Tuvieron que pasar 24 años para que un miembro de la Unión Patriótica volviera a sentarse es una curul del Congreso colombiano.
“Hace más de 20 años la Unión Patriótica no estaba en el Senado ni en la Cámara de Representantes. Muchos de ustedes conocerán la tragedia que se vivió”. Estas fueron las palabras iniciales del primer discurso de Aída Avella como senadora de la República, 22 años después de que tuvo que marcharse del país para esquivar el exterminio político más grande de la historia colombiana.
La Unión Patriótica surgió a mediados de los años ochenta como consecuencia de los acuerdos de paz que firmó el gobierno de Belisario Betancur con las Farc en La Uribe, Meta. Varios frentes desmovilizados –entre los que también estuvo uno del ELN– se unieron con distintos sectores de trabajadores, sindicalistas e intelectuales de Colombia para conformar un partido político de izquierda que se convirtiera en oposición.
El partido creció en popularidad y votos en poco tiempo, y se instaló en el mapa político. Para 1988, el movimiento tenía elegidos tres senadores, cuatro representantes a la Cámara (incluído Iván Márquez, uno de los líderes de las antiguas Farc que se negó a posesionarse el pasado 20 de julio en su curul alegando incumplimientos al Acuerdo de Paz), 18 diputados, 368 concejales y 114 alcaldes entre propios y con coaliciones con otros partidos.
En este escenario, la Unión Patriótica representó una piedra en el zapato para ciertos sectores, porque en sus dos primeros años de existencia fueron asesinados más de 300 de sus miembros, incluyendo a Jaime Pardo Leal, quien había obtenido el tercer lugar en las elecciones presidenciales de 1986, en representación de este partido.
“Pero venimos aquí a contribuir a que esto no se vuelva a repetir”, seguía Aída Avella. “Encontramos 323 asesinatos a líderes sociales desde el momento en que se firmaron los Acuerdos de Paz. Queremos solicitar fecha exacta para una citación y para la discusión que vamos a hacer (al respecto)”.
Avella fue la única integrante de la UP que salió elegida al Congreso en las elecciones del 11 de marzo, después de que 57.165 votos le otorgaron una curul como senadora. Actualmente, la Unión Patriótica es uno de los partidos que integra la Lista de la Decencia –junto con MAIS, Colombia Humana y la ASI–, y que bajo el liderazgo de Gustavo Petro, promete ser una de las grandes fuerzas opositoras del gobierno de Iván Duque y sus bancadas aliadas.
Como Avella lo anunció, el tema de asesinato a líderes sociales, puesto en la mesa por la Unión Patriótica, va a protagonizar el primer debate de control político que se va a hacer en la presente legislatura.
“No queremos que el país vuelva a repetir la experiencia del genocidio de la Unión Patriótica”, continuó Avella. “Y vemos algunas pautas comunes en esta matanza que se está realizando contra líderes sociales. Debe haber listas para asesinar exactamente a los líderes en diferentes partes del país. No es casual que lleguen a una ciudad o a un pueblo a asesinar al presidente de la Acción Comunal, al reclamante de tierras, a las personas que luchan por el medio ambiente. Esto tiene que estar precedido de seguimientos, tiene que estar precedido de un contrato a los sicarios”.
Uno de los momentos más duros para la Unión Patriótica fue el asesinato en el Aeropuerto El Dorado de Bernardo Jaramillo el 22 de marzo de 1990, cuando era el jefe del partido y candidato presidencial para las elecciones de ese año. Aunque aún hoy no hay total claridad sobre los autores de este y otros crímenes contra el movimiento, se sabe que estuvieron involucrados grupos paramilitares, agentes del Estado y narcotraficantes.
“Queremos saber quiénes son las Águilas Negras. Que el señor ministro de Defensa nos diga qué ha descubierto, quiénes están detrás (…) deben de haber financiadores que paguen como pagaron en los momentos en que la UP estaba siendo liquidada”, siguió Avella.
Con el “Baile rojo”, que fue el nombre del plan que derivó en el exterminio de la Unión Patriótica, se habló de cifras de entre 3.000 y 5.000 asesinatos de sus miembros. Sin embargo, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) tiene en este momento folios que podrían documentar por lo menos 6.328 homicidios.
Después de la muerte de Bernardo Jaramillo, la dirección del partido fue asumida por Manuel Cepeda Vargas, también asesinado en 1994, y luego quedó en manos de Aída Avella, que tuvo que huir del país en 1996 por amenazas de muerte y atentados en su contra. Para 2002, la Unión Patriótica estaba desarticulada casi por completo, y perdió su personería jurídica como partido por no obtener escaños en el Congreso, ni presentar candidato a la presidencia para ese año.
Solo hasta 2013, el Consejo de Estado le devolvió la personería a la Unión Patriótica, considerando que el exterminio que sufrieron fue la razón para que no llegaran con fuerza a las elecciones de 2002 y se quedaran sin representación. Un año después, la Fiscalía declaró estos crímenes como de lesa humanidad, con lo que las investigaciones y los procesos no prescriben. Incluso, este año la Comisión Interamericana de Derechos Humanosa (CIDH), abrió un caso contra el Estado colombiano por permitir y ser cómplice del exterminio y por no haber avanzado con rapidez en la investigación.
Avella terminó su discurso en el Congreso hablando de las banderas de la lucha política que va a emprender en los próximos cuatro años, que incluyen la protección del medio ambiente, de los campesinos, del sistema colombiano de pensiones y lucha contra la minería por parte de multinacionales, la desigualdad social y la posibilidad de que en Colombia haya fracking.
“Por todas estas cosas nos declaramos en oposición”, sentenció Avella. “Queremos contribuir a que la gente en este país tenga derechos, tenga dignidad (…) A eso venimos, señor presidente. Y a decirles que la Unión Patriótica no la pudieron exterminar, y que mientras estemos vivos, lucharemos para que no se vuelva a repetir ese genocidio”.
Acabada la sesión, Avella explicó que el regreso de la Unión Patriótica al Congreso “representa una reparación que nos da el pueblo a través de sus votos, un camino que debíamos haber recorrido hace más de 20 años, al que no pudimos acceder debido a la intolerancia política que nos sacó del país a bala”.