#Divergentes| En la localidad de Chapinero, los habitantes de este sector se oponen al Sendero de las Mariposas, un proyecto bandera del alcalde de Bogotá. Temen que acabe con las fuentes de agua que restan.
La vía a la Calera es conocida entre los bogotanos por los ciclistas que a diario suben a patios, las chivas rumberas que los viernes suben y bajan pasajeros enfiestados, los visitantes que buscan una panorámica de la ciudad y los habitantes de lujosos edificios y casas que han hecho de este lugar su hogar. Sin embargo, se suele olvidar que en los imponentes cerros de Bogotá –punto de referencia icónico de la ciudad– no solo habitan pinos, eucaliptos y acacias sino comunidades enteras de barrios que no han podido transitar a la legalidad debido a su localización dentro de la Zona de Reserva Forestal Protectora, decretada en 1977 por el Instituto Nacional de Recursos Naturales Renovables y del Ambiente (Inderena).
Ubicado en los Cerros Orientales, en el kilómetro 5 vía a la Calera, en medio de las curvas, se encuentra el barrio Bosques de Bellavista. A pesar de estar cerca de la ciudad el sentimiento que predomina en la comunidad es de abandono y un desconocimiento por parte del Estado en sus casi 70 años de poblamiento. Estos terrenos hacen parte de la Zona de Reserva Forestal Protectora lo que ha hecho que adquirir servicios públicos básicos como agua, luz y gas sean una lucha que aún libran. Debido al carácter del suelo, su condición de ilegalidad ha hecho más difíciles las cosas al estar en un limbo jurídico. El barrio, que es estrato 1 y 2, hoy cuenta con un acueducto comunitario (Acuabosques), que se alimenta de los pocos acuíferos restantes que quedan en los cerros. La respuesta del barrio ante la inasistencia estatal ha sido la autogestión.
Para la comunidad, el proyecto Sendero las Mariposas propuesto por la administración distrital –más célebre que nunca después de que el alcalde Enrique Peñalosa se extravió por horas recorriendo parte del que será su trayecto– es una amenaza contra el frágil ecosistema del poco bosque nativo primario restante y sus fuentes hídricas.
Son las 8:00 a.m. y María Teresa Chipo –habitante del barrio– me recibe en su casa. Ella trabaja como empleada del servicio en el norte de la ciudad, en un barrio con el mismo nombre de la quebrada que nace cerca y de donde sale el agua para el acueducto de su barrio: la quebrada El Chicó.
Hace 65 años sus padres y los de sus vecinos llegaron al sector desde Boyacá y Cundinamarca con la promesa de trabajar en las canteras trabajando la piedra en la construcción del Cantón Norte del Ejército de Colombia. Una vez culminó la obra, los habitantes del barrio buscaron qué hacer pues quedaron desvinculados de su anterior trabajo. En 1973, el Estado plantó pinos y eucaliptos en los Cerros Orientales pues durante la época de fiestas decembrinas, un globo de pirotecnia causó un incendio que arrasó con las especies que había en el momento. Con la promesa de generar una despensa de madera, se sembraron cantidades de estas especies foráneas en el suelo, las cuales hoy dominan el paisaje de los cerros de la ciudad.
Cuatro años después, en 1977, el Inderena decretó los cerros como Zona de Reserva Forestal Protectora que abarca las localidades de Usaquén, Chapinero, Santa Fé, Usme y San Cristobal y la cual es hoy en día administrada por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR).
David Chipo –hermano de María Teresa, ambientalista y representante legal de Acuabosque– es uno de los abanderados de la oposición al proyecto Sendero las Mariposas propuesto por el alcalde Enrique Peñalosa. Junto a él y su hermana emprendimos una caminata por los cerros que hoy custodian.
El proyecto ‘Sendero de las Mariposas’ aspira a ser un corredor ecológico, panorámico y rompefuegos que atravesaría los cerros de norte a sur, con una distancia total de 80 km. “Se pretende construir un mecanismo para prevenir incendios al generar mayor protección y cuidado por parte de la ciudadanía, con un paso peatonal abierto al público con 20 entradas a lo largo de la ciudad”, dice el documento del proyecto. De igual modo se busca acortar los tiempos de búsqueda y disminuir las horas de reacción cuando se presente un incendio forestal. Según el alcalde “el sendero va a proteger a los cerros de la ciudad”.
El proceso de licitación iniciará en febrero de 2019 luego de que terminen los estudios pertinentes para evaluar la zona. La alcaldía argumenta que este proyecto traerá “viveros para la reforestación, guardabosques y otros servicios que generan empleo”.
No obstante, David Chipo y los comunidad del barrio Bosques de Bellavista no parecen muy seguros de ello.
“El proyecto del Sendero de las Mariposas lo han planteado de forma absurda. Lo primero que dice Peñalosa es que el sendero va a ser un cortafuegos. Un cortafuegos, en teoría, necesita una expansión de 20 metros. ¿Cómo van a hacer una franja de semejante tamaño en los cerros? Es ilógico. Es mucho más que una simple vía” dice David.
“Ellos dicen que la van a hacer de 1.5 a 2 metros según los estudios. Pero un cortafuegos de 1.5 metros no sirve. ¿Para qué? Para que haya más espacio para consumo de drogas, para delincuencia, porque no podemos taparnos los ojos con mentiras. Eso es un absurdo. Los incendios forestales ¿Por qué se generan? Eso lo genera es el hombre . Ahora meterle una carga de gente a los Cerros Orientales es aumentar la posibilidad de incendios forestales. Claro, porque no falta el que que viene y dice ‘ay no pues rico’, se fuma su marihuana, se siente muy elevado, muy volado. Y entonces dice yo voy a pasar la noche aquí, pero desafortunadamente estamos en un clima frío y entonces se le ocurre hacer una fogata en estos pinos que tenemos al rededor. Armar fogatas sin el debido cuidado podría causar incendios” señala David con mucha indignación.
Las preocupaciones de los habitantes del barrio Bosques de Bellavista giran en torno a que el consorcio que se encuentra haciendo los estudios ha hecho con ellos algunas socializaciones del proyecto para contarles cómo va a ser, pero no para atender sus inquietudes y lograr acuerdos. La comunidad está molesta porque no los han tenido en cuenta como habitantes y dueños de los predios, pues en 1984 lograron adquirir las escrituras de sus terrenos a través del gobierno nacional.
“Ellos sólo llegaron e hicieron lo que les pareció más bonito, pero es algo catastrófico. Lo digo con razones. Primero cuando vimos los diseños de lo que piensan hacer nos dimos cuenta que en los cerros existen cinco escasos relictos de bosque nativo primario. Es decir del bosque que alguna vez cubrió todos los cerros y que el hombre no ha tocado. En esas cinco pequeñísimas porciones se encuentran las principales fuentes de agua de abastecimiento de la ciudad, donde nacen las quebradas” añade David.
El problema, según cuenta David, es que donde nace la quebrada El Chicó –de donde se surte de agua el acueducto comunitario Acuabosque– hay un pequeño relicto y un bosque de encenillos (que es bosque primario) por el que pasaría el ‘Sendero de las Mariposas’.
La comunidad está preocupada por la posibilidad de incendios, un posible crecimiento de la inseguridad y un eventual aumento de basura en la zona por el tránsito humano. Sin embargo, su preocupación más grande hoy está en que se vaya a afectar su principal fuente de agua.
Mientras camino con David y María Teresa por los cerros, ellos me comentan:
“Los cerros deben servir para mitigar el cambio climático y los gases de efecto invernadero. ¿Pero qué más que un bosque nativo tiene esa capacidad por área? Porque es que los pinos se ven muy hermosos desde la ciudad, pero se mete uno aquí y son un desierto verde” dicen al tiempo.
Con curiosidad les pregunté ¿Cómo así un desierto verde?
“Porque por encima es verde pero al interior es café y no hay nada, no hay animales, no hay plantas no hay flores. Es un colchón de las acículas de los pinos y no hay nada más”. dice María.
La cuestión es que donde nace el pino “acaba con todo”, me cuentan. Seca el agua, la tierra la acidifica y no permite que nazca nada más. Sumado a esto crecen y se reproducen con facilidad. Como crecen tan rápido sus troncos no son muy fuertes, pues demoran en generar raíz y son vulnerables al viento. Así mismo proliferan sus semillas en el bosque. El secretario de Ambiente, Francisco Cruz, secretario de ambiente ha asegurado que “este árbol es altamente inflamable y absorbe muchísima agua de las fuentes hídricas, lo que genera fuertes impactos ambientales”.
¿Qué han hecho para oponerse al sendero?
Le hago esa pregunta a David y él responde: “Hemos estado en las reuniones que ellos han hechos y les hemos dicho que no estamos de acuerdo porque están siendo vulnerados los derechos legítimos de los dueños de las tierras. Están siendo afectados los acueductos comunitarios porque están diseñando el Sendero de las Mariposas por los escasos relictos que quedan de bosque nativo. Y meterle la gente a eso es acabarlo. Son ecosistemas frágiles y vulnerables”.
Acuabosques funciona desde hace 33 años. Hace 45 años comenzaron a sembrar esos pinos y crecieron rapidísimo. Y se acabaron las fuentes de agua que había aquí. Éramos una comunidad más pequeña. Hoy somos una comunidad de 42 predios.
“Cuando se empezaron a secar las fuentes de agua lo primero que ocurrió fue que se expandieron los pinos. La comunidad tenía unos tanques que llevaban por allá arriba, a unos nacimientos. Recogían agua y era distribuida a las poquitas casas que había”, cuentan María y David.
Luego apareció a Fundación Santa Fe de Bogotá y tuvo una visión de servicio social hacia las comunidades de los cerros. Ellos crearon un servicio de apoyo en saneamiento básico para los habitantes de los cerros de estratos 1 y 2. Construyeron las letrinas y luego un pozo séptico. “Nos entregaron a cada persona 300 ladrillos, una puerta, una ventana, dos metros de cristanac, un lavamanos y una unidad sanitaria. Se construyó eso pero no había agua suficiente”.
Después, la comunidad logró organizarse por medio de un comité de trabajo. Fue así como lograron traer aguas de los manantiales de la quebrada El Chico que queda a 3 km y medio, es decir a una hora y 20 minutos a pie. Logramos traer agua desde allá con mangueras y construimos un tanque de almacenamiento de 32 metros cúbicos. “Eso fue lo que nos surtió de agua” dice David con orgullo.
Hoy el acueducto comunitario se sostiene con 7.000 pesos de cargo fijo por vivienda y el metro cúbico vale 2.000 pesos. María Teresa paga 17.000 pesos mensuales. Ya no usan manguera sino tienen tubería con macromedidores. Los líderes del acueducto trabajan de manera gratuita. María dice “nos hemos organizado porque el Estado no nos dio los servicios públicos que debería. Aquí nunca recibimos nada”.
Así mismo, consientes del impacto ambiental que generaron los pinos en los cerros en el año 2007, mediante la Junta de Acción Comunal del barrio, comenzaron a reunirse para mitigar los daños de este árbol y generar 12 huertas comunitarias para explorar la reproducción de especies nativas. Hoy quedan las cuatro huertas de las cuatro familias más involucradas con el cerro. Están organizados bajo un grupo que se llama Bahué y salen los fines de semana con árboles nativos para restaurar el bosque.
“Yo hago eso –relata María Teresa– porque me nace, porque reconozco el valor del bosque nativo no solo para mí, ni solo para el barrio, sino por la ciudad”. Con este proyecto quieren también generar una franja de 30 metros de ancho de árboles nativos que rodee el barrio para mitigar su impacto, pues argumentan que tiene redes eléctricas de alta y media tensión y los pinos al ser tan frágiles están en riesgo constante de caerse encima del barrio.
David Chipo asegura que su principal interés es proteger el bosque y ser tenidos de verdad por los responsables del proyecto. Dice que él y su comunidad no se oponen rotundamente a que el proyecto tenga lugar, sino a que su trazado les dé a los habitantes de Bellavista una tranquilidad sobre el futuro de la que hoy carecen. “Estamos molestos porque las razones que la Alcaldía y el consorcio dan a favor del proyecto no son reales sino engañosas al atribuirle al sendero funciones que no tiene. De nuestra parte, lo primero que queremos es ser oídos”, remata.
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