Que no cunda el pánico, se trata de bajar la intensidad de la guerra | ¡PACIFISTA!
Que no cunda el pánico, se trata de bajar la intensidad de la guerra
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Que no cunda el pánico, se trata de bajar la intensidad de la guerra

Staff ¡Pacifista! - julio 14, 2015

La idea de reducir la confrontación y luego silenciar por completo las armas parece un avance. Pero las críticas del uribismo han sido sistemáticas y sostienen que es una farsa. ¿Qué significa desescalar y cuál es la diferencia con el cese bilateral?

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El cese unilateral del 20 de julio tendrá efectos prácticos sobre todo en las comunidades que han estado sometidas por la guerra. Ilustración Juan Diego Rivas.

 

En los primeros cinco meses de 2015, durante el tiempo que duró el cese unilateral que las Farc declararon en diciembre del año anterior, hubo 91 acciones armadas en todo el territorio colombiano. De ellas 12 fueron violaciones a la tregua guerrillera y 79 fueron iniciativa de la Fuerza Pública.

Esos números, que hacen parte de un estudio de la fundación Paz y Reconciliación, contrastan con las 179 acciones armadas que se cuantificaron mensualmente, en promedio, durante el año 2011, antes del inicio de las conversaciones de paz de La Habana.

En otras palabras, durante cinco meses de cese unilateral por parte de las Farc, las acciones armadas fueron casi la mitad de las que se registraban en un solo mes antes de que se instalara la mesa de negociaciones.

Pero esas cifras, que muestran una reducción del 90% en las acciones armadas, dicen más si se analizan con la óptica del número de vidas que dejaron de perderse gracias a la tregua guerrillera y a las acciones de desescalamiento del conflicto que implementó el Gobierno, como la suspensión de los bombardeos.

Según el estudio, en esos cinco meses fueron cerca de 600 las vidas que se salvaron, tanto de soldados y policías, como de integrantes de la guerrilla.  En cifras concretas, durante los primeros cuatro meses de cese unilateral de las Farc fueron 61 los militares y 51 los guerrilleros muertos en acciones de combate. En comparación con igual periodo de 2014 –año que se encuentra por debajo del promedio-, la reducción fue del 47 y del 52% respectivamente.

Los datos, que hacen parte de un informe técnico, que se respaldan en elementos estadísticos y que están abiertos a la consulta pública, no han sido suficientes para algunos sectores de oposición que insisten en que los ceses de las Farc son un engaño al país, así como rechazan el anuncio de una nueva tregua unilateral a partir del 20 de julio y el acuerdo de las comisiones negociadoras para iniciar un proceso de desescalamiento del conflicto.

Esas, justamente, fueron las palabras del excandidato presidencial del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga: “El anuncio de las Farc del cese unilateral es un nuevo engaño para el país. Primero, porque hay que esperar hasta el 20 de julio y no de manera inmediata. Segundo, si lo hacen por un mes ¿por qué no lo pueden hacer de manera definitiva?”.

A esa posición se sumaron otras voces del mismo partido político y una que siempre se alinea con ese costado ideológico, la del procurador Alejandro Ordóñez Maldonado: “El anuncio de cese unilateral por un mes de las Farc es un paso dentro de su estrategia terrorista y resultado del sometimiento del Gobierno a la imposición de un cese bilateral antes de la firma del acuerdo”, expresó el funcionario en un comunicado.

Las críticas del Centro Democrático no terminaron ahí. El propio senador y expresidente Álvaro Uribe Vélez desenfundó una seguidilla de trinos en los que cuestionó el anterior cese unilateral de las Farc y calificó como una “burla” el nuevo anuncio. También dijo que sin concentración –tal y como lo propuso él mismo hace cerca de un mes– la tregua sería una “oportunidad para el terrorismo expandirse en el territorio”.

En definitiva, luego de que las partes en La Habana anunciaran su compromiso de avanzar en la discusión del cese al fuego bilateral, las críticas uribistas arreciaron, así como surgió una duda que es apenas lógica. ¿Cuál es la diferencia entre desescalar el conflicto y un cese bilateral?

El propio Óscar Iván Zuluaga equiparó ambos conceptos y afirmó que se trata de lo mismo. “Lo que el Gobierno llama el desescalamiento no es otra cosa que el cese bilateral que representa paralizar a nuestro Ejército con el riesgo de comprometer la misión constitucional de proteger la vida y los bienes de todos los ciudadanos”.

Para el excandidato presidencial no bastó que el presidente Juan Manuel Santos, en una alocución televisada, insistiera en lo dicho por el jefe negociador del Gobierno, Humberto De la Calle, desde La Habana: las acciones de desescalamiento no serán definidas en la mesa, serán del resorte exclusivo del Gobierno en Colombia, no implican el acuartelamiento del Ejército y solo serán anunciadas en la medida en que la guerrilla cumpla con el cese unilateral.

Desescalar no implica detener las operaciones militares sino reducirlas en la medida en que las Farc también detengan las acciones ofensivas que, según la Fundación Paz y Reconciliación, ascienden a 325 desde el fin de la tregua unilateral que se dio por cuenta de un bombardeo militar en Guapi, Cauca, y que fue ordenado por el Gobierno luego de la muerte de 10 soldados en una acción violatoria del cese unilateral.

El uribismo parece dispuesto a dar batalla hasta el final con su visión del desescalamiento. Hace apenas algunas horas, el senador del Centro Democrático, Alfredo Rangel, y el director del observatorio de la Fundación Paz y Reconciliación, Ariel Ávila, se enfrascaron en una discusión que terminó en la descalificación personal.

En el debate de Hora 20, en Caracol Radio, Rangel insistió en que las Farc han delinquido durante lo que calificó como “falsas treguas”. Agregó que “no han cumplido con su palabra. Siguen narcotraficando, el narcotráfico es un delito; siguen extorsionando a la población, que es otro delito; se han seguido rearmando, denunciado por el Ejército Nacional en múltiples ocasiones; han seguido reclutando menores (…)”.

Además, señaló que no  basta que se reduzcan los ataques contra la Fuerza Pública y contra la infraestructura petrolera para que el Gobierno ordene medidas como la suspensión de bombardeos o la reducción en la intensidad de los operativos militares.

Para Rangel, el cese no solo debe hacerse en condiciones de concentración y verificación, sino que debe incluir todas las hostilidades. Eso implica, por ejemplo, detener la participación guerrillera en el narcotráfico y la minería ilegal, aspectos fundamentales para su financiación y cuya eliminación no parece viable hasta tanto terminen las discusiones en La Habana.

El debate terminó con Rangel acusando a Ávila de ponerse del lado de las Farc. El integrante de Paz y Reconciliación rechazó esas palabras y dijo, sin embargo, que es importante valorar las vidas que se salvaron en el pasado cese unilateral de la guerrilla. El senador del Centro Democrático se retiró argumentado que no existían garantías para su participación en ese espacio radial y dejó plantados a los demás panelistas.

Más allá de la anécdota, la contradicción sí deja clara la necesidad  que tiene el Gobierno de insistir en las diferencias que existen entre un cese bilateral del fuego y las acciones de desescalamiento. Aunque sus negociadores y el mismo presidente han explicado lo que implica bajar la intensidad de las acciones militares –si las Farc cumplen con su parte-, el ruido del uribismo ha abierto la puerta a las dudas.

“Este desescalamiento no es un cese al fuego bilateral, pero sí es un avance para humanizar la guerra, para evitar más víctimas, mientras se llega a un acuerdo definitivo”, dijo Santos el domingo. Y ya el lunes, en medio de las discusiones que generó el anuncio, el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, se reunió con la cúpula militar para precisar lo que implica dar la orden a las Fuerzas Armadas de moderar las acciones contra su enemigo histórico en la medida en que éste cumpla su tregua.

Desde el 20 de julio las comunidades que han sufrido los más fuertes embates de la guerra tendrán un respiro. Son ellas y los hombres en armas de uno y otro bando los que sentirán más cerca los efectos de que los fusiles se silencien por un lado y que, ojalá, no se disparen tanto desde el otro. Tal vez esa reducción en la intensidad del conflicto pueda convertirse en un cese al fuego bilateral y definitivo, que ayude a pensarse, después de medio siglo, un país sin guerra.