Los compromisos del gobierno luego de las protestas de mayo marcan los días de sus habitantes, apropiados del reclamo de lo que consideran suyo.
Las negociaciones de paz de La Habana no son un tema común en Buenaventura. Cuando se pregunta en la calle por lo pactado entre las Farc y el gobierno, las personas y en particular los líderes sociales se remiten al paro cívico que hicieron en mayo de este año. Ahí, según ellos, están las claves para que la paz pueda ser una realidad en la ciudad portuaria. Paradójicamente, los reclamos que hicieron y que el gobierno se comprometió a solucionar tienen relación con algunos puntos del acuerdo de paz, como la titulación de baldíos y el “desmonte del paramilitarismo”.
La diferencia entre el acuerdo de paz y el paro cívico es que este último caló en lo más profundo de los jóvenes, quienes resistieron diferentes amenazas y ataques cuando bloquearon la vía alterna interna, una de las principales rutas de las empresas transportadoras. El paro también es más cercano porque todas las semanas se pueden ver por las calles a delegados del gobierno caminando, gestionando reuniones con las organizaciones sociales sobre las promesas que se pactaron, como la construcción de acueducto y alcantarillado para las zonas que no tienen agua potable y la construcción de una “ciudadela hospitalaria”.
A mediados de noviembre, cuando visité el barrio Isla de la Paz, uno de los más vulnerables del puerto, vi a un grupo de niños dibujando. “Mi mamá está ahí, en el puente”, decía una niña de unos 8 años describiendo el dibujo. En él, al otro lado del puente, estaban los policías, que en la vida real fueron miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad).
La dimensión de lo que representa el paro también se puede ver cuando, por ejemplo, un extraño llega a los barrios. De inmediato los jóvenes salen en sus bicicletas y preguntan quién es, qué quiere, por qué viene. El temor a que los despojen de su territorio está latente.
Fui a Buenaventura por invitación del Instituto Goethe. En el barrio Isla de la Paz desarrollaron un proyecto que unió cuatro líderes sociales de diferentes sectores de Buenaventura. Construyeron una casa de madera y, desde ahí, hicieron un programa: Radio Conversa, el cual se ha replicado en las localidades de de Bogotá de Usme, Ciudad Bolívar y en municipios como Soacha y Buenaventura.
Los acuerdos del paro cívico siguen en el papel, de hecho los temas todavía están siendo debatidos. Por ahora no se sabe a ciencia cierta cómo se invertirán los 1,6 billones de pesos para sacar adelante las promesas del gobierno. En el tema de agua, por ejemplo, no se ha llegado a un acuerdo sobre qué tipo de plantas de tratamiento se van a construir, pues lo ideal es que no contaminen las playas.
Este espacio de discusión hace parte de una estrategia a escala regional: El futuro de la memoria, que involucra a diferentes comunidades de Brasil, Chile, Perú y Argentina. Cuando asistimos a Radio Conversa en Isla de la Paz escuchamos las historias que impulsaron el Paro Cívico y las experiencias de los líderes durante los últimos meses.
Estas son algunas de las historias.
Carmen Chávez, luchar para salvar los hogares comunitarios
Fui madre comunitaria toda la vida. En el año 2000 quedé en un proyecto para atender un comedor comunitario en el barrio Isla de la Paz, donde les dábamos comida a 100 niños. En 2003, cuando comenzó la construcción de la vía alterna-interna, el comedor quedó suspendido y los niños sin comida. Mi casa también se vio afectada. Era de 12 metros por 24 metros, pequeña, pero fue la que mi padre nos regaló a todos los hijos. Todo se tuvo que tumbar, aunque en un comienzo nos habían dicho que eso no iba a pasar. Adaptarnos, reubicarnos, nada de eso ha sido fácil.
Nunca pensé en unirme a un paro, pero con todo lo que pasó dije sí, tienen razón todos: ¡El pueblo no se rinde carajo!
Me atreví a salir, solita, y poco a poco fueron arrimando personas hasta que cerramos la vía durante 24 horas. No almorzamos, no fuimos a las casas, nos quedamos ahí hasta que todo se puso difícil por las peleas en la carretera. Esos días se veían a todas las familias apoyándonos, los niños, los abuelos, todos. Desde ahí toda la gente está pendiente de la situación, preguntan qué está pasando y qué pueden hacer para que todo mejore. Eso de verdad me alegra muchísimo.
María Elena Cortés, socióloga, profesora de la Universidad del Pacífico
El paro cívico fue una oportunidad para recordar el conocimiento ancestral, para rescatarlo, replantearlo y fortalecerlo. Hay procesos organizativos que en Buenaventura no han sido visibilizados por las dinámicas del terror. Es que nosotros no somos pobres, a nosotros nos han empobrecido. Buenaventura es la mejor esquina de América Latina y eso lo rescatamos en el paro. Ahora las mujeres estamos exigiendo condiciones laborales y ambientales dignas. Estamos cansadas de la corrupción desmedida y por eso estamos tan activas en la participación ciudadana. Cuando ésta no avanza es porque estamos tocando las fibras de los políticos aliados a las multinacionales.
Miren, el paro cívico es tan importante en nuestras vidas que por primera vez en mucho tiempo estamos demostrando que podemos hacer cosas diferentes, que tenemos dignidad, que hace mucho tiempo dejamos de arrodillarnos por migajas, como viene pasando desde hace cinco siglos. Podemos contar la historia que no se cuenta en El Petronio: que nos esclavizaron, que nos estigmatizaron.
Apropiarse de los acuerdos de paz es asumirlos desde adentro, desde nuestro presente, desde nuestro futuro. Si no generamos ingresos, si nuestra vida no cambia, ¿de qué paz estamos hablando? Si vemos que los chicos siguen prefiriendo el camino de los grupos al margen de la ley y a muchas familias les toca abandonar las tierras, ¿eso es paz? El paro nos demostró que queremos construir nuestra paz desde nuestras necesidades. Lo más importante es que niños, abuelos y todas las familias en general seguimos unidos.
Rocío Segura, la voz de la Comuna 5
Yo vengo del barrio La Inmaculada, donde está el terminal marítimo TC Buen. Llevo 35 años transitando el camino del liderazgo social, el mismo que transitó mi madre. Mi lucha ha sido por los daños que ha causado el puerto con todo lo que hace. Vivir con el ruido de los contenedores, con los temblores y con las amenazas de que nos van a sacar no es nada fácil. Incluso hace unos años hubo un desplazamiento de 35 familias. También nos quedamos sin la cancha, donde los niños jugaban fútbol y donde incluso entrenó el ‘tren’ Valencia. Antes nos reuníamos muchas personas en la cancha, hoy no es posible porque nos matan. Por la misma contaminación del puerto ya no podemos pescar. Por las vibraciones se han caído viviendas. Nos dicen invasores, cuando ellos fueron los que invadieron, por eso resistimos, seguimos y nos unimos.
Yudi Angulo, resistencia desde la música
Rostros Urbanos, la organización que aquí represento, nació como un grupo de jóvenes que quería aportarle a Buenaventura desde la música. Sin embargo, nosotros dejamos de ser un colectivo de artistas y comenzamos a trabajar en temas de formación política por el paro cívico. No nos queríamos quedar en ensayar canciones sino en involucrar a todos los jóvenes en procesos de formación artística. En el paro incidimos con coreografías, con labores de pedagogía, como explicando cómo se accede a una tutela, cómo se hace un derecho de petición. La juventud de Buenaventura tiene que saber todas estas cosas. La juventud se ha dado cuenta que las cosas que hacían cuando eran niños se están perdiendo y de hecho los mismos jóvenes dicen que se necesita “fortalecer la cultura ancestral del Pacífico”.
Ahí nosotros entramos como organización a proponer ideas para que rescatáramos esa cultura ancestral, para que generáramos conciencia desde la música, desde el arte o las tertulias culturales. Si era el caso nos buscábamos como fuera tarimas y herramientas para hacer un escenario. En la comuna 8, les pongo un ejemplo, los pelados querían cantar y conseguimos todo para que pudieran hacer un concierto en su barrio. Esto se dio también como una conmemoración de la masacre de 12 jóvenes en abril de 2005. Con este tipo de acciones vamos incidiendo como juventud en Buenaventura, por eso estamos en el Paro Cívico.