20 años después de la toma de Mitú, el abandono sigue siendo el mismo | ¡PACIFISTA!
20 años después de la toma de Mitú, el abandono sigue siendo el mismo Foto: Centro Nacional de Memoria Histórica
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20 años después de la toma de Mitú, el abandono sigue siendo el mismo

Staff ¡Pacifista! - noviembre 1, 2018

En la toma de las Farc, 150 personas murieron y 61 personas fueron secuestradas.

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Por: María Alejandra Rodríguez y Juan Pablo Sepúlveda 

Hoy se cumplen 20 años de la toma de Mitú, Vaupés,  por parte de la guerrilla de las Farc. Fue un hito que marcó a los colombianos: murieron 150 personas, entre los que estaban soldados, civiles y guerrilleros. A pesar de que en las dos últimas décadas ha disminuido la violencia durante ciertos periodos, lo cierto es que Mitú sigue siendo un territorio abandonado y vulnerable. La población creció de 7.000 a 15.000 personas. Pero los hospitales, los colegios y las viviendas no lo hicieron. Todo siguió igual.

¿Qué fue lo que pasó en la toma y que cambios han ocurrido en este territorio?

Aunque el ataque a Mitú fue perpetrado en 1998, la historia comenzó mucho más atrás, en 1982. Este fue el año en el que las Farc le apostaron a una negociación dialogada para terminar con el conflicto armado durante el gobierno de Belisario Betancur. En ese período dejaron claro que no cesarían los ataques durante los negociaciones.

En los años posteriores, la guerrilla crecería y las ansias de tomarse el poder por la vía armada se tornarían voraces. En 1993, en las selvas del Guaviare durante la VIII Conferencia de las Farc, se les dio la orden a todos los frentes de actuar bajo una premisa principal: tomarse el poder. Para lograrlo y con una guerrilla robustecida militarmente empezaron a tomarse varios municipios con ayuda de su último invento: los cilindros bomba.

La estrategia militar de las Farc pasó de ser de huída a ser de posicionamiento, especialmente en aquellos lugares donde la presencia del Estado era muy precaria. Los frentes farianos se reunían y atacaban al unísono poblaciones en las que duplicaban y triplicaban en número a los militares.

El ataque a Mitú estaba cantado desde antes de que sucediera. La capital del departamento del Vaupés está hundida en plena selva, lejos de las grandes ciudades, lejos de todo. La toma de Mitú — primera vez que las Farc se tomaron una capital— fue una muestra de que llevaban la delantera en la guerra.

La toma estuvo a cargo de Henry Castellanos, alias ‘Romaña’, el comandante del frente 53 de las Farc y miembro del estado mayor del Bloque Oriental. El 27 de octubre de 1998, el Mono Jojoy y Romaña estaban ultimando detalles para la que sería llamada la “Operación Marquetalia”.

En la madrugada del primero de noviembre de 1998, 1.500 guerrilleros llegaron a Mitú. Tomaron el control de río Vaupés para que nadie entrara o saliera. Con la autopista aérea controlada, tomaron rumbo a la estación de Policía. Allí acorralaron a 120 policías. Pasadas 48 horas después de que las Farc entrarona Mitú, las Fuerzas Militares lograron ingresar. El avión fantasma de las Fuerzas Especiales lanzó a 100 soldados a 200 kilómetros de la capital. 

En las 72 horas del ataque, 150 personas ya habían muerto y 61 personas fueron secuestradas por las Farc. 1998 fue el año que más tomas guerrilleras se presentaron en el país. De las 58 tomas que hubo, 44 fueron perpetradas por las Farc.

Una vez perpetrado el ataque, el presidente de aquel entonces, Andrés Pastrana, seguía con el firme propósito de seguir con el proceso de paz, a pesar de las duras críticas que recibió desde la opinión pública. Un proceso de paz que, valga la pena recordarlo, fracasó definitivamente en 2002. 

Hoy

20 años después, la toma de Mitú todavía se recuerda como uno de los episodios más crudos y sangrientos del conflicto armado colombiano. Desde entonces han pasado cuatro presidentes y culminó un proceso de paz con la guerrilla de las Farc, principal responsable de este atentado. A pesar de todo esto, no se puede decir que la situación en Mitú haya cambiado de forma drástica. Ni de forma positiva.

Puede que las selvas del Vaupés hoy día no sean el hogar del Frente Primero de las Farc, uno de los más temibles. Pero eso no significa que la zona se quedara sin presencia de grupos armados. Según Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, en esta región hacen presencia la disidencia de ‘Iván Mordisco’ y ‘Gentil Duarte ‘ y algunos carteles brasileros. Todos estos grupos armados al servicio del narcotráfico.

A pesar de que esta zona tiene pocos cultivos de uso ilícito (menos del 0,1 por ciento del total nacional, según la ONU), aún es apetecida como un corredor estratégico para el transporte de drogas, de metales obtenidos por minería ilegal y de madera talada de manera ilegal. De acuerdo con cifras del gobierno, en 2017 se talaron 2.288 hectáreas de árboles en el Vaupés; 2.100 de estas estaban ubicadas en resguardos indígenas.

A Mitú no llega ninguna carretera y la única forma de viajar a ella es por avión o por río, aunque con dificultad. Esto a pesar de ser la capital de un departamento. Sus condiciones favorecen a un atraso en el desarrollo, y la ciudad depende en su mayoría de agricultura, pesca artesanal y un poco de turismo.

Después de la toma, el Estado no llegó con alternativas económicas y de desarrollo. Según la OCDE, Vaupés es el departamento más pobre de Colombia junto a Guainía, con un PIB per cápita de 4.3 millones de pesos —el de la Nación es de 15 millones—. Esta cifra es menor incluso al PIB per cápita de otros departamentos afectados por el conflicto, como Putumayo, que tiene un PIB de 7.5 millones de pesos. También, Mitú, de acuerdo con datos del Ministerio de Hacienda, es la segunda ciudad del país con peor desempeño en recaudo de impuestos, lo que se traduce en poca inversión.

A 2015, el 40 por ciento de los habitantes de la cabecera municipal de Mitú vivían con al menos una de sus necesidades básicas insatisfechas. En la zona rural del municipio era el 88 por ciento. Esto significa que casi la mitad de las personas de Mitú, y casi el total de quienes viven en el campo alrededor de ella padecen condiciones de dificultad en acceso a vivienda o hacinamiento, poca disponibilidad de agua potable y de un sistema de alcantarillado, acceso limitado a educación o capacidad económica insuficiente. O todas estas cosas juntas.

Lo triste es que 10 años atrás, en 2005, las cifras sobre necesidades básicas insatisfechas en Mitú eran casi exactamente iguales. Es decir, en 10 años no cambió nada. Según la ONU, esta es una zona donde el índice de pobreza multidimensional del 75.3%. Este índice de pobreza no solo se mide en dinero, sino en salud, educación y sensación de seguridad. 

La tasa de cobertura de educación media en el Vaupés es del 9 por ciento. Además, solo el 7,9 por ciento de los jóvenes de este departamento pueden acceder a una universidad. Todo esto se explica en que, después de San Andrés y Providencia, Vaupés es el departamento en el que menos se invierte en educación. En Huila por ejemplo, se invierte 5 veces más, en Córdoba 10 veces más y en Bogotá 35 veces más.

Según Ariel Ávila, desde la época de la toma hasta la actualidad “el abandono estatal sigue siendo el mismo”. Mitú es uno de los ejemplos de una zona donde la violencia disminuyó pero no se atendieron sus demás problemas. “Capacidad institucional muy débil”, dice Ávila. Además de esto Mitú ocupa el cuarto lugar del país con más riesgo de corrupción electoral, de acuerdo con el último Informe de Transparencia Nacional.

En Mitú ganó el ‘Sí’ en el plebiscito por la paz con el 76 por ciento de los votos, pero la parte de la “paz” enfocada al desarrollo en las regiones no ha llegado allá todavía. Tampoco la Farc ha hecho ningún acto formal de perdón ni han llegado al municipio a encontrarse o a reparar a sus víctimas.

El presidente Iván Duque y Jorge Nieto, director de la Policía, van a llegar a Mitú el próximo sábado 3 de noviembre. Se van a encontrar con sus habitantes, que hace dos días estaban vestidos de blanco en marcha silenciosa recordando una jornada de terror. Los rezagos del conflicto armado en Colombia están latentes y todavía queda mucho por hacer.