3 mujeres, 5 años de acuerdo

Carolina Loza - diciembre 8, 2021
Tres mujeres del Cauca, lideresas de diferentes organizaciones nos cuentan que ha significado para ellas estos últimos 5 años, entre promesas iniciales, retrocesos y amenazas de seguridad que han sufrido por ejercer su liderazgo o participar en procesos de construcción de paz.
Hace 5 años, el Acuerdo de Paz entre el Gobierno Colombiano y las FARC-EP representó un hito hacia la reconciliación social, un cese de violencia y un mejor futuro para Colombia.

Pesé a que la paz duradera que tanto se menciona en los acuerdos no se construye en un día, el país sabía que la ejecución no sería nada fácil. Estos cinco años han estado marcados por hitos como la entrega de armas por parte de FARC-EP, el inicio del proceso de reincorporación de excombatientes y actos simbólicos que pavimentan el camino del proceso de reconciliación en diferentes zonas del país.

Las causas del conflicto siguen acechando a la paz duradera que se anhela y 5 años después, la violencia continúa en varios departamentos del país. Los asesinatos a excombatientes y líderes sociales continúan de forma alarmante y la falta de voluntad política para la implementación se ha llevado consigo ese ambiente de esperanza que se vivía en departamentos como Cauca en noviembre de 2016.

Tres mujeres del Cauca, lideresas de diferentes organizaciones nos cuentan que ha significado para ellas estos últimos 5 años, entre promesas iniciales, retrocesos y amenazas de seguridad que han sufrido por ejercer su liderazgo o participar en procesos de construcción de paz.

 

Clemencia Carabalí Rodallega, representante legal de la Asociación de Mujeres Afrodescendientes del Norte del Cauca, ASOM  

Ganadora del Premio Nacional a la defensa de los Derechos Humanos en Colombia: 2019- 2020

Clemencia demostró su compromiso con la paz desde el inicio del acuerdo. ASOM, organización que ella lidera. En 2017 ejecutó varios proyectos de desarrollo de las llamadas Obras de Pequeña Infraestructura Comunitaria, parte del Acuerdo de Paz en su municipio, Buenos Aires. En varias ocasiones desde el 2017 comentó que “estaban abiertas a la reconciliación” y que ASOM era la casa de todos.

Clemencia ahora pausa cuando piensa en el balance del acuerdo. “Con la firma del acuerdo, esperábamos que se pasaran tantos años y tantos hechos de violencia”. Desplazamientos, asesinatos, amenazas, reclutamiento de jóvenes son algunos de los hechos que ella menciona.

“Esperábamos que estos hechos no se repitan. También que la brecha de desigualdad se disminuyera, esperando la presencia del estado. No solo con la Fuerza Pública como lo hace ahora, pero con programas que ayuden a controlar la protección ilícita […] la apertura y mejoramiento de vías. Acceso de niños y niñas a la educación.”

Clemencia recuerda en detalle los aspectos que iban a cambiar. Los dos primeros años vio una mejora por la disminución de enfrentamientos armados en su comunidad. “Fue importante porque la población ya no quedaba en medio de estas confrontaciones”. Después de los dos años, con la nueva administración “sentimos un retroceso de la aparente tranquilidad que se empezaba a consolidar”.

El retroceso también se dio en áreas como reclutamiento. “Pese a los retrocesos, soñamos que el Acuerdo de Paz se implemente, se pueda hacer realidad. Colombia no puede perder esta oportunidad de pasar la página de tanta violencia”.

Ana Ruth Lemus – Asociación de Viudas de la Policía

Fue la pérdida de su esposo lo que llevó a Ana Ruth Lemus, en 1987, a fundar la Asociación de viudas, cuando se enfrentó un año antes a procesos burocráticos complejos para acceder a la pensión, la cual le fue negada por la Policía, entidad de la cual su esposo era parte.

Pronto Ana Ruth se dio cuenta que varias mujeres en el departamento del Cauca se encontraban en su situación; sin el sustento del hogar y navegando una burocracia en procesos de duelo. Y si bien encontró un alivio en el apoyo y encuentro que tenía, la rabia por la emboscada en la que su marido murió a pesar de los años no se disipaba.

“Desde la Habana, cuando empezó el proceso de paz, las negociaciones yo me alegré. Yo dije vamos a ver esto, cómo se come, cómo es. Yo tenía muchas expectativas, mucha rabia, muchas desilusiones… como sentimientos encontrados”.

Ana Ruth intentó participar en las negociaciones de La Habana con la asociación que fundó, sin éxito. “En varias reuniones de las que hacían el tiempo para allá para para elaborar propuestas pues para mandarlas a la mesa de negociación, cuando decía que era viuda de policía me decían que estaba en el lugar equivocado”.

Ella buscaba hablar con miembros de la guerrilla y entender que había pasado. “Yo siempre tenía en mi corazón, en mi mente llegar a encontrarme con la guerrilla. Yo tengo que decirles “yo soy víctima de ustedes, pero yo quiero que estrechemos la mano, que nos perdonemos. Yo me sentía ahogada cuando se hablaba del tema”.  

Ana Ruth continuó buscando espacios, hasta que un día “nos invitaron a un evento de víctimas aquí [En Popayán] y varias personas empezaron a exponer. “Y en eso, Amanda empezó a exponer y dijo que ella era una de las jefes políticas del proceso”. Ana Ruth en ese momento vio su oportunidad, cuando Amanda se bajó del escenario después de su presentación, Ana Ruth se acercó.

“Cuando ella terminó de hablar con ella. me dije que yo tengo que hablar con ella, tengo que decirle que yo la perdono y si ella tiene algo en contra de la Policía que también me diga que me perdona. Me acerqué y le dije que yo tengo rabia y quiero desahogarme, quiero que conversemos para que lleguemos a un perdón”.

“Queremos reconciliarnos mutuamente porque queremos aportar a la parte de ese país queremos aportar a la reconciliación. pues también me dijo que pedía perdón por todas las actuaciones que todas las que nos sentíamos ofendidos este también nos perdonamos. Eso fue algo hermoso.

Yo sentí una paz una alegría una satisfacción tan grande encontrar uno el perdón encontrar uno a esa persona que  en otro momento de pronto no lo hubiera podido hacer, pero fue un momento como tan espontáneo. Yo sentí una paz, un alivio”.

Ana Ruth sigue trabajando entre reuniones de mujeres y si bien ha visto mejoras, sabe que la violencia sigue afectando al Cauca y espera ver mejoras y contribuir a la construcción de paz. Pero agradece el momento que pudo empezar a dejar la rabia de lado y sanar, cuando habló con Amanda.

“Lo que yo tenía adentro yo no sabía si era rabia, si era rencor o si era amor, si era perdón, lo cierto, es que todo eso se combinó y nos dimos un abrazo tan especial que yo todavía el día que yo la encuentre que nos podamos ver yo creo que vamos a volver a sentir eso”.

 

Amanda Ríos – Asociación De Mujeres Por La Paz Con Justicia Social Las Manuelita

Delegada política de Comunes en Cauca

Amanda recuerda el encuentro con Ana Ruth mientras muestra un mural con varias fotos de los primeros días del proceso de paz que están colgados en el café, La Trocha, sentires de la montaña. En ese mural, una foto inmortalizó el abrazo entre Amanda y Ana Ruth “fue un momento muy bonito” recuerda Amanda y sonríe.

Para Amanda, el proceso de paz ha estado lleno de altos y bajos. Por una parte, su trabajo con mujeres de las comunidades y excombatientes le ha permitido participar en una serie de espacios por todo el Cauca.

Sin embargo, después de la dejación de armas y el proceso inicial, los asesinatos a excombatientes la han mantenido en una preocupación constante. “Tantos compañeros que han sido asesinados”.

Amanda en los primeros días de los entonces llamados Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) encontró retos en la implementación del Acuerdo y recuerda en particular las capacitaciones. “Las capacitaciones que nos daban en los espacios pueden ser importantes, pero lo que no digamos lo que no hacía, lo que no ayudaba, es el hecho de que eso no se viera como un proceso constante en sí”.

Poco a poco, Amanda junto a otras mujeres se dieron la tarea de juntarse, ya que había mucho por hacer y ver que rumbo querían tomar en su proceso de reincorporación.  “No fue fácil porque en nuestra vida anterior…Han sido muchos cambios y muchos cambios han sido para nosotras, también traumáticos. Sobre todo se ha dejado atrás ese sentido de la colectividad que teníamos, que en las filas pues éramos una familia de todo, lo hacíamos colectivo”.

 

Esto llevó a Amanda y a otras mujeres a crear la Asociación Las Manuelitas, buscando alternativas económicas para todas las integrantes y espacios seguros para transitar las diferentes etapas de la reincorporación a la vida civil y en el 2021 a contar con una cafetería de la Asociación “La Trocha, sentires de la montaña”. El espacio, el cual ha sido diseñado para contar con un café restaurante, coworking y un espacio de cuidado infantil, se va construyendo poco a poco.

Además del reto de navegar el emprender colectivamente, han enfrentado otro reto y es de aquellos que se oponen a espacios con excombatientes. Amanda ve en Popayán una ciudad conservadora, donde existe un sector resistente a espacios de diálogo. “Sabemos que [el espacio] genera resistencias, sí, pero este no es un espacio de odio, no es un espacio de apología a la vida en las filas. Quizás es un espacio más bien que cita encuentros alrededor de la paz. Aspiramos que pueda ser, cobijado abrazado apoyado por todas estas personas que definitivamente quieren que Colombia supere la página de la guerra”.