BLOG | Tercera entrega de nuestro director editorial sobre su paso por el Oslo Freedom Forum 2017 en Noruega.
BLOG | Tercera entrega de nuestro director editorial desde el Oslo Freedom Forum 2017.
Anas Aremeyaw Anas, un periodista encubierto de Ghana, es una de las superestrellas del Oslo Freedom Forum (OFF), al que he venido como invitado en nombre de VICE Colombia y ¡PACIFISTA!. Anas llama la atención no solo por su aspecto: trae permanentemente un velo de largas tiras metálicas sobre la cara. Sino también porque desde 1999 sus investigaciones han destapado abusos a los derechos humanos y casos de corrupción en un manojo de naciones de África. Su método de trabajo es controvertido. El OFF lo describe así: “nombre, vergüenza pública y cárcel”.
Con él hablé ayer martes 23 de mayo en una sala en un corredor del séptimo piso de un hotel en el centro de Oslo.
En medio de los enormes riesgos que hay, ¿qué lo motiva a trabajar como periodista investigativo en África?
Los peligros para un periodista en la región donde vivo son muy reales. Ahora bien, le aclaro que Ghana es un país relativamente pacífico, y así y todo desde nuestro trabajo también allá estamos empujando cada vez más las fronteras de la democracia. Pero hablemos de países plagados de problemas como Sierra Leona o Liberia, donde la libertad de expresión es un derecho ampliamente violado. Cuando yo salgo a hacer lo que hago, me siento motivado por buscar el progreso de la sociedad. Buscar una sociedad que no oprima a nadie, una sociedad que defienda a la democracia. Eso es lo que me permite trabajar, a pesar de los riesgos.
¿Qué hace que el periodismo sea necesario en nuestros días?
Hay razones de sobra para luchar y hacer periodismo no solo en África, sino también en el mundo entero. Lo digo sin modestia: necesitamos que haya más gente como yo, gente capaz de ponerse de pie y señalar a quienes hacen mal. El rol que cumplen los periodistas hoy en día, al final, lo que va a lograr es hacer sentir a los ciudadanos del mundo que pertenecen a una misma sociedad y que esa sociedad los acoge y protege.
¿Qué posición tiene usted frente al debate actual sobre la objetividad y la neutralidad del periodismo?
Mi visión es esta. Ningún periodista debería dedicarse a definir qué es periodismo, sobre todo si está hablando del tipo de periodismo que deberían hacer los otros. A mí me parece que al periodismo lo define la gente. Esto es así porque el trabajo que hacemos, finalmente, es para los ciudadanos. Entonces, si usted se dedica por ejemplo a escribir libros universitarios diciendo que el periodismo es esto o aquello, yo me pregunto: ¿Cómo le ayudan sus teorías sobre el periodismo a la gente? Eso es lo fundamental.
Pero la pregunta sigue abierta, ¿cómo entender al periodismo?
La definición de lo que es el periodismo debe resultar de un debate con los propios ciudadanos. Y ese debate lo debe llevar cada sociedad a su manera. Se trata de una discusión sobre la finalidad del oficio. ¿Para qué necesita una sociedad al periodismo?
¿Entonces podríamos concluir que en algunas sociedades africanas en este momento es necesario hacer periodismo con una máscara, como usted lo hace?
Yo me muevo encubierto desde hace mucho tiempo, y solo así he logrado hacer denuncias que, incluso, han terminado con cárcel para algunas personas. Pero hagamos un ejercicio y pensemos, por ejemplo, en mi trabajo en unos diez años. Estoy seguro de que en ese entonces nuestras instituciones funcionarán mucho mejor que hoy y que entonces no habrá la necesidad de que un periodista investigativo funcione como un órgano judicial. Tampoco será necesario que un periodista como yo tenga que ir a testificar contra alguien en la corte.
¿Pero eso significará que no habrá más periodismo?
No. Sencillamente, que las instituciones serán capaces de lidiar con eso y que los periodistas podrán hacer otras cosas. Cosas que necesite la sociedad en ese momento.
¿Y qué pasa con los fundamentos del periodismo?
El periodismo cambia y seguirá cambiando de tiempo en tiempo. Quien tenga una visión dogmática de este oficio es un mal bromista. El periodismo se desarrolla en tiempo real, y así se va definiendo y transformando. Ahora bien, las condiciones bajo las cuales existe el periodismo en cualquier lugar del mundo no varían: no puedes romper reglas, no puedes creerle a cualquiera, no puedes ser injusto en tu trabajo.
El periodismo cambia y seguirá cambiando con el tiempo. Quien tenga una visión dogmática del periodismo es un bromista
En relación con los jóvenes hoy hay dos fenómenos paralelos: consumen quizá más contenidos que nunca antes en la historia, pero a la vez desconfían de los medios más que nunca antes. ¿Cómo se aproxima usted a ellos?
La juventud es lo más poderoso que tenemos los humanos porque es el futuro. Entonces, en medio de todo el pensamiento radical que hoy domina al mundo, es importante involucrar a los jóvenes. Hacerlos parte del proceso. Pero no podemos hacerlo obligándolos dogmáticamente a seguir órdenes. Esto exige algo muy importante: que los jóvenes puedan entender las cosas. De ahí el rol de la educación, y sobre todo de la educación en el contexto de la tecnología y la innovación.
¿Cómo hacer para que consuman más contenidos periodísticos?
Es el gran desafío: saber cómo hacer a los jóvenes sentirse directamente beneficiados por el periodismo. No solo eso, también sentirse atraídos. Antes uno hacía un documental de dos horas y listo. Lo terminaba y se despedía de él, y unos cuantos miles de personas iban a verlo. Ahora la realidad es distinta. O nadie lo ve o lo ven de repente millones de personas en todo el mundo. Creo que a los periodistas todavía nos falta entender cómo lograr esto último.
Al enfocarse demasiado en la forma, ¿no descuida el periodismo quizá su labor más profunda: lograr contenidos que cambien el mundo?
Lo uno está atado a lo otro. La forma es parte esencial del periodismo. Sin ella no vamos a poder traer a bordo a la juventud, y sin la juventud no vamos a poder fortalecer y ampliar la democracia. Entonces insisto: tenemos que acercarnos a los jóvenes y entenderlos. Y para ello tenemos que involucrarlos.