Nueve mujeres interpretan a través del teatro la memoria los seres queridos que el conflicto les ha arrebatado.
Por: Daniel Montoya
Aunque ya no estés a mi lado
Hijo mío tú te fuiste
Hijo mío me dejaste
Nunca más te podré ver
Jamás podré apartarte de mi mente
Aunque te hayas ido al más allá
Por más que intente llenar este vacío
Cómo hubiera querido irme yo primero
Me quedé sola y muy triste con este gran dolor
Tu imagen llevo siempre aquí en mi pensamiento
Como un tatuaje prendido aquí en mi corazón
Abrazada a un oso de felpa, una de las madres de Soacha entonaba esta canción: se la compuso a su hijo asesinado por el Ejército y presentado como un guerrillero muerto en combate en Ocaña, Norte de Santander. Es el relato de uno miles de casos conocidos como “falsos positivos”, que salieron a la luz en el 2008 a raíz de varias denuncias. La escena hace parte de la obra de teatro Antígonas, tribunal de mujeres, en la que nueve víctimas de nuestra guerra narran su dolor: sobrevivientes del exterminio que sufrió la Unión Patriótica (UP), de las “chuzadas” realizadas por el hoy extinto Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) durante el gobierno de Álvaro Uribe y de montajes judiciales que sufrieron dirigentes estudiantiles.
Cada una de las víctimas llega ante un tribunal con los objetos personales de los seres queridos que les han arrebatado. Hablan del olor de la camisa, del lugar donde los carritos de metal se convertían en juego, de las flores favoritas, de las notas de colegio. Las mujeres representan una escena de su propia tragedia mientras van exponiendo las pertenencias que siguen conservando: fotos, biblias, juguetes, libros, carteras, mochilas. Y entonces se enfrentan ante jueces que, en el caso de las madres de Soacha, tacharon a sus hijos de guerrilleros. Llegan allí para “reclamar justicia y restituirles poéticamente en la memoria colectiva”.
- La puesta en escena de Antígonas, tribunal de mujeres, durante el acto en que una de las víctimas habla del asesinato de su esposo, miembro de la UP. Foto: Tramaluna Teatro
Cuando el acto termina levantan los objetos y se los presentan al público, que también hace las veces de tribunal. Es una invitación a conocer los cuerpos invisibles que estas mujeres abrazan todos los días.”La obra logra comunicar qué fue lo que sucedió. El dolor de ellas se convierte en la presencia de esos familiares ausentes”, sostuvo Carlos Satizábal, director de Tramaluna Teatro, el grupo que realiza la obra.
La idea de reunir a mujeres víctimas que han sufrido diferentes capítulos de nuestra violencia surgió en 2009. En ese momento, la Corporación Colombiana de Teatro terminó de visitar los hogares de las participantes en Mujeres en la plaza, memoria de la ausencia, un performance sobre la desaparición forzada. “Cuando visitamos las casas de estas mujeres nos mostraron los objetos y las fotos. Pensé que era importante narrar en el teatro quiénes eran esos chicos desaparecidos. Nadie conocía en detalle quién era cada uno de esos ellos”, aseguró Satizábal.
- Las mujeres le presentan al tribunal (el público) las pertenencias más preciadas que aún guardan de sus seres desaparecidos. Foto: Tramaluna Teatro.
La obra se presentó hasta el 4 de junio en la Sala Seki-Sano en La Candelaria (Bogotá) y acabó de iniciar una nueva gira mundial. Estarán en Ciudad de Juaréz (México) invitadas por organizaciones de mujeres que luchan contra el feminicidio; en Toronto y Vancouver (Canadá) participando del Festival Rutas y en diferentes encuentros de derechos humanos; y se presentarán también en el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (España).
Viajarán como un acto de desahogo y de reivindicación de su memoria, porque, como aseguró Satizábal, “es importante ponerle cara al conflicto y que estos relatos se cuenten. El conflicto en Colombia ha sido trivializado, mediatizado, mentido. Los relatos de la gente que ha vivido la tragedia es lo que necesitamos mostrar”. Por eso, el teatro se ha convertido en una puerta para que lo que ha pasado pueda seguir reconstruyéndose.