El valor político de la 'vieja esa' | ¡PACIFISTA!
El valor político de la ‘vieja esa’ Ilustración: Juan Ruiz
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El valor político de la ‘vieja esa’

Staff ¡Pacifista! - julio 22, 2020

Mientras el presidente Duque tilda a la senadora opositora como 'la vieja esa', muchos reconocen el valor y el esfuerzo que ha tenido Aída Avella a lo largo de su carrera política.

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Aída Avella estuvo ahí como testigo cuando sus copartidarios de la Unión Patriótica fueron exterminados. Aída Avella estuvo ahí cuando se ensambló la Constitución del 91. Aída Avella también participó en el proceso que terminó con el acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc. Aída Avella no es ninguna aparecida, aunque así lo parezca para el presidente Iván Duque, cuyas palabras para referirse a la ahora congresista fueron ‘la vieja esa’. ¿Por qué esa expresión es una muestra de desconocimiento, menosprecio y eliminación a la senadora y a su trayectoria política?

“La vieja esa” nació en Sogamoso, Boyacá. Se graduó en Psicología y Pedagogía en la Universidad Nacional. Tiempo después trabajó en el Ministerio de Educación, donde fue presidenta del Sindicato de Trabajadores. Como dirigente sindical contribuyó nada más y nada menos que a la creación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), e integró su comité.

“La vieja esa”, a mediados de los 80, integró las filas del Partido Comunista y trabajó en conjunto con el gobierno de Belisario Betancur en los intentos de construcción de paz. Producto de esos intentos, nació la Unión Patriótica, partido que “la vieja esa” presidió entre 1991 y 1996, cuando tuvo que exiliarse por que el exterminio le pisaba los talones.

De hecho, “la vieja esa” se convirtió en la primera mujer en presidir un partido político en Colombia. Fue elegida junto a Alfredo Vásquez, como representante del partido en la Asamblea Nacional Constituyente, donde presentó el proyecto de reforma constitucional sobre derecho de familia.

“La vieja esa” fue elegida como concejala de Bogotá. En 1996, mientras transitaba por la Autopista Norte en Bogotá, su vehículo fue impactado por un rocket. La vieja esa estuvo a punto de sumarse a la lista de asesinados como Jaime Pardo Leal, Manuel Cepeda Vargas o Bernardo Jaramillo Ossa, sus copartidarios.

Cuando Duque apenas cumplía 19 años, “La vieja esa” tuvo que irse de Colombia porque no era un lugar seguro. En Ginebra, Suiza, pasó 17 años, seis meses y cuatro días exiliada. Desde allí trabajó con la ONG Reiniciar para que otros militantes de la UP pudieran escapar del exterminio.

Además de denunciar el genocidio que sufría la UP, “la vieja” esa fue representante durante 8 años de la Federación Sindical Mundial y como parte de esa experiencia trabajó con la Organización Mundial del Trabajo, donde apoyó reclamos y pleitos del sindicalismo.

“La vieja esa” volvió al país en el 2013, cuando el Consejo de Estado colombiano le devolvió la personería jurídica a la UP. Ese año se reunió con su partido y fue elegida como candidata a la presidencia para 2014. Meses después, se unió a Clara López del Polo Democrático como fórmula vicepresidencial y juntas lograron el cuarto lugar con 2 millones de votos.

La inseguridad nunca se fue para “la vieja esa”. Durante esa campaña, el vehículo en el que se trasladaban los escoltas sus escoltas fue baleado mientras su caravana transitaba por Tame, Arauca. Ese mismo año la vieja esa participó como parte del tercer grupo de víctimas que fue a para rendir testimonios dentro de las negociaciones del Gobierno de Juan Manuel Santos con la guerrilla de las FARC

Tuvieron que pasar 24 años para que un miembro de la Unión Patriótica volviera a sentar a uno de sus miembros en la curul del Senado de la República, todo gracias los 57.165 votos que obtuvo “la vieja esa”.

“La vieja esa” tiene nombre, y diferencia de otras Aidas en el Congreso, ella elegida legítimamente. Hoy su valor político no solo yace en su sobrada trayectoria, o en su lucha por denunciar constantemente el asesinato de líderes sociales, también en su papel como representante en el discurso de oposición al gobierno. Un gobierno que, como sucedió con el episodio de la “vieja esa”, dice escuchar pero no escucha.