerrilleros dijeron que el análisis del académico era “errado” y se basaba en ‘conjeturas’.
En cuanto al Eln, se ha dicho que sus pretensiones de vincular directamente a la sociedad civil en la negociación, de discutir una agenda amplia y de evaluar los acuerdos entre el Gobierno y las Farc una vez se ponga en marcha su implementación, también han retrasado la instalación formal de la mesa.
Mientras no se llegue a la fase pública, nada hace pensar que el fin del conflicto con las Farc podría coincidir con la terminación de la guerra con el Eln.