Abra Kadabra, el teatro que nos habla desde la cárcel Modelo | ¡PACIFISTA!
Abra Kadabra, el teatro que nos habla desde la cárcel Modelo
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Abra Kadabra, el teatro que nos habla desde la cárcel Modelo

Staff ¡Pacifista! - abril 21, 2016

Un grupo de reclusos actuó en la Universidad de los Andes ante estudiantes, jueces y su familia. Así les fue.

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El auditorio Lleras de la Universidad de los Andes recibió al grupo Abra Kadabra. Foto: Alejandro Gómez

 

Por: Daniel Montoya 

Por primera vez desde que se creó Abra Kadabra, el grupo de teatro de la cárcel La Modelo de Bogotá, sus ocho integrantes salieron de la prisión para presentar tres obras: “Galería de crímenes”, “Suicidio” y “LGBTI”. El escenario fue el teatro Lleras de la Universidad de los Andes, donde se presentaron con el apoyo del grupo de prisiones de la Facultad de Derecho y de Lucas Ospina, profesor de la Facultad de Artes.

Ante estudiantes, jueces, familiares y miembros del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), Abra Kadabra expuso la propuesta artística que viene construyendo hace cinco años. Un proyecto con el que los reclusos pretenden quitarse el estigma con el que cargan por sus crímenes y por haber sido privados de la libertad.

Su proceso ha recibido el acompañamiento del grupo de prisiones del Consultorio Jurídico de Los Andes, que encontró en las artes escénicas una estrategia para apoyar los presos. Según Manuel Iturralde, director del proyecto, el teatro fue la “manera de socializar los beneficios que trae el hecho de que una persona avance en su tratamiento penitenciario y pueda salir a la libertad”.

Básicamente, el respaldo se ha centrado en que los reclusos sepan con qué ayudas cuentan para cumplir su pena. Por eso,  Abra Kadabra trabajó en una fotonovela que muestra en un lenguaje claro y directo cómo los presos pueden acceder a diferentes beneficios jurídicos y administrativos.

Con el apoyo de la Cruz Roja y del profesor Ospina se imprimieron 7.000 ejemplares, que se repartieron en La Modelo y La Picota. Ospina explica que “estamos rodeados de leyes y no sabemos dónde están. El arte nos da una representación política y legal de lo que significan estas leyes”.

El objetivo principal de trabajar con Abra Kadabra es que los reclusos estén preparados “para su vida en libertad y que no sea un choque tan fuerte salir de la cárcel”, como añadió Iturralde.

Adrián, que está pagando una condena y dirige este movimiento artístico, afirma que “del teatro no se vive, pero nosotros sobrevivimos a la cárcel gracias al teatro”.

La galería del crimen

La puesta en escena la conformaban cuatro cuadros de cartón, cada uno con un recluso adentro. Entonces, aparecía un hombre disfrazado de jurista del siglo XVIII. “¿El valor de este cuadro? De 12 a 20 años de prisión”, comenzó a decir. Cuando terminó de explicar los cargos contra las personas de los cuadros, su nombre y su pasado, los acusados salían del marco. Salían a explicarse, a humanizarse, a dejar de ser reclusos. Estos son sus relatos:

“Balín de Pacífico Sánchez”, 17 a 37 años de prisión:

“Balín de Pacífico Sánchez” en escena. Foto: Alejandro Gómez

 

“Esto de poguearse es una mierda. Yo tenía apenas 16 añitos cuando empecé. Me volví violento. Pero empecé a terminarla de embarrar por darme con un man que le cogió la cola a mi novia. Le abrí la cabeza a puños. Tampoco fue mucho, un milímetro. De una vez, tentativa de homicidio. Pero la saqué barata: si hubiera sido un menor de edad al que le hubiera dado, habría perdido todos los beneficios”.

“Drogaldo”, 120 a 360 meses de cárcel:

“Dogaldo” en el teatro Lleras. Foto: Alejandro Gómez

 

“Yo era pequeño, estaba chinche y en bachillerato. En el salón estaba la ñanga del barrio, el ‘Piter Alexander’. Un día llegó con un bareto y nos fuimos pa’l baño. Todo bien, todo relajado, porque al principio todo era gratis. Luego llegó el perico, el bazuco, las pepas. Ahí es cuando me tocó empezar a rebuscar para la ‘traba’. Un día un policía me paró y me requisó. Llevaba una libra de marihuana. Y paila, capturado por porte de estupefacientes”.

“Idiotorpe Sopenco”, pena máxima:

“Idiotorpe Sopenco” con un “Minion”, su única compañía en la celda. Foto: Alejandro Gómez

 

“Yo vendía sándwiches en el barrio La Candelaria. Me enamoré de unas motos. Unos bandoleros andaban en ellas con unas muchachas hermosas. Un día uno de ellos me dijo: ‘yo sé que usted anda enamorado de estas motos. Yo lo llevo en la buena. Si me hace una vuelta con un fulano le doy una de estas motos’. Arrancamos y de repente dispararon. Yo no sabía cuál era la vuelta. Me dio miedo y me caí de la moto. Fui el único al que cogieron”.

“Rumbaldo”, 12 a 20 años:

Rumbaldo solía ser estudiante de la Universidad de los Andes, hasta que terminó en la cárcel.
“Rumbaldo” solía ser estudiante de la Universidad de los Andes, hasta que terminó en la cárcel. Foto: Alejandro Gómez

 

“Esto (una botella de trago) es la mamá de todos los vicios, marica. Yo iba a estudiar solo los martes porque la rumba no me dejaba. Había una china que me gustaba y me hablaba por el ‘face’, pero yo no le paraba bolas porque tenía mi novia. Un día le copié. Salimos a rumbear. La china tenía 17 años y 8 meses. Bailamos, manita va, manita viene y pasó lo que tenía que pasar. A pesar de que era consensuado ella dijo que no y me acusaron de violación”.

***

Cuando terminó la presentación, Abra Kadabra salió a recibir los aplausos del público. La emoción fue tanta que los guardias del Inpec terminaron rompiendo los protocolos de seguridad y dejaron a los reclusos tener unos 15 minutos con la familia que fue a verlos.

Pasó de todo. Unos les entregaron a sus hijos dibujos y cuadros que realizan en las cárceles. Otros aprovecharon para almorzar con su familia. Adrián, por su parte, llevaba un anillo “canero”, porque lo hizo en la “cana”, en la cárcel. Le propuso matrimonio a su novia, que lo ha acompañado en todo su proceso.

Adrián le pidió matrimonio a su novia al final de la obra. Los miembros del Inpec les llevaron flores. Todo venía cuadrado desde La Modelo. Foto: Alejandro Gómez

 

Al final regresaron al bus del Inpec que los esperaba en la entrada. Se fueron a su realidad, a La Modelo. Pero, como dijo Adrián, “poder sacar de la cárcel este teatro es un pedazo de libertad”.