CoronaBlog | Día cuarenta y cuatro: cómo hacerse indispensable durante la cuarentena | ¡PACIFISTA!
CoronaBlog | Día cuarenta y cuatro: cómo hacerse indispensable durante la cuarentena Ilustración: Juan Ruiz
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CoronaBlog | Día cuarenta y cuatro: cómo hacerse indispensable durante la cuarentena

Juliana Rodríguez Pabón - abril 29, 2020

En estos tiempos es fácil prometer verse. No sabemos cuándo va a pasar, así que no hay una fecha en la que tengamos que cumplir la promesa.

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Este texto hace parte del CoronaBlog, una serie escrita por periodistas, escritor@s, artistas y bloguer@s que intentará registrar el día a día de la pandemia, de la cuarentena y de las noticias alrededor desde una mirada muy original en primera persona. Para leer otras entregas de esta bitácora, haga clic acá.

 

Empieza por hacerle creer que está solo. No es que sea difícil, pues él no tiene amigos ni nadie con quien hablar. Sin embargo, él cree que sí, así que la primera tarea es hacerle ver que esa compañía con la que cree que cuenta es una ilusión. Está fácil, pues, dado que por ley está todo el mundo encerrado en su casa, ya está físicamente solo.

Tienes suerte de que viva solo. Siempre ha dicho que disfruta mucho de tener su propio espacio. No se da cuenta de que lo que disfruta es el tiempo a solas, como de vez en cuando lo disfrutamos todos, no la soledad absoluta.

Ahora el tiempo a solas es obligatorio, así que es la oportunidad perfecta para hacerle ver que, en efecto, él es una persona verdaderamente sola. Creerás que una manera de hacerle ver a una persona su soledad es cortando cualquier contacto, haciéndote extrañar. Te lo he dicho así varias veces, pero, para tu sorpresa, la mejor manera de hacerle ver que tu compañía es la única que vale la pena es volcarte sobre él. Obviamente no se trata de volcarte literalmente, pues en estos días está prohibido el contacto físico. Sí se trata, en cambio, de interactuar lo que más se pueda.

Es indispensable que las interacciones queden en su memoria por algunas horas. De hecho, es más importante lo hondo que escarbes en las interacciones que la frecuencia en la que ocurran. No se trata de conversar todo el tiempo y mucho menos sobre banalidades (lo que hizo cada uno durante el día -o sea nada-, lo que cocinó, lo que está escuchando…), pues en ese momento ya tiene más o menos cinco conversaciones de esa naturaleza. Debes, entonces, demostrarle de un solo tirón, en un solo mensaje, que ves algo en él que los otros no. Para empezar, debes decirle algo de lo que te hayas dado cuenta: “Yo sé esto de ti”.

Esto tampoco debería ser difícil, pues llevas meses estudiándolo. Ya has descifrado la mayoría de sus gestos y entiendes sus poses. Va a ser fácil adivinar un secreto. Díselo. Él se va a reír incómodamente sin saber qué responder y entonces tú le escribes: “Puedes estar tranquilo si no sabes qué responder”. Este mensaje será una segunda confirmación de que puedes ver en él algo que los demás no. Incluso sin estar en el mismo lugar, incluso sin verse a los ojos. Tú pones atención.

Luego será tu turno de contar un secreto, así él verá que los mensajes contigo son un espacio que nunca había habitado con nadie. Verá otra casa, una en la que puede estar con otro, contigo. Se dará cuenta de que nadie ha descifrado nada sobre él ni le han contado nunca un secreto antes. Para tener este efecto, tendrá que ser un secreto de verdad, una locura, un sueño (no se vale un te amo, pues no puede involucrarlo a él).

Vas a ver que deja de lado las conversaciones sobre las actividades del día que sostenía con otros, pero no para hablarte, sino para pensar en por qué sabe él ahora ese secreto, por qué fue elegido para saberlo. Aunque la respuesta sea obvia (que lo amas), esta pregunta empezará a ocupar su pensamiento. Y aunque ocupe su pensamiento, no te va a hablar. Ahora sí es el momento de la conversación frecuente y banal, en este punto se trata de imponerte en su cabeza de vez cuando, de ser una aparición. Es conveniente a veces volver a desenmascararlo o volver a exponerte para recordarle que nadie más puede hacer eso porque nadie más se ha fijado de esa manera en él. Puedes con eso demostrar también que puedes hacer las dos cosas: la superficie y el hoyo. Pero ten cuidado, no exageres, lo puedes intimidar.

Una buena estrategia es recomendarle libros, películas y canciones que él pueda relacionar con los secretos que sobre él le han llegado en forma de mensajes. De este modo, él empezará a entender que el mundo y todas las verdades sobre sí mismo están contenidos en esos libros, en esas películas y en esas canciones. Así, no podrá entenderse ni entender nada sin las conversaciones que para este punto ya tendrán a diario (los libros deben ser cortos y las películas alegres o pornográficas. Recuerda que lo conoces, deben gustarle a él y no a ti).

Si tus recomendaciones son buenas, empezará a ponerte él también algo de atención. Leerá lo que escribes, así que puedes dejarle dulces para que se relama en la duda de si lo que escribes es sobre él. No seas muy explícito, no quieres que te tome por sentado sino hacerte indispensable, recuérdalo. Tampoco puedes ser muy opaco, pues no leerá entre líneas. Sabes escribir, siembra la duda.

Como no es muy curioso, seguramente no sabe muy bien por qué el confinamiento. Explícale. Háblale de los peligros de salir y pídele que se cuide. Envíale también mensajes que manifiesten una preocupación exagerada por su salud para que pueda ver que nadie, ni su madre, se preocupa tanto por él. Déjalo que sienta miedo del mundo exterior.

Al principio no hagas promesas de verse cuando todo acabe puesto que todo el mundo las está haciendo. Espérate a que pasen los días. Muéstrate desinteresado. No en el sentido de que no te interesa, pues ya demostraste lo contrario. Más bien devela que no esperas nada de estas conversaciones. Está prohibido reunirse y tocarse, así que de cualquier modo no hay nada que esperar. Esto te hará ver aún más interesado en él, pues hará parecer que lo que preguntas es por interés genuino en lo que hizo durante el día, por ejemplo, y no es una estrategia para besarlo después.

En estos tiempos es fácil prometer verse. No sabemos cuándo va a pasar, así que no hay una fecha en la que tengamos que cumplir la promesa. Es, al tiempo, la desilusión protectora y anticipatoria de que el mundo se va a acabar y no tendremos que vernos con nadie; y la esperanza de que no se acabe y así vernos con quien prometimos vernos. Debes encargarte de que desee que el mundo no se acabe. Como él va con las tendencias y las modas, en algún momento empezará a sentirse escéptico y desesperanzado si eso es lo que ve en las redes sociales y en la prensa (en los titulares, más bien). Tú, entonces, debes mostrarte ilusionado, debes desear otro mundo después de este mundo, uno en el que se amen. Manifiéstale ese deseo (el del mundo nuevo, no el del amor) y de ese modo tendrá que ser él quien haga la promesa. Creerá que la hace porque no tendrá que cumplirla (se siente pesimista), creerá que se está burlando de tu ilusión, pero estará, sin quererlo, enunciando el deseo del amor.

Por último, aconséjale que salga a la calle un día. Recuérdale que tome todas las precauciones, pero déjalo que se le olvide alguna, el tapabocas, por ejemplo, o los guantes de látex. Así saldrá y notará que las únicas tres personas en la calle han tomado esa precaución y él no. Sentirá miedo. Creerá que es miedo al contagio, pero en realidad es su angustia por ser distinto. Volverá a casa y te hablará. Debes actuar como si para ti fuera obvia esa precaución que él olvidó y por eso no se la recordaste. Él se dará cuenta, entonces, de que su vida depende de ti. No volverá a salir.

Haz que el mundo no se acabe.

 

Juliana es escritora. La pueden seguir por acá.