El presidente electo ha enviado mensajes contradictorios solicitando unidad, por ejemplo, pero sin apoyar asuntos como el matrimonio igualitario. ¿Qué se puede esperar?
El domingo pasado, Iván Duque escribió una columna para el periódico El Tiempo sobre lo que los colombianos pueden esperar de su gobierno. El presidente electo estructuró su texto con base en una idea que fue reiterativa en su campaña: “construir un país en el que quepamos todos”. Más allá de las diferencias políticas, dice Duque, se debe buscar un acuerdo fundamental: “No se trata de pensar igual ni de poner fin a los naturales antagonismos ideológicos propios de la política. Se trata de crear un acuerdo básico sobre el futuro de nuestro país por encima de las diferencias. Se trata de principios comunes y de cumplir, dejándoles a nuestros hijos un legado de orgullo”.
Tratando de presentarse como un presidente de centro, dispuesto a dialogar con todas las fuerzas políticas, Duque espera minimizar la polarización que quedó reflejada en las elecciones presidenciales pasadas, donde su contrincante de izquierda, Gustavo Petro, obtuvo ocho millones de votos. El presidente electo, proveniente del partido Centro Democrático, sabe que necesita un discurso moderado para gobernar el país y sellar alianzas en el congreso. El problema es que, como lo veremos más adelante, su discurso no se corresponde con las propuestas que hizo en campaña y que prometió ejecutar.
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Contra reforma rural
Iván Duque, así como el Centro Democrático, no ha estado de acuerdo con la Reforma Rural Integral, el primer punto pactado entre el gobierno y las Farc. El modelo de esta reforma no convence del todo a Duque, pues implica preservar una institucionalidad que se encargue de resolver los problemas más urgentes del campo: ausencia de servicios públicos, salud, educación, insumos técnicos… Una de las primeras acciones de Duque, como prometió, será acabar con dos agencias creadas bajo el gobierno Santos: la ART (Agencia de Renovación del Territorio) y la ANT (Agencia Nacional de Tierras).
Uno de los principales objetivos de la Reforma Rural es intervenir en los 160 municipios más afectados por el conflicto armado y con mayores índices de pobreza. Duque no ha estado de acuerdo con esta priorización y propone, por el contrario, un modelo de agroindustria para todo el territorio rural. Dentro de sus propuestas está el “desarrollo de cadenas de valor agroindustriales, el aprovechamiento de mercados internacionales y la incorporación de nuevas tecnologías con registros de productos, datos abiertos, Big Data…”.
En la propuesta de Duque no está clara la estrategia que utilizará para disminuir el porcentaje de pobreza extrema rural en el país (actualmente es del 15 %, según el DANE). Por el contrario, su política se enfoca en promocionar la agricultura a gran escala, estimulando la integración de pequeños productores con esquemas agroindustriales. Temas como los derechos de los campesinos a la tierra o la autonomía de las comunidades étnicas no aparecen en sus propuestas. Aquí es cuando aparece la primera contradicción: ¿Cómo construirá un “país en el que quepamos todos” cuando las organizaciones campesinas de las zonas de conflicto la están jugando por la Reforma Rural Integral?
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Sin apertura de diálogo con Farc
Han pasado 51 día desde que Iván Duque ganó las elecciones y no ha aceptado reunirse con los directivos del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc) pese a las solicitudes que ellos le han enviado. Duque carga en sus espaldas el peso del Centro Democrático, partido que ha intentado a toda costa modificar el Acuerdo de Paz firmado entre el gobierno y las Farc. Hasta el momento, el presidente electo se ha acercado a los magistrados de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) con el fin de proponer dos reformas claves: que los delitos de narcotráfico no tengan amnistía y que los autores de delitos de lesa humanidad (como el secuestro) no puedan participar en política antes de que paguen una condena.
Por otro lado, Duque ha sido claro en que extraditaría a Jesús Santrich por los delitos de narcotráfico. Esta decisión caería muy mal en el partido de la Farc, los dividiría y generaría resistencia en varios sectores. Como lo hemos contado, con el discurso de Duque y su ausencia de diálogo con Farc, las disidencias podrían crecer, especialmente la de Gentil Duarte en Guaviare, una de las que está buscando sostener un status ideológico.
En su carta en El Tiempo, el presidente electo hace énfasis en la reincorporación, dejando clara la importancia de implementar, tal como se acordó, el Acuerdo de Paz. “Debemos trabajar por una Colombia en paz donde se proteja a la base guerrillera que se ha desmovilizado, desarmado y reinsertado en busca de alternativas productivas; debemos lograr que esos guerrilleros de base puedan olvidar la horrible noche de su tragedia violenta”.
Pues bien, aquí aparece una nueva contradicción: ¿Cómo lograr que los guerrilleros olviden “la horrible noche” si su gobierno no ofrecerá garantías al mecanismo de justicia definido en el Acuerdo de Paz?
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Derechos sexuales y matrimonio igualitario
En mayo de 2012, cuando Iván Duque era un desconocido en la arena política, respaldó el matrimonio entre parejas del mismo sexo en Estados Unidos. Un año antes, en 2011, también publicó un trino donde señalaba que “es peligroso en una sociedad democrática que la justicia se administre con textos religiosos. El derecho a la igualdad no es relativo”. Ese mismo año también se refirió al aborto señalando que no estaba de acuerdo con su prohibición. “Colombia contempla tres casos razonables, justos y respetables”, dijo entonces.
No obstante, en campaña, rodeado del Centro Democrático, Duque cambió su discurso y fue el único candidato que no respaldó el matrimonio entre parejas del mismo sexo, así como también rechazó la adopción por parte de estas parejas. Paradójicamente, el Iván Duque de 2011 escribía columnas sobre el “conservatismo progresista”, basado en la actividad política de senadores republicanos como Barry Goldwater, quien defendía el derecho de decisión por parte de las mujeres y la igualdad de derechos para parejas homosexuales, todo con el fin de proteger las libertades individuales.
El cambio de opinión de Duque es obvio y se debe, en mayor medida, al respaldo que recibió de sectores ortodoxos como el de Alejandro Ordóñez y Vivian Morales. De hecho, el jefe natural de su partido, Álvaro Uribe, ha sostenido posiciones en contra de la igualdad de derechos para la comunidad LGBTI. Una vez más, aparece la pregunta: ¿un país en el que quepamos todos menos la comunidad LGBTI?
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Una política de drogas conservadora
Una de las primeras intenciones de Iván Duque como presidente de la República será prohibir la dosis mínima de algunas sustancias psicoactivas, una figura legal que está sustentada en los principios de libertad y libre desarrollo de la personalidad, ambos consagrados en la Constitución de 1991. Una vez más, lo paradójico es que el presidente electo dijo, en 2011, que sobre el consumo de sustancias psicoactivas debe primar la prevención social pero nunca la criminalización. Si penaliza la dosis mínima, Duque estaría retrocediendo en materia de políticas progresistas sobre el consumo de drogas, pues durante el gobierno de Juan Manuel Santos se presentaron varios avances, como la legalización de la marihuana con fines medicinales. ¿En este caso, primará el Duque conservador o el liberal?
Y otro punto relacionado directamente con la política de drogas es la erradicación de cultivos de uso ilícito. Duque no apoya la sustitución voluntaria de cultivos, propuesta en el Acuerdo de Paz, sino que, por el contrario sigue la línea de erradicación forzosa e incluso, en su partido, han contemplado el regreso al glifosato. Esta decisión, además de desconocer los avances alcanzados con en el Programa de Sustitución de Uso Ilícito (PNIS) – 123.225 familias han firmado acuerdos colectivos de sustitución – generará rechazo por parte de los cultivadores de coca que hacen parte de diferentes organizaciones, como la Coordinadora Nacional de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana (Coccam). Ir en contra de la sustitución de cultivos podría generar paros cocaleros en departamentos como Putumayo, donde la mayoría de organizaciones respaldan esta estrategia. Para ellos, no tendría mucho sentido el eslogan “un país donde quepamos todos”.
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¿Le dará la espalda a las comunidades étnicas?
Hace una semana, como lo reveló La Silla Vacía, el Consejo Gremial Nacional y ocho gremios más le pidieron al gobierno actual no firmar un decreto que define los límites del territorio ancestral de las comunidades indígenas que habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta. El documento, además, les otorga funciones de autoridad ambiental a las mismas comunidades. A pesar del llamado de los empresarios, Santos firmó el decreto este lunes 6 de agosto y le otorgó cerca de 350 hectáreas a las comunidades indígenas.
Aunque esa petición del Consejo Gremial no fue escuchada en este gobierno, con Duque podrían solicitar que se derogara el decreto. Además, los empresarios ya le enviaron un documento de propuestas al presidente electo en las que aparecen, entre otras, regular la protesta social, hacer una reforma pensional y modificar la consulta previa para que sea más ágil. Estas decisiones, en caso de que el presidente electo las acepte, irían contra las peticiones de diferentes organizaciones sociales que rechazan la regulación de la protesta, de los sindicatos de trabajadores y, en el último caso, de las comunidades étnicas que viven en zonas donde se quieren llevar proyectos de infraestructura.
¿Duque se mostrará moderado, como promete, o cederá ante las peticiones de los privados? Eso está por verse.