Campesinas de Santander aprenden de feminismo con las abejas
Michell Reyes – Mayo 08, 2019
‘Honey Bee Initiative’ es el proyecto apícola que busca empoderar a mujeres rurales con oportunidades de negocio y sostenibilidad ambiental.
Todas las fotos por: Isaac Paternina
A media hora de Socorro, en el departamento de Santander, sobre un camino de trocha embarrada en donde el aroma a café impregna el aire caliente, se encuentra la vereda Alto de Reinas. Allí, al final de la carretera y en medio de un paisaje de verde opaco y flores coloridas, está la finca La Vega. Al cruzar la entrada, aparece una casa acogedora y al pasar de largo se ve un sendero estrecho que conduce a la parte más fascinante de la propiedad: el apiario de Leidy Johana.
El apellido de Leidy Johana es Meza. Tiene 30 años y hasta hace dos se dedicaba exclusivamente a tareas del hogar.
Un día golpearon a su puerta y le hablaron de un proyecto que el científico colombiano Germán Perilla, experto en apicultura e investigador de la George Mason University de Estados Unidos, quería impulsar en la región. Le dijeron que se llamaba Honey Bee Initiative y que estaba enfocado en darle a las mujeres rurales, principalmente, una oportunidad de negocio con sostenibilidad ambiental.
Leidy Johana y su familia fueron una de las 160 escogidas para participar en el plan piloto del Honey Bee Initiative, en el que el 80 % (128) son mujeres.
Mujeres para salvar abejas, abejas para ayudar mujeres
Estamos acostumbrados a ver abejas, pero pocas veces nos detenemos a pensar en el rol fundamental que desempeñan en la naturaleza. De su trabajo como polinizadoras depende la tercera parte de los alimentos que consume el ser humano, y su capacidad para producir miel, jalea real, polen y propóleo, entre otros (productos derivados de trabajos específicos en las colmenas) las convierten en una alternativa económica para las comunidades rurales.
Sin embargo, el panorama no es color de rosa. Esos pequeños insectos amarillos y negros que solemos ver hurgando entre las flores, padecen hoy serías amenazas que los tienen en peligro. Principalmente los herbicidas que se utilizan para el control de cultivos y la expansión de diminutos ‘enemigos naturales’ como el Varroa Destructor y el Acarapis Woodi vienen ocasionando un problema que está siendo difícil de contener.
Las alarmas están prendidas. Según el colectivo Abejas Vivas, Colombia ha perdido el 34 % de su población de abejas en los últimos años y el panorama no cambia en el resto del continente, ni en Asia ni en África, donde se calcula que ese número llega al 37 %. Como si fuera poco, en países como Estados Unidos, grandes empresas como Walmart, están trabajando en patentes y prototipos de abejas robots, que eventualmente puedan asumir las funciones polinizadores en caso de que algún día falten las reales.
Leidy Johana Meza no conoce mucho de cifras, pero le basta con saber que desde ese pequeño rincón de su finca está dándole una mano a la naturaleza. Recuerda que al principio, cuando apenas comenzaba a trabajar con su apiario, pasaba llena de nervios las jornadas.
“Primero sentía que me iban a atacar, pero empecé a manipularlas, a conocerlas y ahora me gusta trabajar con ellas”, cuenta entre risas esta campesina, quien ya completa 13 colmenas, cada una con unas 10.000 abejas que producen miel.
El guía del proyecto, Germán Perilla, lleva trabajando en apicultura cuatro décadas. Manipula a las abejas con sus manos descubiertas, dando lecciones sin ser picado, y demostrando una conexión con ellas que él define como “inexplicable”.
“La mujer rural –asegura Perilla– necesita ser empoderada y una de las maneras de generar empoderamiento en las comunidades es con capacidad económica, así que eso es lo que hicimos con el proyecto. Al principio fue complejo, sobre todo lograr apoyo. Este proyecto fue fundado por la George Mason University, de Virginia (EE.UU.), el banco BBVA Colombia y la Universidad Industrial de Santander UIS”. Este científico, voz ronca, pelo y barba grises, asegura que su misión es conseguir por medio del trabajo con abejas, que las mujeres campesinas de Santander logren erigirse como líderes de su comunidad.
El proceso de selección se llevó a cabo por medio de reuniones donde se mostró la expectativa, el acompañamiento, la inversión y las capacitaciones que las beneficiarias iban a recibir, así que uno de los requisitos era tener conocimientos básicos sobre apicultura o una relación relativamente cercana con esta actividad. Una vez selecto el grupo, las mujeres recibieron capacitaciones y herramientas para poner en marcha sus apiarios. En general, se entregaron de una a tres colmenas por familia.
“Hicimos intentos con diferentes colmenas hasta que llegamos a las indicadas”, asegura Germán. En el mundo hay 20.000 especies de abejas y en Colombia hay alrededor de 1.000 especies. Las familias del proyecto trabajan con las subespecies de abejas angelitas o meliponas, pues son inofensivas y producen lo suficiente (miel, jalea real, propóleo, etc) como para crear un impacto en la economía familiar rural”, dice Perilla resguardado de un sol brillante debajo de su sombrero.
Así las cosas, lo que comenzó como un programa piloto ya es una realidad que se ha extendido a nueve municipios santandereanos: Socorro, Confines, Palmas del Socorro, Simacota, Oiba, Hato, Aratoca, Barichara y San Gil.
Feminismo apícola
Entre las tareas que tienen estas apicultoras están las visitas a los apiarios, el emplazamiento de las colmenas, la recolección de los productos y su conservación (miel y derivados), así como otras actividades de limpieza y mantenimiento. En el primer año el programa obtuvo una producción de 900 kilos de miel, pero en la actualidad –cuenta Germán Perilla– tienen aproximadamente 500 colmenas y cada una de ellas puede llegar a producir hasta 30 kilos de miel por año.
Si hay una comunidad en la que puede verse latente el poder femenino, esa es la de las abejas. Lo sugiere Liliana Corrales Romero, gerente de Responsabilidad Corporativa de BBVA mientras conversa animadamente sobre el proyecto. En efecto, sus palabras podrían configurar un buen símil: la estructura ‘social’ de cada colmena está determinada por una reina. La reina es una abeja de mayor tamaño y la única fértil de la colmena. A diferencia de las demás, es alimentada con jalea real y sus larvas están destinadas a cumplir roles fundamentales para la comunidad una vez se conviertan en abejas jóvenes.
Están las obreras también, las encargadas de construir la estructura física de la colmena, de buscar alimento y procesarlo en las celdas, de defenderla de amenazas externas. Luego están los zánganos, el elemento masculino, que son minoría y cuya única función es fecundar a la reina.
Así que no hay duda, con las abejas lo femenino es lo que manda la parada y este concepto se ha extendido a través de Honey Bee Initiative. “Uno de los impactos que este proyecto va a generar en las mujeres y sus comunidades es un sentido de confianza propia, las mujeres con las que hemos hablado nos dicen que se sienten más empoderadas para tomar decisiones”, señala Lisa Gring Pemble directora de Emprendimiento Social e Impacto Global en George Mason University, una mujer le apasionada por los temas de género.
Por su parte, Cenni Cortés Durán, estudiante de Producción Agropecuaria en la UIS sede Socorro y otra de las apicultoras del programa, ha dado testimonio de cómo esta iniciativa ha cambiado su forma de vida y ya empieza a ver maneras futuras para mejorar el negocio: “Trabajar en esto me ha parecido una gran oportunidad porque en el proyecto las líderes somos las mujeres. Sin embargo, si tuviera las herramientas para realizar mi propio ciclo de producción en el envase y la comercialización, ganaría el doble”, agrega.
Cenni lleva trabajando cinco años con abejas y sus conocimientos técnicos le han permitido evolucionar en el ejercicio. Dice que ahora lo que necesita no solo ella sino todas sus compañeras en el proyecto, es poder mejorar la calidad de la miel y comprender el mercado para sacar subproductos y expandir el negocio.
De la mano de la academia
Sentado en su oficina, en el pueblo de Socorro, el vicerrector de la UIS, Gonzalo Alberto Patiño, dice que el compromiso es grande con las apicultoras, para que entiendan la actividad apícola desde la teoría hasta la técnica: “La universidad está gestando este apoyo a partir de grupos de investigación. Este sector se desarrolla gracias a la mujer trabajadora y hay una mirada esperanzadora para otros modelos de proyectos”.
Este conocimiento es fundamental para Honey Bee Initiative, pues dentro de sus objetivos a mediano plazo está la autosuficiencia, empleando los recursos que ofrecen las mismas comunidades. Hasta el momento, las colmenas y las herramientas están siendo compradas en el exterior. “Debemos ser capaces de producir nuestro ciclo, debemos desarrollar las herramientas para que la riqueza se quede acá en la comunidad”, afirma Germán Perilla, quien espera que para el tercer año del proyecto los nueve municipios que participan en él produzcan aproximadamente 10.000 kilos de miel.
Honey Bee Initiative no tiene fecha límite y dependerá de los descubrimientos y trabajo de estas mujeres. Ahora son ellas quienes encabezan la economía de su hogar, son dueñas de su tiempo y un referente para las nuevas generaciones. “Somos mujeres pujantes, nos entregamos a nuestros proyectos, somos trabajadoras y recursivas”, concluye Cenni Cortés, dibujando una sonrisa en su cara.
Si quiere conocer más sobre el proyecto Honey Bee Initiative fundado por el banco BBVA Colombia, la George Mason University y la Universidad Industrial de Santander UIS haga clic aquí.