En Nariño y Putumayo, dos de las regiones más golpeadas por el conflicto armado y por el crecimiento acelerado del reclutamiento de niñas, niños y adolescentes, un grupo de jóvenes decidió contar su historia desde otro lugar: el de la imaginación, el arte y la vida comunitaria. Durante varios meses acompañamos un proceso donde ellos y ellas construyeron narrativas propias —visuales, gráficas, fotográficas y sonoras— para transformar la forma en que se habla sobre su territorio y para crear nuevos lenguajes de protección frente a las violencias que los rodean.
El punto de partida fue sencillo y poderoso: ¿qué pasa cuando quienes han sido retratados por otros empiezan a narrarse a sí mismos? La respuesta está en sus dibujos, sus fotografías, sus voces y sus relatos: jóvenes que, en medio de contextos de riesgo, están sembrando futuro.
En Barbacoas (Nariño) y Puerto Asís (Putumayo), los talleres se convirtieron en espacios seguros donde se exploraron herramientas como el cómic, el Árbol de la Vida y la fotografía comunitaria. Cada grupo creó personajes, historias y símbolos que hablan de sus raíces, sus sueños, sus miedos y sus proyectos. Historias que, sin romantizar la violencia, muestran algo que el país necesita escuchar: los jóvenes del territorio no solo cargan dificultades, también cargan futuro.
Nacieron así tres líneas de contenido:
1. Cómics creados por los jóvenes
Relatos gráficos que reflexionan sobre lo que significa desconectarse de las pantallas, resistir presiones externas, elegir caminos distintos a la violencia y descubrir que los afectos, la comunidad y la creatividad pueden sostenerlos en los momentos más difíciles.
2. Los “Árboles de la Vida”
Un ejercicio emocional que permitió reconocer sus raíces, lo que los sostiene, sus sueños y los logros alcanzados. Dibujos y fotografías que funcionan como mapas afectivos y espejos de su fuerza colectiva.
3. Una serie fotográfica comunitaria
Imágenes tomadas por ellos mismos que muestran su cotidianidad, sus gestos y sus símbolos de resistencia: desde un balón y una copa que representan sus logros hasta un mural del colegio lleno de palabras que los sostienen –libertad, respeto, amor, igualdad.
Este trabajo hace parte de “Sembrar Relatos, Cosechar Futuros”, una iniciativa que busca fortalecer habilidades narrativas, emocionales y comunitarias de adolescentes en territorios donde el reclutamiento sigue siendo una amenaza real. La estrategia combina lenguajes juveniles, creación colectiva y acompañamiento psicosocial para convertir las redes sociales y los espacios locales en entornos protectores.
Lo creado en estos meses no es solo contenido: es una declaración.
Los jóvenes están diciendo que quedarse también es resistir, que imaginar también es proteger y que narrar también es cuidar la vida.
En territorios donde se intenta sembrar guerra, los jóvenes están sembrando relato, memoria y vida.