#OPINIÓN | Es hora de que los medios cuenten más sobre lo que hay detrás de lo que publican.
Por: Emmanuel Vargas Penagos
Podría decirse que todos los colores del espectro político colombiano han atacado o criticado a los medios de comunicación de una u otra forma. Las razones que se argumentan suelen ser las mismas: detrás de una opinión o de la forma en la que se muestran unos hechos, está un interés político o económico.
Esta idea sobre los medios de comunicación suele ser una excusa para censurar. Cómo olvidar las trabas y restricciones que ha vivido la prensa gringa por las acusaciones del presidente de ese país, Donald Trump. También es bueno recordar la vez que Hugo Chávez decidió negar la renovación de la licencia de Radio Caracas Televisión bajo el argumento de que se trataba de un medio golpista.
Un claro ejemplo en Colombia son las constantes estigmatizaciones de Álvaro Uribe contra Noticias Uno o, básicamente, cualquier persona que lo critique o denuncie cosas sobre él. Tampoco se pueden dejar de lado los ataques contra las instalaciones de RCN Radio durante las protestas estudiantiles.
Pero también existen críticas que, en lugar de censurar, traen la pregunta válida de qué hay detrás de lo que dicen los medios.
Las elecciones presidenciales de 2018 son, tal vez, un punto de quiebre. Jorge Espinosa lo contó muy bien en un artículo publicado en El Espectador: buena parte de la ciudadanía está convencida de que los medios de comunicación tuvieron un sesgo a favor del candidato ganador, Iván Duque.
El 15 de noviembre, el premio Simón Bolívar a mejor producto de opinión en televisión se fue para la Mesa de Centro por su capítulo “Martínez se escribe con W”. Ese análisis de la Mesa de Centro muestra la forma en que La W ha inflado la imagen del Fiscal General, Néstor Humberto Martínez, a pesar de las críticas de conflictos de interés que caen sobre ese funcionario. Sin ponerse a mirar el histórico de ganadores del Simón Bolívar, es fácil considerar que es la primera vez que este premio se va para una crítica a un medio de comunicación.
En Septiembre, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) lanzó un reportaje que muestra que la Alcaldía de Bogotá compra publirreportajes que son mostrados como noticias. Uno de los ejemplos que aparece es una nota de El Tiempo que habla favorablemente del Transmilenio por la Séptima. Esta semana, la FLIP publicó un nuevo reportaje en el que muestra que la Alcaldía de Barranquilla tiene prácticas parecidas.
Y ya que hablamos de Nestor Humberto Martínez y de El Tiempo, es bueno recordar el nombramiento que hizo este medio de dicho funcionario como personaje del año en 2017. Esto deja un mal sabor de boca. Además de denunciar posibles irregularidades de Martínez en el escándalo de Odebrecht, Noticias Uno nos recordó en días recientes que el Fiscal tiene una estrecha relación con Luis Carlos Sarmiento, dueño de ese periódico y de una de las empresas involucradas en ese caso de corrupción.
Las críticas y los ataques seguirán viniendo y sería bueno que los medios hagan algo. De lo contrario, existe el riesgo de que propuestas tan peligrosas como el proyecto de ley del Senador, Mauricio Aguilar, y la Representante a la Cámara, María Eugenia Triana, prosperen. Esta iniciativa propone la creación de un “Consejo Profesional del Comunicador Social – Periodista y Organizacional” regulado por el gobierno. Esto es peligroso, pues abre la puerta para que el gobierno decida, directa o indirectamente, lo que es buen o mal periodismo. El riesgo detrás de esto es que el gobierno tenga facilidades legales para moldear la opinión pública.
Los conflictos de interés y la transparencia de los medios han sido tratados en otras partes del mundo, especialmente en Europa. En 2004, el Consejo Europeo habló del peligro que había en Italia por la concentración de poder comercial, político y económico que tenía el Primer Ministro, Silvio Berlusconi, sobre los medios de comunicación de ese país. Desde ese entonces, esa entidad se ha dedicado a sacar recomendaciones sobre cómo promover la transparencia de los medios sin caer en la censura. Son cosas básicas pero muy útiles y no es necesario que estén en una ley: informar sobre accionistas, conflictos de interés y fuentes de financiamiento, por ejemplo.
Los medios de comunicación y los periodistas influyentes son personajes públicos. Su trabajo tiene un impacto importante sobre la vida cotidiana. Se trata de empresas y personas que decidieron exponerse ante la sociedad y es normal y esperable que reciban críticas. Más allá de esto, conocer sobre los conflictos de interés de los medios es importante para garantizar el otro lado de la libertad de expresión: el derecho de la gente a recibir información que le interesa o afecta. ¿Harán algo al respecto?