El manual de desinformación y autoritarismo del gobierno Duque | ¡PACIFISTA!
El manual de desinformación y autoritarismo del gobierno Duque Collague: Natalia Torres

El manual de desinformación y autoritarismo del gobierno Duque

Colaborador ¡Pacifista! - noviembre 15, 2019

#OPINIÓN | Los mensajes del gobierno frente al bombardeo del Caquetá y la próxima manifestación del 21 de noviembre tienen algo en común: usan información falsa o cierta, pero con un enfoque engañoso, para influir en las acciones de grupos o individuos

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Por: Emmanuel Vargas Penagos*

En el caso del bombardeo a menores y en su campaña contra el paro del 21 de noviembre, el gobierno y el Centro Democrático han seguido el manual de desinformación al pie de la letra.  

Descontento en las calles, protestas, la élite contra las cuerdas. El gobierno acusa a los manifestantes de estar impulsados por una agenda internacional. La misma estrategia del entonces Primer Ministro ruso, Vladimir Putin, cuando en diciembre de 2011 aseguró que las manifestaciones en su contra eran impulsadas por la entonces secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton.

Ocho años después, en Colombia, pocos días antes de un paro nacional, el presidente Duque dice que los que protestan son violentos, el senador Uribe afirma que hay una conspiración del Foro de Sao Paulo y de anarquistas internacionales y Jose Felix Lafaurie, esposo de la senadora María Fernanda Cabal y presidente de Fedegán, llega a pensar que Satanás está detrás de todo. Todo esto se lanza por diferentes medios para crear rechazo a las manifestaciones.

Este tipo de mensajes se pueden conocer como propaganda: el uso de información falsa o cierta con un enfoque engañoso para influir en las acciones de grupos o individuos. Putin es un experto y parece que el gobierno aprendió la lección.

Marzo de 2014. Vladimir Putin es ahora el presidente de Rusia. Hay reportes de que la península ucraniana de Crimea amanece llena de soldados rusos. Putin responde en una rueda de prensa que “siempre he sido un defensor de actuar en cumplimiento del derecho internacional. Quiero ser enfático nuevamente en que, si tomamos la decisión, si decido usar a las fuerzas armadas, esto será una decisión legítima en completa concordancia con las normas generales de derecho internacional”. Cuando le pidieron a Putin que clarificara si había presencia de tropas rusas, él respondió: “¿Por qué no le das una mirada a los Estados postsoviéticos? Hay muchos uniformes que son similares. Puedes ir a una tienda y comprar cualquier tipo de uniforme… Esas eran unidades locales de autodefensas”. Pocos días después, cuando la invasión estaba más avanzada, el presidente ruso hizo como si nada y agradeció a sus fuerzas militares por el “gran esfuerzo” que representaron los hechos en esa parte de Ucrania. 

No es difícil comparar esto con el escándalo del bombardeo a menores que llevó a la renuncia del Ministro Botero. La información está ahí, hay evidencia y testigos de lo sucedido y hay advertencias por parte de entidades en la región, pero el gobierno prefiere dar evasivas o solo entregar una parte de la información. Una “labor estratégica, meticulosa, impecable” dijo Duque cuando nada se sabía. El entonces Ministro de Defensa dijo en el debate en su contra que los militares actúan de acuerdo a los estándares internacionales y que “no se conocía la presencia de menores”. Botero, ni en ese momento ni a la hora de presentar la renuncia, explicó por qué ocultó la información. 

En el libro Information wars, Richard Stengel, exsubsecretario para Diplomacia Pública y Asuntos Públicos de Estados Unidos, se refiere a lo sucedido en Rusia diciendo que “ese es el estilo de Putin, crear una nueva línea de base para la realidad y nunca mirar atrás”. Parece que ese es el mismo estilo del gobierno colombiano y del Centro Democrático.

Para Stengel, quien estuvo a cargo de las relaciones públicas de Estados Unidos contra Rusia e ISIS entre 2014 y 2016, el flujo de información es un campo de batalla en las guerras modernas. En este escenario, no es necesario ganar. Con enturbiar las aguas es suficiente. En palabras de un militar gringo que cita Stengel en su libro, “la esfera informativa es la única en la que puedo reaccionar con la velocidad de la luz y el resultado puede durar para siempre”. 

No es raro pensar que la negativa del gobierno colombiano para responder a estos hechos aumente la indignación ciudadana frente a los demás detonantes del paro del 21 de noviembre. La respuesta de señalar a los manifestantes como enemigos es peligrosa. El libro Cómo mueren las democracias, de Levitsky y Ziblatt, explica que varios gobiernos autoritarios iniciaron el declive de la democracia a partir de señalamientos parecidos: Chávez llamó cerdos a sus contrincantes, Fujimori acusó a sus detractores de traidores, Erdogan dijo que los periodistas eran propagadores del terrorismo, Berlusconi se refirió a los jueces como comunistas y Correa señaló a los medios como los enemigos a derrotar. Según lo explican estos autores, cuando estos señalamientos calan entre el público, es más fácil justificar los ataques. Quizá el resultado ya se está viendo en Colombia y por eso es que aparecieron “grupos civiles antidisturbios” que son poco distintos de paramilitares. 

Todo esto sirve para crear el ambiente de una crisis más grande de la que ya existe. Y esto es algo que tal vez le conviene a algunas agendas del gobierno. Levitsky y Ziblatt explican que muchos gobernantes se montan en crisis, verdaderas o falsas, para legitimar el abuso del poder. Un ejemplo es Estados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre. Otro caso es una serie de bombardeos en la Rusia de 1999, cuando Putin recién llegó al poder. Y hay muchos símiles a lo largo de la historia, como en el Perú de Fujimori y el fallido golpe de estado en Turquía de 2015. Seguramente vendrán sucesos iguales en varias partes del mundo. En Colombia ya están algunos de los ingredientes. 

*En Twitter: @EmmanuelVP