Representantes de las iniciativas dicen que es mejor multiplicar asambleas en toda la ciudad y en las regiones.
- Las grandes movilizaciones ciudadanas por los acuerdos de paz han confluido en la Plaza de Bolívar. Foto: Santiago Mesa
La Plaza de Bolívar es el escenario por excelencia de la protesta social en Bogotá. Estudiantes, sindicalistas y víctimas reivindican allí sus derechos, los líderes políticos quieren coparla cada vez que quieren meterle pueblo a sus causas y todas las poblaciones rurales –indígenas, afros y campesinos– llegan allí después de largas peregrinaciones para llamar la atención del Gobierno.
Luego de la victoria del No en el plebiscito por la paz, las manifestaciones ciudadanas para darle una salida a la crisis política que se desató han venido creciendo. Algunos quieren que se respete lo acordado en La Habana entre el Gobierno y las Farc; otros, que mientras son consideradas las propuestas que han hecho los líderes del No, se mantenga el cese al fuego y se defina rápidamente una agenda de discusión en la mesa de conversaciones; y, algunos más, que se convoque a un gran pacto político que impulse el fin del conflicto.
La diversidad de los movimientos y expresiones ciudadanas no ha impedido que se den puntos de encuentro. Los estudiantes apoyan las manifestaciones barriales, las oenegés se la juegan con los empresarios y las víctimas acompañan las marchas. La confluencia ha sido evidente. Sin embargo, esas uniones no han encontrado un mismo espacio físico de deliberación y acción.
Al día siguiente del plebiscito, cientos de jóvenes se reunieron en el barrio La Soledad para crear el movimiento Paz a la Calle y proponer una marcha multitudinaria que tenía por objetivo llenar la mítica Plaza de Bolívar. Efectivamente, más de 50 mil personas salieron a la Plaza de Bolívar a exigirles a los líderes políticos una solución. Mantener el cese y la pronta ratificación de un acuerdo eran las consignas.
Un par de días después, el país amaneció con la imagen de decenas de carpas puestas en el piso de la Plaza. Un improvisado campamento se declaró en resistencia permanente hasta que un acuerdo de paz quede en firme. Incluso, después de la victoria del No, la Plaza de Bolívar también ha sido escenario de bailatones, encuentros de oración, festivales de poesía, rituales indígenas, instalaciones artísticas y jornadas culturales en torno a la crisis que vive el país por cuenta del plebiscito.
En el resto de la ciudad –y del país– también se vienen desarrollando muchas actividades que quieren descentralizar la movilización social y convertirla en un escenario más local y direccionado a quienes hoy no están familiarizados ni con los acuerdos ni con la situación política actual. Hablamos con representantes de los principales movimientos ciudadanos que han surgido luego de la derrota del Sí en el plebiscito, para conocer su opinión sobre la necesidad, o no, de centralizar la nueva campaña en la Plaza de Bolívar.
Paz a la Calle apuesta por muchas poblaciones
El movimiento ciudadano Paz a la Calle se ha convertido en uno de los escenarios con mayor visibilidad desde la derrota del Sí en el plebiscito. Cientos de jóvenes se reúnen varias veces por semana en el park way a deliberar sobre las estrategias para mantener viva la esperanza del acuerdo de paz. Ya tienen comisiones estratégicas y parecen un movimiento organizado.
Justamente en su segunda asamblea, uno de los debates recayó sobre la posibilidad de trasladarse a la Plaza de Bolívar. Por cuestiones de comodidad, y también por razones políticas, las asambleas de Paz a la Calle se siguen haciendo en La Soledad.
“Este movimiento es una iniciativa ciudadana. Las asambleas se hacen aquí en el barrio porque nació como un espacio muy local, pero la mayoría de actividades se piensan para ese escenario por su valor simbólico. Siempre que queremos hacer una reivindicación se nos viene a la cabeza que el lugar para manifestar nuestra exigencias es la Plaza de Bolívar”, dice Diana Corradine, quien hace parte de la comisión de territorio de Paz a la Calle.
Para José Antequera, víctima de la violencia y nominado al premio Nobel de paz este año, “un elemento muy importante de este movimiento es que quiere abarcar muchas poblaciones, gente diversa. Así que es necesario descentralizar la movilización. No perdamos de vista que son las poblaciones las que esperan en este momento las consecuencias de la paz”.
Otro de los líderes, Javier Cuadros, dice que “la Plaza es un símbolo de poder político y social, pero la ciudadanía está en todo el territorio de la ciudad así que hay que hacer incidencia en muchos lugares”.
Campamento por la paz, la bomba de tiempo
Algunos grupos han decidido ejecutar la protesta desde la propia plaza. El Campamento por la Paz, por ejemplo, lleva más de una semana exigiéndole al Gobierno y a los líderes del No que encuentren una salida rápida a esta crisis. “El campamento representa presión física, estilo bomba de tiempo. Somos el movimiento que le está contando los días y los minutos a los negociadores para que hagan algo ya”, señala Ana Sofía Suárez, vocera del campamento.
Suárez también afirma que muchos de quienes acampan hace parte de varios movimientos, y que cada uno de ellos tiene “un rol diferente y necesario”. Si bien acepta que hay diferencias políticas con otros movimientos– sobre temas como jugársela o no por un cabildo abierto – dice que todas las acciones ciudadanas son complementarias, no excluyentes. Ella misma, si bien duerme en el campamento, ha asistido a asambleas de Paz a la Calle y a reuniones con representantes de otras iniciativas.
La pluralidad de Acuerdo Ya
Para María López, vocera del movimiento Acuerdo Ya, la importancia de la movilización ciudadana radica en la pluralidad y diversidad. “La gran lección de la campaña del Sí es que nos hizo falta unificarnos y sumar esfuerzos, lo que no significa que todos vayamos a la Plaza de Bolívar a protestar. Significa que hagamos incidencia en diferentes puntos y para públicos diferentes”, señala.
El proceso de articulación parece tan avanzado que este jueves se reúnen más de 30 organizaciones ciudadanas para delinear la estrategia comunicativa de quienes quieren un acuerdo de paz pronto. La idea es unificar el mensaje y buscar sinergias tanto con movimientos regionales como con iniciativas de colombianos en el exterior.
¿Y los barrios?
Las iniciativas barriales también han tenido un gran impacto, y refuerzan la tesis de que no es necesario copar la Plaza de Bolívar para hacer incidencia real. El movimiento Hip hop Kennedy ha liderado varias actividades tanto para exigir el fin de esta crisis política como para contarle a la gente de su localidad lo que sucede en el Congreso, en las negociaciones entre el Sí y el No y en La Habana.
“Antes del plebiscito nos centramos en hacer pedagogía para los que ya iban a votar por el Sí y no fuimos capaces de ir a los barrios para explicar los acuerdos. Lo que debemos hacer ahora es descentralizar las acciones, hacer pedagogía puerta a puerta y seguir movilizándonos hacia la Plaza de Bolívar”, afirma Suang Moreno Gutiérrez, vocera del movimiento.