La investigación debe hacerse con la seriedad que implica investigar la desaparición de una periodista, de una periodista mujer.
Columnista: Camilo Vallejo Giraldo*
Alejandra Sánchez Rodríguez salió a investigar sobre la salsa y no ha vuelto. El pasado martes 26 de abril, la periodista quedó de verse en la Plaza Caicedo de Cali con un funcionario de la Secretaría de Cultura de la Alcaldía de esa ciudad y lo último que supo su familia, hacia las 10 de la mañana de ese día, es que haría la entrevista en las instalaciones de la Secretaría. No volvieron a saber de ella.
Alejandra está terminando su pregrado en periodismo en la Universidad del Rosario en Bogotá y se encontraba haciendo una investigación sobre la salsa en la capital del Valle del Cauca. Hasta ahora el alcalde de la ciudad, Maurice Armitage, sigue sin pronunciarse sobre el tema. Aún no se ha podido saber con claridad quién era el supuesto funcionario, ni siquiera se ha identificado para que informe cuándo fue la última vez que la vio. La secretaria de Cultura de Cali, Luz Adriana Betancourt, afirmó que los funcionarios encargados de temas cercanos a la salsa no tuvieron contacto con la periodista. Se supo que este 28 de abril hay un consejo de seguridad en la alcaldía a las 6:00am.
Por gestión de su familia y de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), la Policía Nacional está al tanto de la situación y, por otra parte, la Fiscalía General de la Nación ha activado el mecanismo especial de urgencia para la búsqueda de personas desaparecidas. Hasta el momento en el que se escribe esta nota, sigue sin conocerse el paradero de la periodista. Ella llevaba una cámara, trípode, micrófono y su computador portátil.
Lo importante en estos casos, que son lecciones que nos han dejado agresiones anteriores contra periodistas, es que las autoridades eviten caer a la ligera en teorías que minimizan su calidad de periodista. Las primeras de las hipótesis de lo que pasó deben enfocarse en su actividad investigativa y no en otras teorías que lo que muchas veces logran es encubrir el real impacto de la situación. Si se dice que se trataría de un rapto para robarla, o de una “desaparición voluntaria”, esas son hipótesis que solo se pueden aceptar cuando la posibilidad de una agresión por ser periodista se agote verdaderamente.
Ahora bien, otro aspecto relevante en este caso es que se trata de una mujer, de una periodista mujer. Lo que indica que también se deben evitar esas versiones que revictimizan, primero, a la mujer agredida. Que no aparezcan esas versiones que intentan explicar los hechos por como estaba vestida, por su aspecto, o por su edad. Segundo, se deben evitar las versiones que intenten explicar la situación por la supuesta falta de cuidado al ser periodista mujer. Que no aparezcan esas versiones que quieren explicar la desaparición por no estar acompañada por alguien más, por salir a entrevistar personas que solo deberían ser abordadas por periodistas hombres.
En otras palabras, la investigación debe hacerse con la seriedad que implica investigar la desaparición de una periodista, de una periodista mujer.
La familia dice que vestía jeans azules y una blusa azul con hojas blancas. También llevaba gafas. Cualquier información al 3154712706. Es un momento para que los colombianos, en este caso especial los caleños, rodeen a esta y a nuestros demás periodistas. Si no se valora su labor ni el cuidado hacia ellos y ellas, este país será incapaz de preservar su derecho a estar bien informado. Ayudemos a encontrarla y exijamos la mejor investigación.
Alejandra Sánchez
*Coordinador de Defensa y Atención a Periodista de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP).
**Este artículo fue publicado antes de que la Policía de Cali reportara que Alejandra Sánchez fue encontrada en Antioquia.