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Top ¡Pacifista!: de guerrilleros a políticos
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Top ¡Pacifista!: de guerrilleros a políticos

Staff ¡Pacifista! - diciembre 10, 2014

En América Latina sobran los ejemplos de rebeldes que se han convertido en líderes políticos desde la legalidad, lo cual podría pasar en Colombia (donde a propósito, ya ha pasado) de firmarse la paz con las FARC.

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Por: David Mayorga

Una de las grandes discusiones que sostienen los colombianos en la actualidad gira en torno a la eventual participación de guerrilleros en política, incluso con la posibilidad de llegar a ocupar ​cargos públicos como la Presidencia o el Congreso. En Colombia ya hay una tradición de este fenómeno, con personajes como Gustavo Petro, exmilitante del M19, como ejemplo. Para esta entrega, sin embargo, echamos una mirada a otros países de nuestra región, para ver en qué están algunos excombatientes que en algún momento del siglo XX dejaron las armas para participar democráticamente sin necesidad de cogerse a plomo con sus contradictores.

5. ​Teodoro Petkoff
​Venezuela
​Exmilitante de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN)

Cada ocho días, Teodoro Petkoff cumple con su cita en el Palacio de Justicia de Caracas, Venezuela, para presentarse ante un juez y así cumplir con la condena que carga por el delito de difamación, por criticar el trabajo de Diosdado Cabello, el vicepresidente de la Asamblea Nacional (el equivalente del Congreso) y una de las principales figuras del chavismo. Una pelea que se debe a su tozudez, esa que comenzó en los años 50 al seguir a su hermano Luben a la clandestinidad. Petkoff era un comunista de partido, de ideales profundos, de esos que no dudaron en irse a la guerra para derrocar al gobierno de Rómulo Betancourt (1945-1948 / 1959-1964). Esa posición lo llevaría tres veces a la cárcel. Su vida cambió de rumbo en 1969 con la amnistía que declaró el gobierno de Rafael Caldera. Luego fundó el partido Movimiento al Socialismo (MAS) con el que salió elegido como asambleísta y persiguió la Presidencia en 1994 (no la consiguió, pero fue ministro de Estado), hasta que la llegada de Hugo Chávez al poder lo devolvió a la militancia de oposición desde la palabra escrita: dirigiendo los diarios El Mundo y Tal Cual, donde se convirtió en uno de los principales opositores de un gobierno al que siempre le criticó sus excesos y contradicciones.

4. ​​Luís Carlos Prestes
​Brasil
​Exlíder del movimiento guerrillero Columna Prestes y antiguo militante de la Alianza Nacional Libertadora

Como comandante del ejército, su obsesión era que todos los hombres bajo su mando aprendieran a leer y a escribir. Todos, en especial los provenientes de los estados más deprimidos, allí donde la alta pobreza se traduce en analafabetismo crónico. Una tarea casi imposible, en especial en el Ejército del Brasil de los años 20, que en ese entonces era gobernado por militares. Claro que Prestes, comandante de una división que debía llevar el “progreso” a Rio Grande do Sul a través de la construcción de ansiado ferrocarril, fue desviándose lentamente de su objetivo debido a las hondas impresiones que le dejó la desigualdad de la región. Sus hombres, que en tres meses aprendieron a leer y a escribir, lo siguieron por la vía de la rebelión pasando a llamarse Columna Prestes en 1924, recorriendo trece estados brasileños y oponiéndose y enfrentándose al Gobierno. Después de huir a Argentina y especializarse en marxismo, regresó en la absoluta clandestinidad a su país en los años 30, luchó con la Alianza Nacional Libertadora (otra guerrilla comunista) contra el régimen de Getulio Vargas, fue a la cárcel, salió libre, luego fue elegido al Congreso por el Partido Comunista en los 40, lo persiguieron, huyó a la Unión Soviética y regresó en 1979 para fundar el Partido de los Trabajadores. Ese que gobierna hoy a Brasil.

El cantautor brasileño Taiguara, uno de los amigos más cercanos de Prestes, compuso en su honor el tema “O cavaleiro da esperança”.

3. ​Salvador Sánchez Cerén
​El Salvador
​Excomandante del FMLN (Frente Marabundo Martí para la Liberación Nacional)

Al iniciar su nueva vida, el viejo comandante entregó el fusil con el que había combatido a los militares. Él mismo, que llevaba ya cerca de 20 años en pie de guerra, se encargó de destruirlo. Y con ese gesto le mostró a El Salvador que podía construirse la paz. Él, que había abrazado la lucha armada en los 70 al sumarse a las Fuerzas Populares de Liberación ‘Farabundo Martí’ (FPL), que combatió al ejército y llevó al país a la guerra civil. La salida a este conflicto, tras doce años de violencia y más de 750.000 muertos, fue la paz dialogada, esa que llegó en 1992. Después, la vida de Sánchez Cerén se concentró en la política: comenzó como activista, fue legislador y terminó como vicepresidente cuando su partido, el Frente Marabundo Martí para la Liberación Nacional, llegó a la presidencia en 2009, entregándose a la misión de rediseñar el sistema educativo. Con esta carta ganó las elecciones presidenciales en marzo de 2014, y ya en el cargo, ha afirmado que el principal reto de su gobierno es reducir la violencia en un país de pandillas y carteles. Toda una hazaña, pues, según la Organización de Naciones Unidas, El Salvador, con 41 homicidios por 1.000 habitantes al año, es la cuarta nación más violenta del mundo por debajo de Honduras, Venezuela y Belice.

2. ​Dilma Rouseff
​Brasil
​Exmilitante del Comando de Liberación Nacional (COLINA)

“Era muy subversiva”, reconocería muchos años después la que sería la primera presidenta de Brasil. Así se refería a su época juvenil en Belo Horizonte, cuando sus primeras lecturas sobre socialismo y revolución fueron fijando su antipatía hacia el gobierno militar que regentaba al país en los años 60. A los 15, Dilma era una guerrillera reconocida del Comando de Liberación Nacional (COLINA) en el que además editó un periódico. Pero esos procesos se interrumpieron en los 70 cuando la capturaron y enviaron a la cárcel, donde fue torturada. Al salir, en 1972, juró que iba a transformar al Gobierno pero desde sus entrañas: se fue a Rio Grande do Sul y comenzó a trabajar como economista, a escalar posiciones en la política local hasta llegar al Ministerio de Minas y Energía y, en 2011, a la Presidencia. Su mandato ha estado lleno de altibajos: a pesar de darle continuidad a las políticas de Luiz Inacio Lula da Silva que contribuyeron a sacar de la pobreza a millones de sus compatriotas, sus funcionarios protagonizaron escándalos de corrupción. Rouseff ha sido blanco de críticas y de multitudinarias protestas por los excesivos gastos del país durante el Mundial de Fútbol 2014, justo en momentos en que la economía nacional se encuentra en recesión.

1. ​José Mujica
​Uruguay
​Exlíder del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros

Hubo una época en que su vida podía considerarse como algo menos que miserable: estaba en la cárcel, era torturado con frecuencia y rara vez podía ver la luz del sol. “Esos años de soledad fueron probablemente los que más me enseñaron. Estuve siete años sin leer un libro. Tuve que repensarlo todo y aprender a galopar hacia adentro por momentos para no volverme loco”, reconocería mucho después. José Mujica pagó las consecuencias de ser un hombre peligroso, de sublevarse al Uruguay gobernado por militares, integrar la guerrilla Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros, organizar ataques a la fuerza pública y convertirse en un líder reconocido. Entre 1973 y 1985, su vida fue un continuo sufrimiento. Por eso, al recobrar la libertad con una amnistía, trabajó para que nadie más atravesara algo así. De esa forma se entregó a la política. Con el Frente Amplio, agrupación política de izquierda, llegó al Congreso y luego a la Presidencia en 2010. Desde entonces, ha mantenido un estilo de vida austero: sigue viviendo en su chacra (granja) a las afueras de Montevideo, maneja su propio auto (un Volkswagen escarabajo), trabaja la tierra, dona el 90% de su sueldo a organizaciones de caridad y nunca viste corbata en los actos oficiales. Mientras, su gobierno ha legalizado la marihuana para combatir el narcotráfico y tratar el problema de la drogadicción desde un enfoque de salud pública, ha promovido proyectos de inversión extranjera, impulsó la educación pública con universidades, recompuso las tensas relaciones diplomáticas con Argentina y, además, ha sido interlocutor entre el gobierno colombiano y las FARC dentro del proceso de paz que se adelante desde 2012.