'La corrupción y la politiquería se reflejan en la institucionalidad ambiental del país': Pablo Correa | ¡PACIFISTA!
‘La corrupción y la politiquería se reflejan en la institucionalidad ambiental del país’: Pablo Correa Actualmente, Pablo Correa es el editor de la sección Vivir de El Espectador. Todas las fotos por: Juan Esteban Quintero.
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‘La corrupción y la politiquería se reflejan en la institucionalidad ambiental del país’: Pablo Correa

Santiago A. de Narváez - octubre 17, 2019

Conversamos con el editor de la Sección Vivir de El Espectador, quien se aventuró – junto con su equipo– a lanzar una vaca para mantener vivo un proyecto periodístico enfocado en las fuentes de agua.

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—No creo que la crisis sea para los periodistas.

—¿Entonces?

—Sino para el modelo de negocio.

*

Esa misma mañana, el gerente de NTC Televisión (la empresa que hace de Noticias Uno), Jorge Acosa, había salido anunciar por radio un nuevo mecanismo de financiamiento para el noticiero al que, semanas antes, la junta directiva le había retirado su apoyo.

El mecanismo: un aporte voluntario por parte de los televidentes.

Otras palabras: una vaca para financiar las emisiones de Noticias Uno durante todo 2020.

—Los cogió la noche —volvió a decirme Pablo Correa hacia el final de la entrevista. —Como a todos, nos cogió la noche.

*

¿Qué está pasando con los proyectos periodísticos independientes? ¿Por qué la legitimidad de un medio, de un producto periodístico, no se traduce en apoyo financiero? ¿Cuánto vale hacer periodismo de calidad? Y ¿Para qué y por qué hacerlo?

Correa, periodista que durante 15 años ha cubierto temas de ciencia, medio ambiente y tecnología en El Espectador (y quien además ha escrito un libro sobre el neurocientífico Rodolfo Llinás), inició junto con otros periodistas hace cinco años el Blog El Río. Un proyecto periodístico que cubre los temas medioambientales en Colombia y, especialmente, todo lo relacionado con fuentes de agua: ríos, lagunas, páramos, ciénagas, etc.

Durante este tiempo, han hecho seguimiento a los principales asuntos medioambientales e hídricos en el país. Y han publicado una serie de reportajes sobre ecosistemas en Colombia que han vivido una tensa relación con las ideas de desarrollo y progreso en 200 años de República.

(Por ejemplo, un texto sobre la historia de la Laguna de Fúquene que explica cómo desde la época de la Independencia hubo una política de Estado para secar el que en ese momento era el segundo lago más grande de Suramérica, después del Titicaca; y hacer de Fúquene un feliz campo de pastoreo).

Después de cinco años de experiencia y de haber servido como escuela de periodismo medioambiental, El Río se ha quedado sin sus principales financiadores y ha tenido que salir —como tantos otros proyectos periodísticos— a buscar financiación a través de una vaca; buscando apoyo monetario en sus lectores.

Hablamos con Pablo Correa —editor de la sección Vivir de El Espectador— sobre los principales problemas de medio ambiente en Colombia, sobre avances científicos y periodismo (y sobre sus posibles formas de reinventarse).

Escribía en un hilo reciente que “Es increíble como maltratamos nuestros ríos, páramos, lagunas y fuentes de agua”. ¿Por qué ha habido esta malsana relación con las fuentes de agua en el país?

Creo que son problemas tecnológicos y problemas de ignorancia. ¿Por qué usamos el agua potable para los inodoros? O en qué momento se nos olvidó que el agua que nace pura en los páramos, cuando baja, la ensuciamos, la volvemos mierda y más abajo en la cuenca todavía la necesitan para agricultura. En qué momento se nos olvidó que buena parte de la comida viene de ahí. Antes, en el río Magdalena las toneladas de pesca al año eran 50 veces más altas que las de hoy; era una fuente de alimentos para mucha gente. La gente no ha entendido que la Ciénaga Grande de Santa Marta que es un ecosistema gigantesco que provee seguridad alimentaria; y ciudades como Barranquilla viven de espaldas a su Ciénaga; están desecándola para meter ganado en vez de hacer una cultura anfibia. Todos pagaremos tarde o temprano esto. Es una inversión de valores. Quizás porque vivimos en ciudad y fuimos perdiendo el contacto con la naturaleza se nos olvidó realmente de qué dependemos.

O la industria: si se pone a ver: Coca Cola, Postobón, todas las empresas de bebidas, ¿qué venden? agua. Y si se pone a ver, ellas no invierten lo suficiente en el cuidado de sus cuencas. Al final se termina gastando mucho más dinero tratando de limpiar el agua para poderse usarla. O pensemos en el río Bogotá, que apenas pasa acá por Bogotá y es una cloaca. Y bien podía ser un sitio de rafting y ecología. Muy brutos.

Está el tema de la ignorancia de la gente, pero ¿en términos de políticas?

Hay muchas. En Colombia en términos administrativos, las cosas más o menos han sido pensadas. Colombia tiene un Sistema Nacional Ambiental que nace con la ley del 93 y se entiende que hay un Ministerio, con sus institutos: está el Ideam, el Humboldt. Y luego hay un montón de leyes que dicen que el 1 % de todos los recursos que recogen todos los municipios deberían ir a la protección de todas las cuencas. Pero eso se embolata y nadie lo hace. Las Corporaciones Autónomas existen, tienen presupuesto, son millonarias, pero se roban la plata que debería ir a protección de cuencas. En el papel hay muchas cosas para actuar, pero esos fenómenos de corrupción y politiquería también se ven reflejados en la institución ambiental.

¿Cuál es el tema medioambiental más importante para cubrir periodísticamente en Colombia?

Buena pregunta. Creo que hay dos grandes narrativas en el mundo hoy. Y es difícil pensar temas que no estén asociados a ellas. Una es el cambio climático: en la historia de la humanidad no hay registro de una amenaza ambiental a esta escala planetaria. Al final, si aumenta más de dos grados la temperatura promedio del planeta, tendrá impactos a todos los niveles. Manhattan, Cartagena, ciudades en Asia donde viven millones de personas se van a inundar. En Colombia eso se traduce en derretimiento de glaciares, afectación de páramos, zonas costeras inundadas y expansión de enfermedades tropicales que lleguarían a lugares donde no están.

La otra narrativa es la de pérdida de biodiversidad. Cuando sumas todos los problemas ambientales, al final lo que estás haciendo es acorralando la naturaleza cada vez más y esa pérdida de biodiversidad es grave; porque en algún momento rompes ciclos que no sabes cómo van a afectar a los humanos.

¿Qué casos habría de pérdida de biodiversidad?

Uno gravísimo es el polinizadores, abejas. Con el uso de fertilizantes empieza a cambiar el ecosistema y sus relaciones y hay una muerte masiva de abejas y otros insectos. ¿Qué significa esto? Se jodieron los agricultores que dependen de los animales para mantener sus cultivos. Si revisas estudios, la pérdida de polinizadores tiene un impacto muy alto en la economía.

Es curioso porque uno se habría imaginado que la respuesta a cuál es el tema medioambiental más importante sería algo así como Hidroituango, o el fracking o la deforestación…

Claro, porque se abren unas brechas entre la ciencia y la cultura más mediática. Obviamente: una represa que, si se cae, genera una ola de 200 metros, va a ser un tema al que todos van a prestarle atención. Pero hay problemas que no se ven a simple vista. En medicina, si estas expuesto a rayo x, no te das cuenta. Pero esos rayos x que no sientes, te están haciendo mucho más daño que algo que sientes, como una gripa. En temas medioambientales pasa lo mismo. Ese es el gran riesgo: que están sucediendo cosas que no podemos percibir tan fácil. El cambio climático es eso: empezamos a emitir gases de efecto invernadero con la industrialización en el siglo XIX y nadie se dio cuenta sino hasta un siglo después.

Sin dejar de decir que los otros temas no sean graves. La deforestación es gravísima.

En febrero de este año los demócratas presentaron en el Congreso gringo el Green New Deal, ¿qué posibilidad de agencia puede tener la política hoy en términos de cambio climático?

Es la gran pregunta para todos ¿por dónde se rompe el circulo vicioso? Y creo que en esa incertidumbre vive todo el mundo. Por un lado tienes la política, que es un camino efectivo y rápido porque es el poder sobre una sociedad. Y lo ves en países europeos que empezaron la transformación de sus economías porque las elites consideraron esa necesidad. Pero no es suficiente. Necesitan también toda la rama de la sociedad civil. Todas las ONGs. Fenómenos como los de Greta Thunberg, que empiezan a tener una incidencia para cambiar la mentalidad de  los ciudadanos. Pero también necesitas de la tecnología. Quizás la mejor solución venga de la tecnología. Hablando de cambio climático, si logran desarrollar una tecnología de captura de carbono económica y eficiente, se acaba el problema. O si se logra ampliar y masificar el uso de fusión nuclear. O si aparece una tecnología disruptiva en términos de aprovechamiento de sol.

Lo jodido del cambio climático es que como afecta a todo el mundo, también obligó a todos a ponerse de acuerdo –eso es como el Titanic que se va a hundir y ahí están todos los 192 países– así tengan diferencias ideológicas. Les tocó sentarse a negociar en el Acuerdo de Paris de 2015. O nos ponemos de acuerdo o nos jodemos. Y al final lo que ves es que en la sociedad hay un montón de contradicciones. Tienes industrias que sabotean esas iniciativas: como las industrias de combustibles fósiles; pero tienes otras que jalan para el otro lado, como Tesla.

Para poner un caso en Colombia. En el Páramo de Santurbán hay una minera interesada. Pero de ahí sale el agua para alimentar a Coca Cola y Bavaria abajo en la cuenca. Esas empresas empiezan a invertir en la protección de la cuenca. Empieza a haber un pulso de poder económico sobre los recursos –entre la minera y las industrias de bebidas– porque es una forma de protegerlos.

¿Qué ves alrededor de la figura de Greta Thunberg?

Yo estuve en 2009 en la Cumbre de Copenhague cuando se esperaba que se firmara el Acuerdo (que se terminaría firmando seis años después, en Paris). En esas cumbres uno ve desfilar a todo el mundo. Y en estos 15 años en los que he estado cubriendo temas ambientales han aparecido figuras como Al Gore o DiCaprio o líderes locales o nacionales. Hay un montón de intentos de liderazgo y todos alcanzan una dimensión. Y es difícil que alguno logre una preponderancia mundial.

Pero si hace 15 años alguien hubiera dicho que el mensajero sobre el cambio climático sería una niña sueca de 16 años con síndrome de Asperger, seguramente todos se hubieran reído. Y extrañamente, ella se volvió el símbolo y la mensajera.

Yo he escuchado las críticas que le han hecho y ninguna me convence, porque ¿qué es lo que esperan? Es una niña de 16 años con un mensaje y tampoco se le puede atribuir toda la responsabilidad. A mí me ha parecido un fenómeno muy interesante. Tratar de explicar cómo en un año una niña se volvió un símbolo mundial exige análisis profundo.

Esta mañana (lunes 7 de octubre) salió la noticia de que Colombia es el segundo país más peligroso para defensores del medioambiente. ¿Por qué la defensa del medio ambiente puede significarles la muerte a líderes en distintas regiones del país?

Es que la defensa del medioambiente al final es una defensa territorial y ahí se cruzan siempre poderes. Alguna vez le escuche al padre De Roux decir que es sorprendente cuando uno va a una comunidad y ve que los líderes no son necesariamente el político o el que tiene el mando. El líder es alguien que, por alguna razón, la comunidad respeta. Alguien que con su criterio sabe guiar a las comunidades. Puede ser un maestro, el odontólogo del pueblo, quien sea.

¿Quién es un líder? Una persona a la que le preocupa lo de todos. Y siempre se le atraviesa en el camino al egoísta, al que quiere las cosas para él. Entonces ¿cuál es el que se mete en lío? El que sale a decir “eso es de todos”. Y un líder ambiental es eso: alguien que tiene mucha conciencia de su territorio.

Usted ha cubierto la sección de ciencia desde hace más de 15 años y ha dicho que los avances de la ciencia no se discuten tan rápidamente en la sociedad. A diferencia de lo que pasa con las ciencias sociales que sí se integra rápidamente en las discusiones y los debates que se tienen en una sociedad. ¿Por qué? ¿Y cómo hacer para que esto cambie?

Me gustaría saber la respuesta a esa pregunta pero como no la sé me voy a inventar una hipótesis. Creo que por un lado está el hecho de que las elites y los grupos más educados en una sociedad valoren la ciencia. Boston, por ejemplo, es una capital de nerds. Tienes las mejores universidades del mundo alrededor y por lo tanto a los estudiantes a los profesores a sus hijos y sus parejas. Todo eso constituye una sociedad que valora mucho la ciencia. Y además son sociedades que construyen luego narrativas en las que se le da un valor a la ciencia. Se construye una cultura que valora eso.

Claramente, no es nuestro caso. Pero es una forma de llevar a las sociedades hacia allá. Si valoras la ciencia, y tienes un buen sistema educativo, cada vez le va a costar menos en la sociedad entender los avances científicos.

Ajá…

Porque definitivamente se abre una brecha. La semana pasada el Financial Times hacía un anuncio: “Google y la Nasa afirman que lograron la supremacía cuántica”. Obviamente ningún medio lo registra. ¿Qué significa la supremacía cuántica? Ellos aseguran que un computador cuántico no funciona como los computadores normales sino que van a aprovechar propiedades de la materia descritos por la física cuántica.

Y ahí ya todo se enreda: primero va a ser difícil en Colombia encontrar a alguien que le explique a uno de física cuántica, luego que un periodista lo entienda, luego que la gente lo lea y lo entienda. Pero lo que ocurrió es un cambio dramático. Alguien lo comparaba con la invención de la aviación. ¿En cuánto tiempo nos vamos a enterar de que eso pasó? Y lo que sucedió es que básicamente lograron que un computador, que trabaja con una física totalmente distinta a la tradicional, lograra hacer algo que un computador normal jamás podría. En tres minutos y medio ese computador logra hacer un cálculo que a un computador normal le toma hacer 10.000 años.

Imagino que las repercusiones en términos de inteligencia artificial, big data es grande.

¡Cambia todo! Yo estaba entrevistando a un tipo que trabaja en física cuántica en España y él decía: primero, se vienen unos años de avalancha de inversiones en eso. Porque con la computación cuántica quedan obsoletos todos los sistemas de encriptación, de seguridad, bancarios, financieros. Y esa es la brecha: por un lado tienes un grupo de seres humanos capaces de pensar, construir y actuar sobre un nivel de conocimiento que la brecha con el resto de la población es gigantesca. Y es triste porque al final todos tenemos curiosidad. A todos nos va a afectar.

En la presentación de su libro sobre Rodolfo Llinás usted decía que los periodistas colombianos –quienes más habían tenido acceso a él– no le preguntaban a Llinás por su ciencia sino por otras facetas de su vida. ¿Cuál es el estado del periodismo científico en Colombia?

Somos muy pobres en periodismo científico. Casi toda Latinoamérica. En la cultura anglosajona vas a encontrar revistas de divulgación de ciencia de 150 años. Son culturas que tuvieron consciencia de cómo contamos todo esto que pasa en esos lugares recónditos –laboratorios, etc– cómo sacamos eso y lo divulgamos. En Colombia no hay una sola publicación científica que se haya mantenido, que sea seria. Yo digo que la mamá del periodismo científico en Colombia es Lisbeth Fog que estudió en Boston, volvió y lleva muchos años tratando de sacar esto adelante.

¿Qué experiencias actuales hay en términos de periodismo científico?

Por alguna extraña razón hace dos años empezaron a aparecer iniciativas interesantes. En Los Andes apareció “Ciencia Café Sumercé” que es un grupo de biólogos que empezaron a hacer charlas. Una gente que se llama “Shots de Ciencia” y tienen videos en youtube. Apareció “Pesquisa”, que es una revista de la Javeriana. Apareció “Intelecta” que es una revista de Uninorte; apareció una en Eafit; otra en Manizales. Empezó a aparecer una generación nueva que tienen claro el camino y ahí hay mucho talento. Y por fin parece que está surgiendo algo.

Pero los medios no han entendido que esos temas sí le interesan a la gente. En El Espectador una de las secciones más leídas es ciencia. Y muchos medios ni siquiera tienen un periodista especializado en ciencia, pagan muy mal. Lo que pasa es que como los medios están gobernados por los que hicieron [las secciones de] Judicial y Política viven encerrados mirándose el ombligo y piensan que a la gente no le interesa. Pero es totalmente falso.

La vaca y El Río

¿Cómo nació el proyecto El Río?

Hace cinco años el Consejo de Estado sacó una sentencia gigantesca en la que le ordena a muchísimas instituciones ponerse de acuerdo para limpiar el río Bogotá. El Río Bogotá es el más contaminado del país y cualquiera que pasa por al lado se da cuenta de que es una cloaca absoluta. Cuando salió esa sentencia, en el periódico hicimos una nota, pero a mí medio pesar que esa era una noticia que iba a quedar abandonada, algo a lo que no se le iba a hacer seguimiento. Y para mí era importante pensar cómo mantener viva esa noticia. Ahí surgió la idea de hacer un proyecto que se llamó El Río.

Como el periódico no iba a financiar a otro periodista más para eso, buscamos dos organizaciones y les propuse que pusieran recursos para poder contratar a un periodista que se dedicara a cubrir sólo eso. Y un diseñador, porque la idea era hacer un periodismo más visual con los temas del río Bogotá. Dejusticia y Patrimonio Natural confiaron mucho y de una aportaron el dinero que se necesitaba exclusivamente para el salario. Entró una periodista joven que empezó a escribir sobre temas de agua. Y empezó a pasar el tiempo y extendimos el proyecto hacia otros ríos de Colombia. Se fue volviendo entonces una escuela de periodismo ambiental. Creo que es el único medio en Colombia en el que se encuentra a un periodista especializado capaz de entender esos temas. Cundo empieza lo de Hidroituango, nosotros anticipamos todo eso porque había una periodista cubriéndolo.

¿Qué pasó con los financiadores?

Patrimonio nos apoyó como dos años, el Blog tiene cinco. Y esas organizaciones dependen de proyectos y ellos no estaban trabajando directamente en agua, entonces les quedó difícil justificar. A Dejusticia le pasó algo similar. Luego de The Nature Conservancy también nos apoyó los otros tres años y el año pasado les pasó lo mismo, hubo restructuraciones y dependían de programas asociados y no pudieron justificar esto internamente. Nos dijeron que querían seguir pero no podían. Se empezó a dilatar todo y dije “bueno, ya me toca empezar a buscar a mí la plata”.

Cada vez parece que la narrativa por el cuidado del medio ambiente aumenta y son más quienes dicen tener una conciencia del ecosistema en el que vivimos. Pero al mismo tiempo, proyectos como este tienen que salir a buscar financiación. ¿Cómo explica esto?

Nos pasa a todos y les pasa a ustedes. Aunque el valor periodístico de un medio sea socialmente reconocido –ustedes trabajan en paz y conflicto armado, temas esenciales para la democracia– a pesar de eso, nos acostumbramos, con la aparición de los medios digitales, a consumir información gratis. Y existe tanta información que se creó una brecha entre el valor de lo que hacemos y el precio de eso.

Nomás hay que mirar la historia de un periódico como El Espectador, que tiene un siglo y medio de historia. El periódico nace y es una hojita que alguien imprime y que convence a alguien que ponga ahí su aviso y además se la vende a 100 personas y durante un siglo entero esos medios aprendieron a tener una audiencia dispuesta a pagarles suscripciones. Cuando aparece internet, hace 20 años, los medios se olvidaron de lo que habían hecho hace un siglo y todos salieron a poner sus contenidos gratis; la gente la empezó a consumir gratis y 20 años después se dieron cuenta de que se quedaron sin el pan y sin el queso.

Sin la pauta y sin los suscriptores…

Exacto. Y les ha tocado a todos revisar los mecanismos para financiarse. Si lo que yo hago es valioso, por qué no me ayudan. Y ahí están apareciendo un abanico de posibilidades.

El objetivo es recaudar 50 millones para el funcionamiento del proyecto durante dos años. ¿Qué es lo que más cuesta de hacer periodismo? Y ¿cuál cree que sea la mejor manera de financiar proyectos periodísticos de calidad hoy?

Yo he sido alguien privilegiado en la medida en que trabajo en un medio y desde hace 15 años me pagan mi salario. Nunca me he tenido que preocupar por eso y este proyecto me obligó a preocuparme por cuánto vale el periodismo de calidad. Esa cifra que vez ahí es la que es una cachetada para nosotros. Porque salir a buscar 50 millones de pesos es pagar un periodista junior al que uno le pueda pagar dos millones mensuales durante dos años. Significa que es alguien al que hay que enseñarle, editar. Y eso es uno solo. Pero si uno quisiera hacer periodismo de alta calidad, pues son salarios más altos, más gente, más fotógrafos, diseñadores. El periodismo de calidad es muy caro.

Este es un proyecto chiquito y al final la relación costo-beneficio es muy alta. En un país como Colombia nadie se dedica a esos temas con seriedad, tener al menos una persona es un privilegio, pero es caro.

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